Capítulo 10

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| Nina | N1N4 |

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| Nina | N1N4 |

Esperé ansiosa por el regreso de Jaskier una vez que Jak se dio media vuelta para irse. Finjo mirar la carreta de madera junto a mí con grandes y gruesas ruedas que transporta unos tejidos recientemente hechos; ropa y accesorios nuevos para la cama o el hogar en sí.

Saludo gente, me saludan devuelta y así mismo pretendo que no presto atención a la extraña conversación. En el momento en que esta acaba, me relajo mirando el suelo haciendo que no estaba rogando por una mejor audición.

—¿Qué quería? —indago con Jaskier cuando vuelve a mi lado y retomamos nuestra ruta. Parece distraído.

El volumen de la música disminuye conforme nos alejamos de la banda.

—Están preocupados por no tener noticias de Carl al otro lado de la isla —contesta mientras se muerde las uñas, pensativo—. ¿Hay días en los que los comunicadores se retrasen?

Intento pensar en un día así. Nuestro sistema para mandarnos mensajes puede que sea más lento, pero está tan sabiamente sincronizado en una sola ruta que el mensaje no se perdería en el camino, sencillamente no veo el motivo por el que pasaría.

—Cada día hablamos con el otro lado, Jaskier —aclaro y señalo la comida de la feria, aunque no es que se traiga solo comida—. Tal vez solo no tiene nada que decir.

Hace una mueca. No es la sugerencia esperada.

—Bueno... Okay, sí, que mis compañeros aquí se esperen. Confío en que los que estén al otro lado no hagan nada estúpido.

Aprieto los labios.

No hay cómo saberlo con certeza supongo, ¿no?

Me había llevado largas horas de pensamiento intentando averiguar cómo sacarme a Jaskier de encima mientras iba con el sanador. Estaría indefensa e incómoda de llevarlo. Desafortunadamente esa terminó siendo mi única opción.

—¿Me acompañas donde sanador?

Me mira de inmediato y se ajusta su jockey para cubrirse la cara del sol.

—Eh, claro... Te sientes bien, ¿verdad? No es como que me hayas estado ocultando algún dolor.

No quería tener que explicarlo.

Me encojo de hombros para quitarle importancia.

—Revisión.

Abre más los ojos con mucha sorpresa detrás de ellos y vuelve a mirar el camino.

Estiro el cuello y miro por sobre los árboles a la distancia buscando los departamentos, de esa forma me guío para escoger la ruta.

—Podría vivir aquí mil años y aún así perderme —suelta mi sudado amigo cuando ve que intento ubicarme—. Sin calles es mucho más complicado, podríamos ir en círculos y no lo notaría.

KHAOS [LIBRO PUBLICADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora