Luna
Díganme tonta, ilusa o estúpida, o como quieran por entrar en la, posiblemente, casa más jodidamente terrorífica que he visto en mi vida, y, posiblemente también, a una muerte violenta segura.
Bien, pensé, si muero, será porque quería hacer una buena acción.
Escucho los pasos de Tori por detrás de mí y eso es lo que me da el ánimo como para abrir la puerta de la cabaña y entrar.
Hace mucho frío acá dentro.
Las cortinas están raídas, incluso, en una ventana no había; el polvo parece haber hecho de éste lugar su asentamiento permanente, porque no lograba distinguir ni un solo lugar que no tuviera polvo encima. También huele a viejo. A muy muy viejo. Y a formalina. La madera está levantada en lugares demasiados estratégicos como para que sea simplemente cosa de la humedad natural. En la esquina derecha, lejos de la ventana. A un lado de la única mesa del lugar, camino al pasillo a la derecha de la puerta…
El joven que está en medio de la sala tampoco me ayuda a tranquilizar mi mente.
Tiene 17, tal vez… Es difícil de decir, está de espaldas a mí, pero algo en su aura me dice que no debo acercarme demasiado a él. Está enojado. En sus pies hay vidrio quebrado, eso me asusta. Sobre todo porque los bordes están teñidos de rojo.
Solo recién noto que una de las ventanas está rota, la misma que no tiene cortina. Por eso hace frío. Retrocedo un paso, tomándole el peso a mis acciones. Puede que haya querido ayudar a esa persona, pero estoy segura que esa persona no desea ayudarme a mí.
Mi mente empieza a trabajar con rapidez, si esa persona rompió el vidrio, entro por la ventana y por eso es que hay sangre… Pero eso no tiene sentido, la puerta está abierta…
Mi espalda choca con algo y sin querer suelto un grito asustado que posiblemente se escuchó hasta el instituto. Me doy media vuelta con rapidez, sin haber procesado del todo que con quien choqué es Tori, y claro, como es típico, tropiezo con mis pies y caigo en todo mi esplendido trasero, ensuciando mis pobres pantalones burdeos.
Levanto la cabeza para ver a Victoria, y ella parece tan perturbada como yo cuando entré. Luego frunce el ceño y levanta su mano derecha con un spray de pimienta súper nocivo – Lo sé por experiencia propia. – en un gesto que sería realmente amedrentador si no midiera metro y medio.
Supongo que el joven se dio la vuelta, recién notando nuestra presencia, porque oigo una voz que de alguna manera me angustia, aun cuando sé que debe, por lógica, pertenecer al adolescente de atrás mío, decir:
- ¿Quiénes son ustedes?
- ¿Quién eres? ¿Qué haces acá? ¿Por qué hay vidrio con sangre? – Victoria habla por mí, resumiendo de buena manera todas mis dudas. Me levanto de un salto y me pongo a un lado de mi mejor amiga, esperando que dos enanas con buen gusto por la moda, un spray de pimienta y un par de cámaras fotográficas altamente peligrosas puedan asustar al adolescente loco que está frente a nosotras.
- ¿Qué? – Pregunta levantando una ceja y yo tiemblo ligeramente, su voz produce escalofríos en mí. No habla distinto que otros chicos de mi instituto, su voz es suave, y habla en un susurro. Posiblemente cuando crezca un poco más tenga esas voces graves que derriten chicas, pero hay algo en ella extraño, como si no terminara de pertenecer a él, no encajaba en su cuerpo. Su mirada era oscura, tal vez demasiado. – Soy Eric. ¿Quieres son ustedes?
- ¿Por qué estas acá? – Pregunto de pronto, dando un paso adelante y haciendo caso omiso a su pregunta. – ¿Tú eras quién sollozaba?
Por un segundo, sus ojos cafés se oscurecieron, como si una sombra cruzara por ellos. Sentí miedo de nuevo. Esta persona no era normal. No podía serlo. Parecía intentar medir su enojo, como si debatiera internamente si debía matarnos o no.
Pasó una mano por su cabello negro, despeinándolo ligeramente, mientras cambiaba de peso de un pie a otro, no parecía especialmente amenazante, pero recuerdo como en más de un capítulo de Criminal Minds los ignotos son parecidos a este chico.
También está el hecho que un vidrio siga en su mano izquierda, y por este caigan ligeras gotas de sangre.
- Es de mala educación responder con preguntas. – Dice el fin, entrecerrando los ojos. Nos mira fijamente, y aunque no soy buena leyendo gente, sé que le intrigamos. – ¿Quiénes son?
- Mi nombre es Luna, ella es Victoria. ¿Qué haces acá? – Le respondo rápido y trato de usar el tono más diligente que poseo, aunque posiblemente mi voz suene más como un chillido temeroso.
- Yo… – Se detiene de pronto, y frunce el ceño, molesto. Sus dedos se cierran en torno al vidrio y más sangre corre, al tiempo que vuelve a darse la vuelta y aplasta con el pie los vidrios rotos y un sollozo lastimero sale de sus labios. – ¿Saben de quien era esta cabaña?
- Michael Stone y su hijo. – Responde Victoria de manera casi
automática, la mira curiosa, pero ella no me devuelve la mirada, sigue con el spray en la mano y sus ojos están fijos en el tal Eric.
- Bueno, yo soy... sobrino de Michael Stone. No conocí a mi primo, pero mi familia quedó destrozada, ya nadie quiere acercarse a este lugar y nunca se ve a mi tío. Así que vengo aquí cuando necesito estar solo. Tuve una pelea con mi padre sobre... cosas y necesitaba descargarme. – Explica nerviosamente.
-Rompiendo la venta. – Apunta sarcásticamente Tori.
La ignoro y le pregunto con tono suave:
- ¿Estas bien?
No logro entender a la gente, nunca lo he hecho, y tampoco me esfuerzo demasiado, pero hasta cierto punto entiendo a este chico. Lo que no logro comprender es porque una persona necesita descargar su ira de esa manera, en un lugar tan poco convencional.
- Sí. – Responde secamente, dándose nuevamente la vuelta para encararnos. – Oh… Tengo una idea. Podríamos jugar Monopoly ¿Qué les parece?
- Tengo una idea también. – Dice Tori. – Nosotras nos largamos y tú continúas haciendo lo que estabas haciendo. ¿Qué te parece?
- Si esperan que me lance encima de ustedes para matarlas, están equivocadas, no me gusta la violencia. – Enarco una ceja mirando los vidrios molidos a sus pies y él carraspea ligeramente. – Eh, puede que no nos hayamos conocido de la mejor manera. Con una partida de Monopoly todo se arregla. Y sin violencia. O vidrios.
Suelto un suspiro y miro a mi amiga esperanzada. A fin de cuentas, no parece ser una mala persona, ella me devuelve la mirada y suelta una maldición por lo bajo, avanzando unos pasos para luego decirme:
- Y por esto yo soy la que sobreviviría en una película de terror…
L.D Sforza
-.-.-.-.-.-.-.-.
Nos gustaría saber que estan pesando de loq ue hemos escrito, si les gusta la historia y como creen que podemos mejorar
Book Duet
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Tormentos Del Pasado
ParanormalEl mundo de dos chicas se pone de cabeza cuando un crimen sin resolver llega a sus vidas de la manera más inesperada posible