Capítulo VIII: Quiero ir a Casa

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— Lara ¡¡Lara!! — escuche a Adelina que me movía y me tocaba el hombro de forma insistente, me levante de la cama de un salto sin siquiera pensarlo.

— Estoy despierta — dije sin abrir los ojos — Estoy despierta — Volví a decir y me refregué los ojos, el frio que hacía en el lugar me hizo terminar de despertar.

— Te toca sacar a Dante — me dijo Adelina que estaba sentada en la cama.

— ¿Para eso me despertaste? — Le pregunte y camine para abrirle la puerta al cachorro — No te alejes mucho ¿Si? — le dije a Dante pero el solo salió de la casa rodante.

— Ven — escuche a Adelina y volví a donde estaba ella, seguía sentada en la cama tapada con las mantas hasta los hombros.

— ¿Por qué me despertaste de esa forma? pensé que te había pasado algo — le dije y me deje caer en la cama otra vez.

— Ven, acuéstate — me dijo ella y yo hice caso, me metí debajo de las mantas, me apegue a Adelina buscando calor corporal — Estas helada — me dijo ella y yo la mire.

— Si te levantaras de la cama te darías cuenta de que hace frio — le dije mirando esos ojos verdes que me hipnotizaban.

— Por eso mismo te desperte a ti para que tú te murieras de frio, que después me cuesta regular temperatura — dijo ella y yo negué con la cabeza.

— ¿Me estas utilizando? — le pregunte y ella sonrió para negar con la cabeza.

— No te eh escuchado quejarte por eso — dijo ella y yo no la deje de mirar.

— Me puedo comenzar a quejar — le dije y enredé mis pies helados entre sus piernas porque sabía cuánto le molestaba que hiciera eso.

— No hagas eso, no me gusta y lo sabes — dijo ella pero tampoco intento separarse de mí.

— Lo sé, pero si me vas a hacer levantarme temprano para morirme de frio es lo menos que podrías aguantar — le dije y apoye mi cabeza en su pecho, ella me abrazo — Si se pone a llover y Dante no entra tendremos que hacer algo con el — le dije y ella me miro.

— Quizá más tarde nos preocuparemos por eso — me dijo en un susurro y me separo de ella para besarme.

Nos fundimos en un beso lento, cálido que me hizo recuperar casi todo el calor corporal, sus manos se metieron por debajo de mi sudadera y se posaron en mi espalda, acariciando cada centímetro con delicadeza, con miedo y cuidado como si no quisiera lastimarme, nos separamos por la mera necesidad de respirar, me quede mirándola y moví las mantas que la tapaban, llevaba una de mis sudaderas y era todo lo que usaba de pijama, le levante la sudadera y me quede mirándola, solo mirándola y ella me abrazo, me obligo a apoyarme contra su pecho desnudo y yo me quede quieta, esperando que me dijera algo, pero no fue el caso. Me quede acariciando su abdomen, su piel suave y pálida, cálida al tacto, acariciando y admirando cada una de las cicatrices que tenía, me quede quieta cuando llegue a la cicatriz que tenía bajo el seno izquierdo, al tacto era una herida que había cicatrizado mal, que no había recibido el cuidado necesario y la verdad es que no sorprendía no me esperaba menos de Jonathan, sobresalía levemente y tenía un color rojizo pálido, mis dedos recorrieron cada milímetro de dicha cicatriz creando así una imagen precisa en mi cabeza que quedaría grabada para siempre.

— Se está poniendo a llover — dijo ella y yo asentí con la cabeza, no tenía ninguna intención de moverme de mi lugar — Lara, entra a Dante — dijo ella y recién caí en cuenta de que tenía que hacerme cargo del cachorro.

Me levante de la cama y fui a abrir la puerta en donde me invadió el frio del exterior, estaba lloviznando y Dante entro al instante agradecí que no se había mojado mucho pues no quería ducharlo, cerré la puerta y me volví a meter a la cama, me tape con las mantas y Dante se acostó en la cama con nosotras echo bolita, Dante era una buena fuente de calor, por otro lado Adelina se alejó un poco al sentir mis pies helados.

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