treinta.

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30.

Venus Moraga.

los cuatro estábamos frente al televisor mientras veíamos la película, sabía que para una persona como Agustín no era sencillo estar encerrado tanto tiempo pero se esforzaba.

— ¿os gustaría salir a comer a un restaurante? —habló el español, Agustín y yo miramos al español y vicky le dio un codazo.

—estaría lindo, pero no podemos salir al menos Venus y yo —contestó Agus— pero si vos y Vicky quieren salir pueden ir tranquilos.

—no, no hace falta podemos pedir un domicilio. —sugirió mi amiga.

—eu, no pero si ustedes quieren salir vayan nosotros nos quedamos acá y pedimos algo. No se queden encerrados solo por nosotros.

me levanté del sofá para ir a mi pieza mientras que Cruz venía atrás, no me había molestado con el español, para nada. Pero me sentía mal porque una parte de mí quería poder salir con mi pareja y amigos sin temor a nada.

—eu ¿estás bien? —preguntaba Agustín mientras se acostaba a mí lado.

—sí, sí sólo que quise venirme para acá porque ellos también merecen su espacio. —contesté.

—supongamos que te creo, pero vos sabés que a mí no me mentís Moraga —dijo y yo sonreí— perdóname porque si yo hubiese saldado mis cuentas podrías estar tranquila, y podríamos salir. —decía mientras pasaba un mechón detrás de mi oreja.

—no tenés que pedirme perdón, ninguno de los dos tiene la culpa de que exista un hijo de puta que quiera hacerte daño. —contesté.

—yo creo que deberíamos aceptar la invitación de Khan, podemos ir a un restaurante poco conocido ir y venir en uber ¿te parece?

—te expones demasiado viendo hasta acá, y quieres salir a comer ¿estás seguro? Agustín no quiero que te pase nada. —dije poniendo mi mano en su mejilla.

—nada pasará Venu mi ángel nos cuida. —decía mientras señalaba hacia arriba.

la muerte de la abuela de Agustín había sido un hecho bastante fuerte en la vida de él, recuerdo haberlo visto llorar durante semanas a causa de la pérdida de su abuelita, a decir verdad hasta a mí me había afectado. Cuando la conocí fue muy dulce conmigo, y siempre me trató como su nieta, sabía que de ella el joven rapero a mi lado había heredado la dulzura que poseía.

—estoy segura de que tu ángel no quiere que te expongas. —contesté.

—mi ángel nos cuidará —reiteró— ¿entonces?

que difícil era para mí negarme ante esa sonrisa y ese par de faroles que iluminan mi vida.

raptae ; acruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora