⚜Día 9⚜

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No podía evitarlo, no me gustaba que me llamaran llorón, pero no podía evitarlo, todos eran tan malos conmigo por lo mismo, un ciclo vicioso que evitaba que hiciera amigos, tampoco era como si quisiera hacer amistades con ellos, eran tan tontos, infantiles y abusivos, también las niñas, eran pequeñas brujas insufribles.

–¿Qué pasa Sorrento?– Fui con el profesor.

–Me...– Estaba llorando y tenía hipo, por lo mismo no podía hablar correctamente y tampoco podía ver bien –Me... ¡hip!... me quitaron el juego– Recién me habían regalado una Ps que había puesto en mi mochila, para pasar el rato, la media hora que se suponía que era para comer, pero me la pasaba aburrido y solo, así era no tener amigos.

Cuando lo había buscado en mi mochila, resultaba que no estaba adentro y después de averiguar quien había sido el que la tomó y exigirle que me lo regresara, cosa que no hizo, estaba ahí con el profesor.

–Primero cálmate, no vayas a ahogarte– Cómo sería la cosa que el profesor tenía para mí una caja de pañuelos de papel en el cajón de su escritorio, con uno limpió mi nariz y con otro mis ojos.

Yo quería mucho al profesor, me recordaba a mi papá con su forma tan cariñosa de ser conmigo y sus cuidados, todos lo querían, aunque fuera más joven que mi progenitor.

–Gracias– Sólo quedaba mi hipo y el calor de mi rostro.

–Yo me encargo de eso luego, ve a disfrutar de tu receso– Me dio una palmadita para que me fuera y me sonrió como si eso fuera a inspirarme a salir.

–No quiero– Agaché la cabeza.

–¿Qué?, ¿por qué?– Él no lo entendería.

–Hay mucho ruido afuera–

–Pero necesitas salir a jugar Sorrento– Insistió.

–No quiero– No me haría salir. Después de un rato de silencio volvió a hablar

–¿Quieres hacerme compañía?–

–Sí– Lo prefería. En verdad quería acompañarlo

–Sólo esta...– Iba diciéndome algo cuando fue interrumpido por su teléfono y contestó, por la forma en que habló y lo poco que dijo, no parecía ser una cosa buena.

–¿Quién le hablaba?– Pregunté cuando terminó.

–Nadie importante– Miró su teléfono –¿Tú no tienes teléfono?–

–Sí ...– respondi avergonzado, Pero no lo traigo a la escuela. Mi profesor sonrio negando con la cabeza

–Yo a la edad que ustedes tienen muy apenas y existían, jugaba con bolas de papel– Sonó como un viejo –¿Y te gusta enviar mensajes?– Cambió de tema aunque muy relacionado.

–No tanto, no tengo a quien enviarle– El profesor sonrió y sacó un cuaderno junto con una pluma.

–Dime, si te diera mi número, me mandarías uno– Que vergüenza, no podía creer que me viera tan desesperado como para que el profesor pensara en darme su número.

–No lo sé– Dije en voz baja arrastrando la mirada por el suelo.

–Qué lindo– Apretó mi mejilla y me quejé –Así de lindo dan ganas de comerte– No pensé en nada malo, mi abuela hacía lo mismo conmigo, aunque ella me dejaba los dos cachetes completamente rojos de tanto que los apretaba –Ten– De cualquier forma lo escribió y me entregó un cuadrito de papel con el número escrito –Si quieres platicar con alguien puedes hacerlo conmigo–

–Gracias– Lo acepté.

Tal vez él profesor Kanon lo hacia como un método para que no me excluyera tanto del salón, pero para mi este gesto significaba mas que eso.

30 Dias De Otp (Kanento)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora