Capitulo 12

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Posiblemente en las afueras donde el viento rugía contra los árboles y la oscuridad era una malvada bestia todo era perdición, pero  nuestros pasos sobre la madera de aquella cabaña... No eran más que el brillo exponencial de aquel amor perdido que habíamos creado.

Sé cómo se abrió la puerta de la habitación fría y entramos sin dejar de besarnos, ella jamás bajó sus manos de mi cuello y yo jamás la solté de la cintura, la luz de la vela apenas alumbraba el lugar pero era necesaria la oscuridad para está ocasión espontánea.

Rápidamente llegamos a la cama y la recosté sobre está, ella me miró a los ojos, yo no sé que es lo que tiene en su mirada que parezco un náufrago ahogándome en el mar azul de sus ojos como si no necesitará nada más, que no fuera solo ella...

— No es correcto — dijo temerosa, pero ya era tarde.

— Nadie lo sabrá, no temas.

Isabelle me sonrió y llevó su mano a mí mejilla para acariciarme con ternura, ese contacto tan electrizante terminó en un profundo beso que me hizo caer en el más fino hilo de lujuria, todo paso tan rápido que ni siquiera me di cuenta cuando sus dedos estaban en los botones de mi camisa, estaba dominandome con facilidad, me sentía completamente entregada a ella, no puedo dar marcha atrás a lo que deseó profundamente, no podemos controlar las cosas que deseamos con tantas ganas.

Yo sé que no era lo correcto de echo era lo más peligroso y lo más indebido que ella y yo podíamos hacer, estábamos traicionado a las personas que nos aman tanto pero para mí no existe cielo como el que ahora me está haciendo tocar... Si iba a caer, que lo hiciera de una vez.

(...)

Desperté cuando apenas la luz se asomaba por la ventana, tallé mis ojos y luego un pequeño Flashback de la noche de ayer vino a mi mente.

“Sus manos en mi cuerpo, mis labios recorriendo su humedad, besos, gemidos, amor, pasión... Orgasmos”

Repentinamente volteé a mi lado y sorpresa la que me lleve cuando mis ojos no la vieron conmigo, rápidamente me levanté y me cambié, cuando lo hice salí de el cuarto mirando a mi alrededor pero ella no se veía por ahí, no estaba tampoco en la cocina... En ninguna parte, tomé la opción de salir afuera así que gire la manija de la puerta y salí al duro invierno.

Apenas di unos pasos y la vi parada mirando la montaña y el paisaje boscoso, me sentí más aliviada pero no sabía que hacer, habíamos echo el amor la noche anterior y todo era confuso y vergonzoso.

— Isabelle — dije su nombre, aquella chica me volteó a ver con una sonrisa pero en segundos desapareció y sus ojos se apartaron de los míos, ahora se veía nerviosa — ¿Que haces tan temprano aquí afuera?

— Nada.

— ¿Nada?

— Solo pensaba... Los amaneceres son hermosos — respondió con timidez, sin decir nada me fuí a su lado y también observé la entrada del sol, ella tenía razón... Los amaneceres aquí son hermosos — LP, lo eh pensado.

— ¿Qué cosa?

— Volver a casa — de inmediato dejé de sonreí — Creo que ha sido suficiente el tiempo, tengo que volver.

— Pero ¿Y Firsch?, Es peligroso.

— Hablaré con el — musitó de inmediato — él, él  es mi novio.

— Y tu agresor también.

— LP.

— Ok está bien — la detuve tratando de no enojarme pero era imposible — no puedes ser tan tonta, él no estará tan contento.

LA GUITARRISTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora