treinta y cuatro.

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34.

Venus Moraga.

había pasado alrededor de un mes desde lo del secuestro, y este había dejado secuelas en ambos pero muchas más en mí a causa del evento pasado. Cuando viví el primer secuestro evité ir al psicólogo, no quería que nadie se enterara además de que me daba miedo contarselo a alguien más porque no quería que ninguna otra persona se viese involucrada en aquel hecho.

con Agustín estábamos yendo a las sesiones con la psicóloga, íbamos cuatro veces al mes, lo que vivimos no fue fácil pero lo estamos llevando. El que podamos vernos las veces que queramos y sin ocultamos ha hecho que todo esto sea menos complejo.

ahora mismo me encontraba en mi apartamento al lado de Agus, quién preparaba unas milenesas para la cena mientras que yo recién terminaba mis tareas de la universidad. Vicky y Enrique habían salido.

— ¿cómo ves esas milanesas? Deberían llamarme para máster chef papá. —decía mientras sonreía orgulloso al ver cómo estaban quedando.

—pero si no te gusta cocinar a vos, de segura salís en la primera. —contesté riendo y él me miró ofendido.

cuando todo estuvo listo, servimos la mesa y encendimos la televisión para ver "máster chef" mi novio era fanático.

—pero mirá amor, mirá lo mal que le quedó. —decía mientras señalaba a la pantalla y criticaba el platillo como si fuese todo un experto.

iba a contestarle pero el llamado de la puerta nos interrumpió. Me levanté de la mesa y caminé hasta la puerta, detrás de ella estaba Enrique solo, alcé mi ceja y lo dejé pasar.

—¿qué hacés acá solo? —pregunté mientras volvía a sentarme al lado de Agustín.

—Victoria no tarda mucho en llegar, se quedó comprando helado y fernet ya casi vuelve —contestó y yo asentí— es que quiero contarles algo antes de que llegue. —se le veía nervioso.

—¿hiciste algo malo Quique? —inquirió Agustín, miré al español frente a nosotros y junté mis cejas.

—no, no —contestó rápidamente— es que desde hace un rato lo vengo pensando y ya me decidí... Quiero pedirle matrimonio a Victoria.

abrí mis ojos con sorpresa, Agustín alzó sus cejas y sonrío grande.

—bien por vos amigo, si es lo que vos querés y de verdad la amas a mí me parece lo correcto. Lo mejor que podés hacer es, invitar al amor de tu vida a pasar el resto de sus días juntos. —decía mientras tomaba mi mano y daba un leve apretón.

—me alegro mucho de ver que ames tanto a mi amiga, ella te ama a vos y sé que no dudaría en darte el sí. Tranquilo que acá te ayudamos con eso. —contesté.

[...]

habíamos venido a cenar a un restaurante los cuatro juntos, hoy Enrique le pediría matrimonio a Victoria y yo me sentía más nerviosa que mi amigo.

habíamos llevado todo muy bien, y la ojiverde no tenía sospecha alguna de lo que estaba por suceder.

—tengo ganas de hacete una invitación —hablaba el barcelonés mientras veía a mi amiga.

—¿a dónde me querés invitar?

—me gustaría invitarte a pasar el resto de tus días conmigo, me gustaría invitarte a casarte conmigo. —soltó, sacó la pequeña caja que estaba bajo la servilleta.

el brillo que adornaba los ojos de mi amiga era precioso, y la sonrisa que adornaba su rostro era incomparable. Un par de lágrimas rebeldes bajaron por las mejillas de la rubia, y después de tirar se sobre su novio para darle un abrazo, le dio el sí.

raptae ; acruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora