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—Entonces, ¿Qué fue lo que te dio tu mamá?—, cuestionó curiosa—. Ya ha pasado, qué, una semana desde tu cumpleaños y no me has querido decir, mocosa caprichosa. 

—Eres una exagerada—, alegó Hannah ondeando sus rizos con indignación fingida—. Apenas han pasado cuatro días. Además, estamos a menos de media calle de casa, ya verás. 

—A ver, dame las llaves—, estiró su mano hacia la pequeña, quien inmediatamente le entregó el enorme juego de llaves -aunque en realidad eran más llaveros y decoraciones que llaves- la castaña dándole una breve mirada a la niña, pasó la tarjeta por el lector de la puerta y así entraron al edificio—. Debe ser algo importante para que no me quieras decir y prefieras mostrarme. Además de que, incluso preferiste madrugar y caminar a tu casa, en lugar de ir directamente a la escuela.

—¡Lo es! Y, en mi defensa, no me molestaría llegar un poquito tarde. La maestra de la primera clase es una tortura—, la pequeña frunció el ceño, subiendo las escaleras de dos en dos, girando hacia atrás para verificar que la mayor la seguía—. Qué esperas, muévete. 

—Fácil para ti decirlo—, jadeó con esfuerzo, impulsando cada paso con ayuda del barandal—. Tu no tienes asma. 

—Tu tienes asma solo cuando te conviene, así que cierra el pico—, se burló dando un último brinquito al llegar a su piso. 

—Son las seis de la mañana, niña, ni siquiera estoy despierta del todo. Es más, no solo no me dejaste ducharme en mi propia casa, me hiciste levantar de la cama a las cinco de la mañana. ¿Sabes cuánto dormí? ¡Dos horas!—, alegó llegando junto a ella, introduciendo la llave en la puerta del departamento de las Bailey. Se detuvo unos segundos mirando a la pelirroja—. ¿Tu mamá está en casa?

Desde el cumpleaños de Hannah, había notado algo distante a Skyler. No entendía bien el por qué, ni siquiera sabía si había un por qué en realidad. De lo que sí estaba segura era que parecía estar evitándola a toda costa. 

Y que, incluso parecía, querer alejar a Hannah de ella. 

A fin de cuentas, por mucho que le disgustara esto último, no podía oponerse. Hannah era hija de Skyler, Valerie no; ella no tenía ningún parentesco con ninguna, simplemente era amiga de la azabache, y viendo los últimos días, casi ponía en duda su amistad. 

—No. Dijo que iba a doblar turno en el bar y que luego iría directo al restaurante—, explicó la pequeña, ansiosa por ver a la mayor abrir por fin la puerta. 

Con un suspiro, giró la llave y abrió la entrada. Inmediatamente una fiesta de chillidos emocionados inundaron el pasillo. 

Hannah se lanzó de rodillas, recogiendo entre sus brazos a la bola de pelos de mirada graciosa. 

—¿Qué es eso?

—Es un perro, boba—, repuso Hannah, estirando el animal hacia Thomas—. Se llama Alpha. 

—Yo le veo cara de omega—, comentó con burla en su voz, tomando al animal entre sus brazos. 

—Es un Corgi—, siguió la pequeña—. Mamá dijo que un tipo en el bar estaba hablando de su perrita, que tuvo ocho bebés. Y luego me contó que este era el más gordo de la camada. 

Le dio una mirada rápida a la bola de pelos que la observaba cruzando sus ojos y la lengua hacia un lado. 

Y el más tonto también, quizás.

—¿Y por qué me mira así? 

—Ah, es bizco—, resolvió la niña con sencillez. 

—Son originarios de gales. Sabías que hay una leyenda que dice que los Corgi trabajaban con hadas y elfos, para tirar de sus carruajes, hacer de guerreros e incluso trabajar con el ganado, y que, por lo mismo, son un regalo de las hadas para nosotros—, narró recordando aquel dato—. En galés "Cor" significa enano, y "gi" es una forma de la palabra perro. Básicamente el nombre de la raza es Perro enano.

Hide & Seek || Spencer Reid [Criminal Minds] (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora