SIGUE A TU CORAZÓN 💛

Capítulo 3

Mis días se volvieron aún más difíciles y cansados. Mi padre había encontrado cualquier excusa para golpearla de nuevo, y mi madre sólo se había agachado a sus pies para pedir perdón.

Cada vez que se presentaba esta situación, yo no tenía otra opción más que intervenir y poner mi cuerpo entre ambos. La golpeaba por la comida, la golpeaba por tropezar, porque la casa estuviera sucia, o limpia, porque se demoró en servirle la cena, porque no tenía suficiente sal, realmente creo que le faltó solo por respirar. Aun así, no podía permitirle que siguiera causando daño.

Sabía dónde golpearme, de tal manera que los demás no lo notaban. Mi madre seguía diciéndome que guardara silencio, y que no le contara a nadie lo que pasaba en casa, y seguía dejando que yo recibiera los golpes. Seguía curando mis heridas luego de que mi padre se fuera de nuevo de la casa, llorando mientras que rogaba por mí a Dios.

-Por favor Dios, por favor....

No sé de qué le servía a ella rogarle a Dios, si solo lo iba a permitir. Entre lágrimas por el dolor le recriminó su debilidad por ese hombre. El dolor en mi corazón era un más grande a medida que ella seguía defendiendo a mi padre y protegiendo su nombre.

Mi creencia en que ella me ama como yo a ella, se hace más pequeña cada segundo que pasa. Como alguien como yo puede si quiera dudar del amor de su madre.

La segunda vez que me interpuse en el camino de la correa de mi padre y el cuerpo de mi madre, lo hice de frente mirándolo a los ojos, quería ver lo que ella veía en él. Pero solo encontré a un hombre lleno de ira y sin razón golpearme una y otra vez, sin dudarlo, sin amagar, sin compasión en sus ojos.

Sin embargo, eso no fue lo que me hizo dejar de creer en lo bueno, sino después cuando adolorido en mi habitación, mire el techo y trate de hacer lo mismo que mi madre, y rogar a un Dios para que me ayudara.

Le pedí que me diera un poco de esperanza, en medio de un camino lleno de pruebas. Pero solo había silencio en la habitación, no había una respuesta. Y esta vez no llame a Mew, no quería seguir sintiéndome mal, y eso es lo que causaría si seguía pidiéndome que le dijera que pasaba, solo tenía que esperar a que Mew viniera.

Seguía asistiendo a la escuela, seguía asistiendo a mis clases de gimnasia con mi cuerpo adolorido, y aunque nunca fui popular, tampoco era alguien que llamaba la atención, yo solo era uno más entre muchos niños.

Evite el contacto físico con los demás, para que no me lastimaran sin saberlo, lo cual fue muy difícil cuando se hacía gimnasia. Pero mi vida seguía el camino que yo elegí, aunque no era el mejor, era el que debía escoger.

Mew había sido silenciado de mi vida, aunque no de mi corazón. La tan esperada visita para ir a la playa juntos se hacía cada vez más cerca, y mis ilusiones de irme de la casa por un día se volvió cada vez más apetitoso.

Sin embargo, cuando llegó el día en que el tío Mew debía llegar solo recibí un mensaje de su parte.

-Mew: "Gulf, lo siento. No podré llegar para ir juntos a la playa, Tengo que cumplir con una agenda de la cual no tengo otra opción que aplazar mi visita. Cuida mucho a tu madre. Te veré pronto." -Mis lágrimas fueron derramando se silenciosamente por mi rostro, no vendría, no lograría irme de aquí.

Miré hacia la ventana que había a un lado de la habitación y logré divisar el paisaje oscuro fuera de esta. Mi corazón se aceleró tanto que dolía en mi pecho, y mi respiración se volvió más errática a medida que las lágrimas se desbordaban. Deje el teléfono a un lado y me levante con manos temblorosas de la cama.

Hoy no habría escuela, y mi padre estaba en reuniones con personas importantes, así que no vendría hasta muy tarde. Mi madre estaría ocupada con los quehaceres de la casa, así que tomando mi billetera limpie mi rostro y me vestí con unos jeans y una camiseta, tomé un buso con capucha manga larga de color negro y salí casi corriendo de casa.