Capitulo 17

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Tal y como Karla lo había prometido, el lunes muy temprano regresamos a Los Angeles, no me crean tanto, pero de verdad que cuando salí de esa ciudad, me sentí tan aliviada y tranquila aun sabiendo que los problemas viajaban conmigo.

- Muy bien - dijo Karla cuando llegamos a el portal de mi casa, realmente extrañaba todo de esta colonia que seguía igual que antes - ya estás en casa, ¿Feliz?

- Demasiado.

- ¿Sabes? Tenía en mente quedarnos más tiempo en Europa - la miré al escuchar su idea - deseaba visitar más ciudades a tu lado, pero luego pensé que... Aún tenemos la luna de miel.

Esto era difícil eh incomodo para mí, todo el tiempo Karla hablaba de la boda y ya tenía en mente los preparativos para ese día que ni siquiera lo teníamos agendado, aún así, me mantuve de ser amable y no herir sus ilusiones de esposa, por lo que recurrí a sonreírle.

- Desde luego, tenemos mucho tiempo para viajar a dónde tu quieras.

Karla asintió y giró hacia donde la casa de Isabelle permanecía solitaria, por unos segundos la analizó y luego regresó a verme.

- Antes de regresar, Isabelle habló conmigo, dijo que soy muy afortunada de tenerte a mi lado, que eres una persona genial y que fuera una buena esposa... creo que después de todo, Isabelle es una buena chica.

Por supuesto que lo era, de eso no había duda, Isabelle era una tipaza que dejaba a todo mundo encantado con su peculiar forma de ser y claro, su belleza era un factor muy contribuyente.

- Estoy cansada - le dije cambiando de tema - por cierto, debo decir que los siguientes días voy a estar ocupada.

- Y no podrás verme.

- Lo siento cariño.

- Está bien, no te preocupes, te entiendo.

- Bueno, ya me tengo que ir - exclamé dejando un fugaz beso en la comisura de sus labios - cuídate y espero verte pronto.

- LP - me detuvo cuando abrí la puerta del auto para salir.

- ¿Qué ocurre?.

Karla buscó las palabras que no sabía como decir, pretende engañarme fingiendo que no sé lo que ella sabe y me siento mal, porque hace como que no pasa nada en nuestra relación, cuando sabe perfectamente que la engañe con Isabelle y que ya no la amo como antes lo hacía.

- Olvídalo - terminó por decir.

- ¿No lo dirás?

- No, es algo sin importancia, mejor ya entra a casa que hace frío.

Sonreí y salí del auto junto con mis dos maletas, ahí, a orillas de la carretera, esperé a que el auto de Karla se fuera y ya cuando la calle quedó totalmente solitaria miré frente a mi... la casa donde antes vivía Isabelle.

De nuevo estaba el letrero de: «Se vende» en aquel hermoso jardín que ella solía cuidar, escuchar su silencio me puso muy triste, alguien más llegaría a vivir ahí, ocupando su lugar donde me había acostumbrado a ver solo a Isabelle.

(...)

No era una mentira la que había dicho a Karla de que estaría muy ocupada, pues eso era muy real, tuve tanto trabajo que solo hasta el fin de semana pude estar libre y así, visitar a mis amigos, tenía que traer a Orson devuelva a casa y de paso darles la noticia de que me casaría.

Pero antes de irme, mi viejo vecino de a lado, interrumpió mi viaje cuando ya casi subía al auto.

- LP - me llamó con su ronca voz, de inmediato lo miré y me sorprendió verlo a unos metros de mi - antes de que se vaya, quiero decirle algo.

LA GUITARRISTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora