Capítulo 15

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| Número ausente |

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Jadeo incontrolablemente mientras me dirijo a paso veloz hacia mi oficina. Intento mantener la cabeza gacha, fingiendo mirar los papeles de archivos al azar que tomé de una pila entera de ellos. Mis colegas no me prestan atención, saben que son unos días muy ajetreados del mes y la presión en el trabajo se vuelve cada vez más espantosa. O al menos eso era lo que en el fondo esperaba.

—¡Hey! ¿Te veremos en el bar? Los Dod...

—No estoy seguro —interrumpo la pregunta de rutina que se forma cada vez que coincidimos con la fecha de un partido de béisbol—, aún me deben una buena de la vez pasada.

—¡No seas rencoroso! Sabes que... —y sus quejidos son cortados al cerrarse la puerta de mi elevador.

La camiseta que suelo usar bajo mi camisa está empapada en sudor. Desde que vi la grabación de la planificación del caso principal —la extraoficial— me han temblado las manos. Si hay algo que sé es que dentro de este edificio subterráneo no podía esperar hadas y finales felices donde se comen perdices, excepto que la culpabilidad por saber lo que harán y haber formado parte de esto me punza en el cerebro.

Debí comprender los estudios que hacían, la atención extraña que de pronto le daban. No soy agente de campo, soy muy cobarde para tratar de serlo. Como agente ejecutivo debí enfocarme en el caso activo que se estaba llevando a cabo en silencio, tal vez habría podido detenerlos.

Las puertas se abren luego de haber bajado a máxima velocidad. Las paredes y los suelos son negros y las luces blancas artificiales son escasas, aunque permiten ver mi reflejo en cada superficie. Camino por el pasillo alargado hasta ver la puerta con la letra E y mi apellido bajo esta.

—¡Maldición! —mascullo cuando presiono por error un número equivocado en el código para ingresar y me pide el escaneo de retina.

Una vez dentro, cierro con pestillo. Me olvido de la montaña de ropa en la silla en la que solían estar mis papeles y autorizaciones diarias, ahora esas están en el suelo.

«Lo saben, saben que la isla posee el Lífsserum», me lamento.

Reviso mi escritorio y luego los cajones hasta encontrarlo. Un pergamino tan antiguo que he conservado forrado en plástico. No se supone que lo tenga yo, pertenecía a un libro antiquísimo de un museo en Islandia, aunque la leyenda en sí tiene tantos orígenes que es imposible seguirle el rastro histórico. Esta en específico los llevó directo a los orígenes de la isla en cuestión.

El Elixir de la vida, o el Elixir de la inmortalidad. No están seguros de cómo sea este —y en el fondo espero que no sea más que una enorme equivocación— están esperando que sus hombres, los agentes de campo, confirmen la información. Tengo entendido que esa parte de la misión ni siquiera fue confiada a todos sino a una fracción del equipo, por asuntos de competencia me atrevo a sugerir.

KHAOS [LIBRO PUBLICADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora