Capitulo 10

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Luna

Si existía alguien que no me agradaba era DEFINITIVAMENTE Noah Baker. 
Desagradable, petulante, un gran amigo de Tori, deslumbrante, perfecto. Odioso en todos los sentidos posibles. Y por lo demás estaba casi cien por ciento segura que él no conocía mi existencia – Ese también era un hecho por el cual me irritaba.
Por eso, cuando entré a la sala del periódico escolar, me sorprendió – no agradablemente – verlo apoyado contra una de las mesas de edición y mirando sus converse. Aiden se me lanzó encima como siempre – Parece que tengo ese efecto en las personas – y me susurró al oído con suavidad: Él no se irá de acá hasta hablar contigo.
- Luna Gray, necesito…
- ¿Quieres una entrevista sireno-man? El reportaje es de Daniel, pídele a él cualquier cosa. – Me sorprende mi tono rudo, y Aiden, que continua abrazado firmemente a mí suelta una risita cerca de mi cuello. – Por cierto, no tienes el permiso para decirme Luna, ¿Entendido?
- Bien, mira, sé que te desagrado. Pero necesito hablar contigo… Ahora. – Sus ojos chocolates se dirigen a Aiden y frunce el ceño. – A solas.
Aiden se endereza de pronto, soltándome y dirigiendo sus verdes ojos a Noah-sireno-man. – Hey, deberías saber que la una razón por la que el club te dejó entrar es porque no queríamos meternos en problemas con Victoria, pero no tienes el derecho a tratar mal a cualquiera de nosotros solo por ser tú. Nosotros somos como una familia.
- Yo no he tratado a nadie mal, pero ya que ustedes lo ven así… - Se enderezó a su vez y se acercó con paso decidido a mí, tomando mi muñeca, por seguridad, estaba segura. – Luna, esto es serio.
Mis músculos se tensan bajo su agarre y tengo el impetuoso deseo de escupirle en la cara de niño perfecto que tiene. Me detengo y pienso en Tori. Tranquiliza tú ímpetu Luna. – ¿Qué pasó?
- Esa cabaña tiene un habitante y lo sabes. – Me quedo congelada un par de segundos, y sin quererlo inclino la cabeza, frunciendo un poco el ceño en suplica para que deje de hablar un poco. Al parecer el entiende y, aun tomando mi muñeca me lleva fuera de la sala de periodismo, y sorprendentemente Aiden no nos ha seguido. 
Me conduce por todo el colegio y estoy segura que el hecho de que el chico más popular me lleve a rastras precisamente a mí fue una cosa lo suficientemente novedosa como para ponerlo en Facebook. Mí móvil vibra a lo menos una 20 veces y son todos mensajes de personas a quienes no recuerdo haberles dado mí número. Bien, pienso, me acabo de convertir la nueva fuerte de chismes y mí popularidad ha aumentado un 12%
- ¿Hey? Sireno-man, detén tu show por favor. Estoy siendo un sujeto de chismes por tú culpa…
- Lamento arruinar tu TAN perfecta reputación. Y deja de decirme así, es insultante. – De pronto se detiene y estoy cerca de chocar con toda su bien formada espalda. Estábamos en la alberca, y como no había nadie practicando, el lugar estaba solitario. Aun así él mantuvo el agarre sobre mi muñeca y me llevo a los camerinos.
- No es mi culpa que seas el líder del equipo de natación. – Contesto encogiéndome me hombros dentro. De pronto, siento un ligero escalofrió en mi espalda y reconozco la sensación como: “Eric está acá”. Aun así no logro verlo, así que mantengo ese dato para mí.
- Bien. No entiendo porque te desagrado tanto. Pero el tema hoy no es ese. Lo que quiero es que dejen de investigar esa cabaña. Victoria no me escuchará, así que te lo diré a ti. Convéncela. Ya sabes. Yo no tengo ese poder sobre ella, pero tú sí. – El me mira directamente a los ojos, y de pronto desvía ligeramente la mirada y puedo estar segura que el efecto de los ojos de mi padre se me ha legado a mí. – Es peligroso.
- ¿Por qué? ¿Algún interés especial en nosotras? Si queremos meternos en el hocico de un lobo, eso no debería importarte. – Él vuelve a dirigirme la mirada y de pronto parece como si una idea demasiado entretenida le hubiese atravesado la mente, porque sonríe ladino.
- Para una persona de tu altura eso no suena tan altanero como piensas… Unas personas como tú y Victoria son fácilmente reducibles. Deberías saberlo. – Comienza a avanzar en un andar demasiado gatuno para ser intencionado y como instinto retrocedo un paso. Meto la mano en el bolsillo izquierdo y manoseo frenéticamente las llaves de mi auto, él relaja la postura y sonríe satisfecho. – No me agradaría que algo malo les pasara, aunque no lo creas, les tengo bastante aprecio.
- ¿Cómo lo sabes? – Pregunto de pronto. Por un momento me permito dejar de lado mi odio por él.
- Lo conozco… No creo que lo hayamos encontrado de la misma manera, pero estoy seguro que a ustedes también les pidió ayuda. Además Luna Gray, eres terriblemente obvia al escribir ese artículo. – Esa desagradable sonrisa no se borra de su rostro y me pregunto cómo es que Tori lo soporta.
- Lamento ser tan OBVIA según tú. – Cierro los ojos por unos segundos y de pronto me veo a mi misma en una moto, manejado a toda la velocidad que da. Sintiendo el refrescante aire en mi cara. Suspiro y vuelvo a abrir los ojos. – Noah, ni yo ni Tori hemos aceptado ayudar a Eric. No tienes de que preocuparte. Ahora, déjame irme. Tú definitivamente no quieres que te de una cachetada de nuevo, ¿cierto?
Él no dijo nada. Simplemente miró hacia otro lado. Yo me fui sin ninguna intención de volver a estar tan cerca de él. 
- Sigo sin entenderte. No lo comprendo… No recuerdo haberte hecho nada malo, incluso, siempre trato de ser la mejor persona contigo.
- Pues hoy no has sido muy perfecto que digamos. – Continúo caminando hasta salir del camerino.
- ¡LUNA! – Me volteo irritada a mirar a Noah, que sigue en el mismo lugar donde lo deje. – Lo lamento. Pero por favor no se entrometan más en esto. Es peligroso.
Tengo el deseo de decirle que lo sé. Lo sé mejor que Tori, tal vez incluso mejor que él, aun cuando su padre es policía, la mía es periodista y ellos no se detienen con nada. Mi madre se retiró.
Continúo caminado hasta que logro distinguir a Tori sentada cerca de la cancha de futbol. A su lado está Eric. Ambos me miran y por la mirada desesperada de Eric, noto que todo está mal.
- Hubo un asesinato… - Tori me mira, y recién noto que ella también se ve afectada. Cuando continua hablando, mi mente ya sabe lo que sigue, pero eso no hace menos impactante lo que sale de sus labios. – Y fue Michael Stone el culpable.

Tormentos Del PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora