⚜Día 2⚜

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Para cualquier otro, un día en el trabajo podía parecerle monótono, para otros aburrido, también estan las personas que odian su trabajo, pero ¿cuántos podían decir que amaban su trabajo?, yo me incluía dentro de esa minoría que podía afirmarlo, amaba mi trabajo, pero que deprimente, amar trabajar en una zapatería.

–¿Necesita algo más señorita?– Le pregunté amablemente sonriendo a la mujer que había ido a comprar unos zapatos cómodos de piso, mala suerte la mía, pero no me desanimaba.

–No, muchas gracias, me llevo estos– Se los quitó y me los entregó para que pudiera meterlos en su caja.

Tenía unos pies muy bonitos, era una lástima que no hubiera estado ahí para llevarse algunos tacones, había unos nuevos modelos de temporada, verdaderamente hermosos.

–Que tenga un buen día– Le dije cuando entregué el cambio de su compra y ella se fue, todavía deteniéndose a mirar, claro, los tacones, esenciales en la vida de una fémina.

Suspiré sin quererlo pensando en que todavía no había llegado una persona que pudiera querer zapatos altos, para mi mala suerte ahí estaba mi compañero de trabajo para escucharme en medio de mi melancolía.

–¿Aburrido, Sorrento?– Acababa de llegar con la comida del medio día que fue a comprar por ahí cercas.

–Algo así– Dejé de recargar la barbilla en la mano y fui por el emparedado que le pedí mientras cerrábamos por un momento y nos íbamos a la parte de trasera a comer –A sido un día sin movimiento–

–Tú eres la única persona que conozco que no disfruta de un momento de tranquilidad–

–Es porque tú odias tu trabajo Kanon, y no quieres estar aquí– Aclaré –¡Hey!– Revisando mi comida encontré eso que le pedí no le pusiera –Te dije que sin tomate– Empecé a quitárselo.

–Lo siento– Cambió de tema para que no le recriminara algo más –por cierto Sorrento, Sobre lo anterior, me di cuenta de algo– Iba a comenzar a comer tranquilamente, pero eso que acababa de decirme alarmó mis sentido por una muy simple razón, el miedo.

–¿Qué cosa?– Mantuve la calma por fuera, no podía sacar conclusiones apresuradas.

–Estás aquí por las mujeres, ¿no es así?–

–No te entiendo– Necesitaba que me lo explicara.

–A mí no me engañas, esa cara linda te ayuda mucho y hay que admitirlo, ¿quiénes son las personas que más entran en una zapatería?, las mujeres, ya sean las madres a comprarles a sus hijos o las esposas para sus maridos que no ponen un pie por aquí– Que idiota, incluso su sonrisa lo delataba –Ya te descubrí–

–No– Lo negué todo –Estoy muy seguro de que ese eres tú– No me cabían dudas.

–No, no pienses eso– Igualmente lo negó –Nunca me metería en un lugar que me fastidia tanto, sólo por mujeres– Sonrió incluso más tonto que de costumbre –El dinero– Acarició las yemas de sus dedo, pulgar e índice –Es lo único que vale la pena– Me hizo reír, él y con sus caras siempre lo conseguía.

Quizás tenía razón, el dinero era mejor que los intereses románticos. No podía imaginar a otros hombres con el mismo trabajo si no fuera por la necesidad de un suministro económico o la ventaja de conocer posibles parejas, a menos que fueran como yo, mi amigo y compañero caía en la primera categoría y le creía porque lo conocía, era respetuoso, eso sí, pero jamás iba más allá de lo que dictaban los modales, poca platica con las clientes, poco interés general en ellas y bastante apático en ocasiones.

Al terminar la jornada, no tenía otro lugar al que dirigirme que a mi casa, los apartamentos que escogí eran tranquilos la mayoría del tiempo, pero a veces podía haber ocasiones quien faltara a la regla.

30 Dias De Otp (Kanento)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora