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Si te pones a pensar, descubrirás que el estar nervioso es más complejo de lo que crees. Muchos lo toman como la sensación de temor por hacer algo que llevan esperando, pero, si lo piensan bien, detrás de eso está el tiempo. Te prepararás para algo, a veces con anticipación otras veces llega de la nada, pero cuando te pones nervioso es el presente, y estás pensando en algo que hiciste en el pasado pero que va a pasar en el futuro.

Todo es el tiempo. lo qué pasa, lo que está pasando y lo que va a pasar.

Yo estaba pensando en lo que estaba pasando, nerviosa por lo que estaba pasando y decidiendo controlar lo que pasaba. Para mi no había pasado ni futuro, solo era el presente. Un presente que luego se convertía en pasado, pero ya dejaba de pensar en el y pensaba en el nuevo presente.

Complicado. ¿Verdad? Por esa razón cerré el libro que tenía en mis manos y agarré mi teléfono, viendo la pantalla de inicio vacía sin ninguna notificación. Suspiré y lo lancé hacía el asiento del copiloto de mi auto el cual se encontraba vacío desde hace cuarenta minutos. Cuarenta minutos en los que no me permito pensar en más nada si no en el presente, porque pensar en el futuro me llevaba a elegir entre dos caminos, uno en el que todo era color blanco y otro en el que todo era negro.

Pero claro, olvidaba que también existía el color gris.

Me concentré nuevamente en el libro, aunque nunca había sido buena leyendo y las palabras no se quedaban grabadas en mi cerebro. Pero así estuve durante minutos, hasta que se volvió una hora, una hora y media, y luego el volvió. Sentí dos ligeros toques en el vidrio de la ventana a mi lado, me sobresalté y lo vi inclinado indicándome que lo bajara. Lo hice.

-Quiere hablarte- Su tono fue débil pero su mirada estuvo firme sobre mis ojos. Fruncí el ceño y abrí la puerta.

-¿Que sucede? ¿To está bien?- Salí del auto y dejé el libro sobre el asiento que acabé de dejar. Cerré la puerta y lo miré.

-Si, bueno, eso creo- Se encogió de hombros y me sentí aliviada al no ver tristeza en sus ojos. Suspiré.

-Binnie, eso es bueno pero... No entiendo-

El se acercó y tomó las llaves del auto de mi mano, lo bloqueó y luego me las entregó, las tome y cuando las dejé en el bolsillo de mi chaqueta, se apresuró a tomar mi mano y guiarme hacia el interior de la casa.

No su casa, la de sus abuelos.

-Yo tampoco lo entiendo, todo ha sido muy confuso pero es un avance. -Subió los escalones que llevaban a la entrada de la casa y se giró para mirarme. -No se volvió loco al verme, Linna. Adivina que hizo.

-No lo se- Su mirada me decía muchas cosas. Esperanza, tranquilidad, deseo, pero no felicidad. No se veía feliz. -¿Te habló bonito?

El negó con la cabeza y abrió la puerta de la casa. Siempre había sabido que la familia de Changbin tenía dinero, pero aún me sorprendo de lo que los ricos hace con ello. La casa se veía más grande por dentro de lo que se veía por fuera. Un gran ventanal que daba vista a un patio trasero le daban una iluminación natural a la casa y las paredes gris azulado junto con los muebles blancos me hicieron sentir como si estuviera en el cielo. Changbin no reparó en nada, ya estaba acostumbrado a la extravagancia del dinero, pero me sorprendió ver ese brillo en sus ojos de cuando ves algo increíble que no sabes explicar, algo que parece estar fuera de todos los límites de la cordura pero que aún así parece tan real que no lo puedes creer.

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⏰ Última actualización: Feb 13, 2021 ⏰

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Egocentric  -; ChangbinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora