Capítulo 7

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| Jaskier |

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| Jaskier |

Había completo silencio por primera vez a estas horas. La música se había detenido hacia ya minutos, la gente —los que ya no habían corrido— miraban lo que ocurría con los ojos llenos de susto. El sol ya había dejado de ser cruel con nosotros, o al menos ya había pasado a segunda prioridad.

Cada protector presente tomo papel en lo que ocurría: algunos calmaban a la gente, otros apartaban a los niños, otros se quedaban atentos por si podían quitarle el arma al joven antes de que hiriera a la niña. Y luego estaba Nina, parada a tres metros del agresor.

—¿George? —le llama. Está rígida, muy atenta a los movimientos de él—. George, no... no la lastimes.

Me quedo a la altura de algunos protectores, entre Nina y la gente asustada. No puedo acercarme sin que él me vea venir.

La única respuesta de George es llorar mientras sujeta débilmente la navaja contra el cuello de la niña. Esta última no deja de decir cosas en su idioma. Su desconsolada madre es retenida por los protectores para que no corra hacia su hija.

—Duele... —contesta George con un hilo de voz.

Escucho gente gimoteando a nuestro alrededor. Seguimos a la espera de que se tome la decisión.

Solo un protector le apunta con su arma al chico, el resto tiene la mano puesta en las navajas aún envainadas. Mis manos pican por tener algo que hacer con ellas, lo común sería tener un arma, al fin y al cabo vine a evitar cosas como estas, pero mis armas están en un cajón en nuestro mini departamento.

Cambio de táctica.

Miro a mi alrededor y al primero que me encuentro es Vaz, está extrañamente tranquilo. Me ve de reojo. Es ahí cuando se le nota la tensión en el cuerpo. Ha dado varios pasos hacia atrás como si quisiera dar media vuelta y correr. La amenaza de mis ojos es suficiente para dejarlo en su lugar.

Daemon se encuentra del otro lado de la feria. Parece haberse percatado de lo mismo que yo, de la navaja. Hay muy pocos de nosotros aquí, el resto no debe tener ni idea de lo que ocurre. Voy descartando dueños de la navaja en mi mente, pero mi principal sospechoso siempre termina siendo Vaz.

Inhalo y exhalo con tal de calmarme rápido y pensar.

George no se ve indeciso, sino aterrorizado. Cualquiera diría que soltaría el cuchillo en cualquier momento. Me quedo estudiándole. Todo él demuestra que no quiere estar haciendo eso, por otro lado, su agarre con la niña pequeña es firme.

Va a hacerlo, concluyo. Va a hacerlo aunque no sea lo que quiere, aunque la finalidad no sea asesinar a la niña.

—¿Qué duele? —le pregunta Nina. En respuesta, George se frustra y sacude a la niña con fuerza y grita casi rompiéndose las cuerdas vocales. La gente se asusta el doble y chilla, sobre todo las mujeres que quieren sacar a la niña de ahí.

KHAOS [LIBRO PUBLICADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora