veinticuatro.

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24.

Agustín Cruz.

la emoción que siento es la misma de cuando empezamos a salir, siempre fue así siempre me ha hecho feliz y mi alma desea que su presencia me acompañe durante la eternidad, yo deseo que seamos jodidamente infinitos. Aunque no niego que desde su declaración me siento inquieto, y comprendo que con vernos estamos poniendo demasiado en riesgo pero ¿quién soy yo para contradecir a un alma feliz y un corazón enamorado? aunque sean míos no puedo controlarlo.

la sensación cálida que siento cuando sus labios rozan los míos, o cuando chocan contra la piel de mi mejilla, no pido nada más con esto yo soy feliz. Lo enamorado que me siento, la sensación de estar completo teniéndola a mi lado es algo que extrañaba, Venus es la joya más preciosa e importante de mi vida, la conexión que creamos durante años es sumamente fuerte.

la morocha a mi lado deja un par de besos en mi mejilla, pero yo tomo su rostro con cuidado para poder besarla en los labios porque lo de hace un rato no fue suficiente, y sentir como ambos incrementamos la velocidad de los besos y la necesidad de sentirnos hace que el calor también suba. Sus labios en mi cuello y mis manos en su cintura hacía que todo lo demás pase a un segundo plano, ahora solo quiero enfocarme en una cosa.

Venus y las mil sensaciones que me hace sentir, nada más.

el volver a tener la dicha de contornear y acariciar su cuerpo era maravilloso, como siempre, ella es la mejor obra de arte ante mis ojos y eso es lo que importa. 

entre pasos torpes y caricias que me hacían temblar logramos entrar a su pieza, besos lentos y desprendimiento de la ropa, ambos necesitábamos acelerar esto porque el roce de nuestras pieles nos quemaba y necesitábamos llevarlo acabo de una vez por todas. 

dejo algunos besos en sus clavículas y sus manos en mi espalda mientras sube y baja sus uñas, son sensaciones que no cambiaría por nada, los movimientos lentos son una tortura pero que repetiría cientos de veces. Todo lo que tenga que ver con ella lo repetiría sin dudar.

[...]

la oscuridad nos acompañaba, y en la habitación únicamente se escuchaban las aceleradas respiraciones de ambos. Ella hacía círculos en mi abdomen mientras yo dejaba besos en su cabeza. En mi mente quedaría guardado en una cofre este momento, me parece necesario.

— Venus, volvamos. 



raptae ; acruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora