Capitulo 8

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Disclaimers: Ninguna marca o empresa que puedan reconocer en este capitulo nos pertenece. No importa cuanto nos gustaría.

Book Duet.

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Luna

Me mantengo en silencio mientras escucho a Eric hablar, y los siguientes 15 minutos de tensión también. Me pregunto vagamente fue lo que me pasó por la mente cuando decidí venir para acá, y de la misma manera vaga recuerdo mi pequeño mantra. Hey, tu no pones buenas idea en mi cerebro, ¿Cierto, mi amigo de arriba?

- Oigan, entiendo que esto sea difícil de entender pero… 

- Cállate. Cállate por favor. Me irrita tu voz en este momento. – Eric frunce el ceño, aparentemente sorprendido con mi actitud. Tori está apoyada en la puerta de la cabaña, con los ojos cerrados, y es bastante difícil definir si está despierta o no. – ¿De verdad esperas que te creamos? Aún si lo hacemos, tú quieres nuestra ayuda y estoy casi segura que un par de adolescentes no pueden hacer demasiado para ayudarte. – Mi voz poco a poco va aumentando y casi sin quererlo me paro frente a él, encarándolo; y de pronto siento que todo esto está muy por encima de mí.

- Luna, tranquiliza tu ímpetu. – La voz de Victoria logra tranquilizarme y recién noto que estaba enterrando las uñas en las palmas de mis manos. Cierro los ojos por un par de segundos, mientras regulo mi respiración, y poco a poco me doy cuenta que actué de manera irracional. Una aventura Luna. Una aventura. 

- Lo siento. – Susurro poco antes de abrir los ojos y mirar al chico frente a mí que parece más que anonadado.

- Vaya… Eso fue… – Carraspea un poco, desviando la mirada un segundo a otro lugar que no fuéramos Tori o yo. – Quiero que me ayuden. Llevo muchos años en esta situación… No pueden llegar a saber lo asfixiante que es todo esto… Mi padre hizo algo imperdonable… Impío, ¿Cómo un padre puede simplemente asesinar a su hijo, a sangre fría? Mi padre debería pagar por lo que le ha hecho a…

- Tú lo que quieres es venganza. Cliché. – Victoria parecía molesta de pronto con toda esta situación, o a lo menos eso era lo que connotaba su voz. – Quieres nuestra ayuda. Pero no esperes que dos adolescentes puedan hacer mucho por tu patética existencia movida por una ridícula venganza. 

-No espero su ayuda sin beneficios de por medio. Sólo tengan en mente que un fantasma puede hacer más de lo que creen. – Y pude ver como sus ojos brillaban en sangre. Él definitivamente no era un chico inocente como Gaspar, víctima de las circunstancias. Eric Stone era una persona de armas tomar. 

- Un artículo del periódico escolar de mi escuela. Quiero un artículo. Tan interesante que ni siquiera del engreído de Daniel podrá criticarnos. – Tori de pronto me mira interesada, dejando de lado su súbito acceso de ira.

- Eso suena interesante… Pero somos dos, no esperes que solamente Luna pida su parte del trato. – Victoria se cruza de brazos y abre la boca para decir algo, pero se ve interrumpida de pronto.

- No les diré mí vida. – Eric se cruza de brazos y nos mira con una ceja levanta. A mis ojos ese es el mismo berrinche que hace mi hermano Benjamín. – No pienso ser parte de un infantil periódico estudiantil. Yo no pienso darles mucho más que una satisfacción moral por su ayuda.

- Pues bien… – Comienzo yo, en la misma posición de contradicción. Mi moral estaba bien, y si ese chico pensaba que podría llegar a arriesgar mi trasero por él a cambio de moral, estaba más que equivocado. – ¿No qué querías nuestra ayuda? Eso fue lo que dijiste… 

- … ¿No fue por eso que nos contaste todo? – Continúa Tori, que nuevamente parece molesta, pero a diferencia de la vez anterior, la entiendo perfectamente. – Mira niño, no pienses que una simple amenaza nos puede amedrentar. No es precisamente que seamos unas interesadas, pero lo lamento, la compasión no va conmigo. No tengo la más mínima intención de ayudar a alguien tan ridículamente vengativo. 

Me dirijo a Victoria y le miro a los ojos con el claro mensaje de “Larguémonos lo antes posible”. Si algo había aprendido en lo poco que conocía a Eric Stone era que no era una buena idea hacerle enojar. Paso de largo y abro la puerta; lo primero que siento es una agradable brisa helada.

Avanzo al auto y siento los acompasados pasos de Tori a mis espaldas. Nos subimos y conduzco en un silencio denso. Tori tampoco habla. Me orillo cuando siento que estamos lo suficientemente lejos de la cabaña y casi en un acuerdo tácito suspiramos aliviadas al mismo tiempo.

- ¿Sabes? De alguna manera siento que su historia es verdad. Y que por muy raro que suene, ese chico es un fantasma… – Iba a decirle lo mismo cuando soltó un bufido como de resignación. – Que raro suena decir “Es un fantasma”, parece una novela barata.

Una risita divertida salé de mis labios y de pronto estoy riendo a carcajadas, liberando la tensión que no había notado, que estaba acumulada en mi cuerpo. De pronto escucho la cantarina risa de Victoria y a los segundos parecemos dos lunáticas riendo por nada. Cuando siento que la emoción del momento pasó y el ataque de adrenalina que me llevó a una cabaña abandonada, me deja, suelto un suspiro cansado.

Una vez entras, no puedes salir, pienso. Y el pensamiento es tan fuerte que siento que jamás me abandonará, y de pronto me doy cuenta que esto no es normal. Que acabo de meterme junto a Tori en algo que posiblemente nos sobre pasa. Nuevamente siento miedo.

Una aventura Luna, ¿No es eso lo que quieres?

- ¿Y ahora qué? Nos ganamos la molestia de un fantasma vengativo que posiblemente nos atormente hasta que le ayudemos a completar un objetivo del todo cliché e inalcanzable… – Ella se encoge de hombros, como restándole importancia, y dejándolo como algo simplemente banal. 

- Esto amerita un café del Starbucks y una hamburguesa del Burger King. Enfrentarse a fantasmas furibundos da hambre. – Me sonríe abiertamente, guiñándome un ojo. Casi parece relajada. 

Casi.

Porque puedo ver sus hombros tensados un poco, y posiblemente si no fuera porque la conozco de siempre no lo notaria. También, su sonrisa parece de foto, ósea, está forzando.

Le devuelvo la sonrisa y de esa manera lo entendemos. Nada será igual desde acá. Un escalofrió recorre mi espalda y por un segundo me siento tan observada que tengo el ímpetu de voltearme, pero hago lo imposible por evitarlo, ya que esas palabras resuenan en mi mente a un punto perturbarte: Un fantasma puede hacer más de lo que creen.

La idea de un café del Starbucks me parece más que apetitosa ahora. Aclarar mis ideas y pensamientos parece ser lo óptimo ahora. Y principalmente, poner la mayor cantidad de kilómetros entre Eric Stone y nosotras.

Tormentos Del PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora