Victoria
– ¿Qué crees que va a pasar? –Me pregunta Luna con voz entrecortada.
–No lo sé. –Respondo
– ¿Crees que estamos en peligro?
Sí.
–No lo sé.
Nos quedamos calladas por un momento, puedo escuchar la respiración entrecortada de Lu y tengo que hacer un esfuerzo para controlar mi respiración y parecer relajada. Luna dejo la fachada tan pronto Eric y Noah se fueron. Yo necesito mantenerla solo un poco más, por ella, por mi.
Abro la puerta del auto apenas Luna estaciona frente a mi casa y me bajo rápidamente.
–Deja de preocuparte. –Le digo y ella me mira como si estuviera loca, probablemente lo estoy.- Todavía no sabemos qué va a pasar, tenemos que mantenernos tranquilos y alerta, pero no más que eso.
Mi mejor amiga asiente pero puedo ver la ansiedad en sus ojos azules. Suspiro suavemente y me quedo parada en la acera hasta que veo su auto desaparecer. Entro con cuidado a mi casa. Y me sorprendo cuando veo el plato de comida casera al lado de una nota con mi nombre. Genial mi madre esta casa. Caliento la lasaña con cuidado y me escondo en mi habitación tan rápido como puedo.
Dejo el plato en mi escritorio y me doy a mi misma el tiempo para entrar en pánico. Me dejo caer en mi cama mientras las imágenes de docenas de chicas se pasean por mi cabeza, algunas coinciden con las de las chicas desaparecidas, algunas nunca las he visto pero eso no importa. Eso no es importante cuando me pongo a pensar lo que todas esas chicas y quien sabe cuantas más deben estar pasando ahora, cuantas deben seguir vivas, cuantas van a ser encontradas en los próximos días cerca de donde viven sin órganos. Se me revuelve el estomago y me obligo a dejar de pensar en eso. Me seco las lágrimas que no note que caían y voy a buscar mi lasaña con manos temblorosas. Como en silencio y me quedo en la misma posición por horas antes de acostarme.
Intento salir a correr en la mañana pero no puedo dejar de saltar con cada sonido que escucho, cada paso, cada auto, las ruedas de las bicicletas. Necesito relajarme, necesito calmarme pero no puedo.
Sigo igual en la escuela, y tengo que controlarme para no saltar con cada sonido que escucho frente a Luna y a Noah. Ya están lo suficientemente preocupados, no necesito que se preocupen por mí.
Pasan días igual, casi una semana, y todos llegamos al consenso de que no estamos en peligro, pero sé que nadie lo cree. Cada día estamos más pálidos y temblorosos. Sin excusar ni razón, nuestros padres empiezan a sospechar que hay algo mal con nosotros. Por lo menos yo puedo decir que estoy teniendo pesadillas sobre ahogarme de nuevo, eso calma un poco a mis padres.
Luna y yo posponemos una parte nuestro proyecto de fotografía tanto como podemos, pero llega un punto en que la profesora nos pide la foto y ya no podemos hacer nada más.
Por eso justo dos semanas después del incidente mi mejor amiga y yo nos encontramos en el cementerio. Es un sábado a las tres de la tarde, todo está bien iluminado y estamos a pocos metros del guardia, es lo único que nos da seguridad.
-Darle enseguida las locaciones a la profesora es lo más estúpido que hemos hecho. –Digo mientras busco el ángulo perfecto para sacar una foto a la estatua de un pequeño ángel sobre la tumba de un niño. Suspiro, parce que últimamente no me puedo deshacer de la muerte, no creo que nadie pueda una vez que ya han sido tocados por ella.
Levanto la cabeza unos segundos después para ver por qué Luna no ha contestado y la encuentro con la cámara pegada a la cámara mirando un punto fijo en la distancia. Me acerco con cuidado a ella y apunto mi cámara en la misma dirección. Dos hombros cargan el cuerpo de una mujer. Miro a Luna y la veo con la cámara en la misma posición, temblando, sin pensarlo tomo unas cuentas fotos y luego con cuidado tomo la mano de Luna, que deja que la cámara caiga contra su pecho y trato de salir de ahí sin hacer ruido, y sin sacarle los ojos de encima a esos dos hombres. No funciono.
Siento una mano fuerte alrededor de mi cuello, y antes de que pueda procesarlo estoy en el suelo con un hombre encima intentando ahorcarme. Intento librarme pero no puedo moverme, en muy pesado. Busco a Luna con la mirada y veo que se encuentra en una posición parecida pero siendo estampada contra un de las múltiples estatuas del cementerio. Saco mi gas pimienta del bolsillo pero no logro nada, el tipo lo toma y lo lanza antes de que pueda hacer algo.
Con más cuidado y sigilo, saco mis llaves del bolsillo, mientras lucho por mantener los ojos abiertos, los pulmones me queman, y me lloran los ojos. Sin que el hombre lo note, tomo mis llaves y se las clavo en el cuello. Se lleva una mano a la herida por instinto lo que me da tiempo de soltarme, y enterrarle las llaves de nuevo mientras salgo corriendo. De algo manera Lu logro escapar también, y corre en la misma dirección que yo con el gas pimienta en la mano, ambas gritando por ayuda.
Me atacan por detrás, intento luchar contra él y mis uñas dejan una marca en su cara. Logro zafarme pero me atrapa cintura y me lanza de cara al suelo.
Aprovecho mi posición para patearlo, y no puedo dejar de pensar que debería haber elegido los tacones esta mañana.
Escucho un golpe, y me doy vuelta para ver a Luna quien está libre, el hombre con el que estaba forcejeando se encuentra inconsciente en el suelo, y mi amiga temblando. Me pregunto por qué no está corriendo, cuando siento que el hombre que hasta ese momento estaba encima mío se para. No más de unos segundos después vuelvo a escuchar el mismo golpe y el hombro que me atacó, cae al suelo también. Me paro cuidadosamente y veo al guardia del cementerio sosteniendo una pala. El hombre, de unos cuarenta años, se acerca a nosotras y nos toma del brazo.
-Hay que sacarlas de aquí. –Nos dice, y nosotras asentimos en silencio. Nos lleva a su cabina, y nos sentamos en silencio mientras llama a la policía. El guardia nos deja solas por unos minutos y yo me doy vuelta hacía Luna.
-¿Qué les vamos a decir? –Pregunto con voz rasposa. Mi amiga luce confundida y hay sangre corriendo desde su sien.
-¿Qué? –Murmura.
Niego con la cabeza.
-Vamos a decirles la verdad, vimos a dos hombres cargando un cuerpo mientras tomábamos fotos para nuestro proyecto de arte, nos quedamos paralizadas por la sorpresa y cuando quisimos irnos nos atacaron.
-La verdad. –Repite. –Suena simple.
Asiento, tal vez lo sea.
El señor vuelve con unas tazas de y unas colchas anunciando con suavidad que los hombres que nos atacaron ya no se encontraban donde los habíamos dejado. El pánico me invade, y el hecho de que todavía no puedo respirar bien lo hace todo peor. Agarro con fuerza mi taza de té, intento no llorar.
Los policías llegan unos treinta minutos después del incidentes. Nos hacen preguntas sobre lo que paso con voces suaves y calmadas, respondemos con la verdad, y parece ser suficiente. Nos llevan a la estación de policías y nos separan para recolectar evidencia, les doy mis llaves, la tarjeta de memoria de la cámara que está destrozada y sacan muestras de ADN de debajo de mis uñas. Todo se siente como si estuviera dentro del agua, todo se ve distorsionado y se siente casi irreal. No me gusta ese sentimiento.
Uno de los oficiales me dice que ya llamaron a mis padres y que ellos me van a llevar al hospital, para ver si tengo alguna herida de gravedad. Pregunto por Luna, me dicen que creen que tiene una contusión y que ya la llevaron al hospital. Estoy tentada a preguntar por Jackson Baker, tener un hombre familiar sobre el que inclinarse no me haría mal, pero no lo hago, si estuviera de turno se habría aparecido por aquí apenas hubiera oído mi nombre.
En algún punto de día, no mucho después de haber llegado, mis padres me viene a buscar y me llevan al hospital. Mi cuello duele, pero a pesar de la fuerza usada no hubo ningún tipo de desgarro en la tráquea o hemorragia. Tuve suerte, me dan unos analgésicos y apenas llegamos a la casa mis padres me mandan a la cama.
Estoy a punto de quedarme dormida cuando siento un peso en mi cama. Abro los ojos y encuentro la silueta de Eric en la oscuridad.
Me mira unos segundos antes de preguntar en susurros:
-¿Estás bien?
-¿Cómo supiste? – Pregunto sorprendida. Me mira confundido y sé que solo se pasaba por mi casa para hablar o molestarme un rato, tiene una tendencia a hacerlo. Tomo mi celular y veo la hora, son apenas las ocho, no me sorprende que piense que hay algo mal.
-¿Saber qué? –Susurra.
-Fuimos atacadas. –Le informo en el mismo tono. La preocupación brilla en su cara y me vuelve a preguntar si estoy bien, esta vez más alarmado.
Cuento la historia por tercer vez en el día, pero me siento mucho más cómo contándosela a Eric que a todas esas personas. Escucha con atención y no me pregunta nada sobre el asunto solo me pequeñas palmaditas en las piernas cuando siente que estoy poniendo muy nerviosa.
-¿Quieres que me vaya? – Cuestiona.
-La verdad no. –Respondo.
-Tienes que dormir.- Me advierte. Ruedo los ojos.
-Por qué no me hablas sobre tus nuevos descubrimientos acosando a los compañeros de trabajo de tu padre.- Ofrezco.
-No creo que sea lo que necesitas en este momento. Tienes que relajarte.
-¿Has descubierto algo nuevo sobre ser fantasma? –Pregunto somnolienta.
-No en realidad. –Contesta. –Pero si he tenido mucho tiempo para poner al día sobre las películas de esta generación.
-¿Qué has visto?
-Marvel más que nada. –Admite.
Me río suavemente mientras el empieza contarme sobre todas las película que ha visto, no me doy cuenta cuando me quedo dormida.
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Tormentos Del Pasado
ParanormalEl mundo de dos chicas se pone de cabeza cuando un crimen sin resolver llega a sus vidas de la manera más inesperada posible