Siguió su rutina usual. Se levantó temprano en la mañana, duchó, vistió y maquilló como de costumbre. Salió de su habitación, seguida por sus mascotas. Entró en la cocina, llenando los cinco platos metálicos de comida enlatada, tomó su café matutino y sus galletas, y ya estaba lista.
Se aseguró de que todo estuviese bien cerrado, y, tomando su abrigo, llaves, teléfono, arma y placa. Finalmente, salió de casa.
Caminaba por las calles poco concurridas -debido a la hora- escuchando música en sus audífonos, cuando recibió una llamada.
No dudó en contestar. Realmente porque, por lo general, nunca recibía llamadas.
—Thomas, ¿Qué pasa?—, el tono de voz tosco y en lugar de formular un "hola", respondía con su apellido, eran solo costumbres debido a su tiempo en la milicia.
Costumbres que, a pesar de los años, no podía dejar.
—Hola—, reconoció la voz al instante, y una pequeña sonrisa se apoderó de su rostro. La verdad es que no se había fijado en el identificador de llamada, obviamente.
—Hola, ¿Cómo han estado?—, su tono se tornó más suave, amable, y ligeramente dulce.
—Bien, quería saber cuándo te volveré a ver...
Su sonrisa se ensanchó. Cruzó una avenida... y ya estaba en Quántico -vivía sorprendentemente cerca, lo cual le resultaba muy conveniente. Le enseñó su placa a la recepcionista y subió al elevador.
—Sabes que los fines de semana son nuestros, solo debes esperar.
—¡Sí!
Escuchó un leve festejo al otro lado de la línea. La puerta de elevador se empezó a cerrar, justo antes de que esto sucediera una mano se atravesó, tomando las puertas y abriéndolas al instante.
—Hola.
Saludó con una sonrisa a Derek, que sostenía entre sus manos una bandeja de cartón con seis vasos de papel, seguramente con café en ellos. Él le entregó un vaso, y ella le agradeció con otra sonrisa.
—Te extraño mucho. Hace rato no podemos vernos...
—Lo sé. El fin de semana lo haremos, ¿Sí? Y, te tengo una sorpresa, sé que te va a gustar.
Del otro lado escuchó un leve chillido y algunos gritos emocionados, segundos después la llamada se cortó.
Chasqueó la lengua por ello.
—Se cayó la llamada—, comentó Derek con tono burlón. A lo que ella asintió reprimiendo sus ganas de rodar sus ojos y reír con él.
—Era obvio que pasaría, digo, porque un elevador es una Jaula de Faraday. Se basa en el principio electrostático, en el que básicamente, el material que recubre la estructura metálica del elevador, actúa como inhibidor. Lo que significa que se impide el paso de las hondas electromagnéticas, dependiendo de su longitud. Obvio.
Derek quedó mudo. ¿En qué momento había entrado en el elevador con la versión femenina del doctor Spencer Reid? Porque claramente ella era un cerebrito, así como el niño bonito... no es como si en la mañana ella hubiese investigado eso, solo para poder sacarlo en una conversación de manera espontanea.
Eso, sumándole el hecho de que la chica no parecía tener más de veinte y tantos años.
Las puertas se abrieron y ambos salieron de la caja metálica.
Y tan pronto como tuvo señal, regresó la llamada. Sin embargo, esta vez no hubo contestación alguna.
Caminaron por el lugar, directamente a sus escritorios. Derek le entregó un café a JJ, Prentiss, y Rossi, los otros los dejó reposar sobre su propio escritorio, esperando a que llegasen los demás.
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Hide & Seek || Spencer Reid [Criminal Minds] (1)
Fanfiction[TERMINADA] Primer libro de la trilogía: "Killer games" Anteriormente teniente en el ejército; a la corta edad de veintisiete años logró conseguir un puesto en la Unidad de Análisis Conductual en el FBI. Dándole todo el crédito a su alto coeficiente...