La calidez que le brindaba el colchón, la sábana y el cuerpo a su lado, la mantenían en un estado graciosamente adormilado; a pesar de que hubiese despertado hacía varios minutos, debido a que su vejiga no aguantaría por mucho más.
Pero un pesado brazo se cernía sobre su cintura y otro bajo su cabeza -reposando su mano en su hombro. Estaba atrapada, y si no fuera por las dolorosas ganas de ir al baño, no le importaría pasar el resto del día allí. Envuelta entre las sábanas y extremidades del rizado que seguía plácidamente dormido.
Con algo de esfuerzo y largando un bostezo, giró sobre su cuerpo, encarando al mayor. Se fijo en sus ojos cerrados, profundamente inconsciente, en los rizos regados por las almohadas, en la punta de su nariz sonrojada, y en sus labios entreabiertos -dándole a entender que estaba respirando por la boca, un suave ronquido confirmó sus sospechas.
Sonrió enternecida.
El brazo alrededor de su cabeza se ajustó más, enterrando su rostro contra el pecho del mayor a la fuerza. Ni siquiera tuvo oportunidad de resistirse o imponer algo de fuerza; ya se hallaba luchando por aire.
Maniobrando con bastante dificultad logró zafarse del agarre en su cabeza, y respirar adecuadamente. Soltarse del brazo alrededor de su cintura fue mucho más sencillo. Se puso en pie de un salto, sus pies haciendo contacto con el frío del suelo; al verlo removerse entre las cobijas, despertando debido a su ausencia, tomó una almohada y la ubicó en donde ella estuvo segundos atrás.
Caminó en puntas de pies hacia el baño, procurando no hacer ruido.
Una vez logró vaciar su vejiga y el alivio recorrió su sistema, los recuerdos de los sucesos de hacía unas horas invadieron su mente. Y sonrió por ello.
El recuerdo de sus labios unidos, de sus húmedos besos recorriendo su cuerpo. El calor de su cuerpo envolviendo todo. El cosquilleo que producía en su estómago la calidez de sus manos trazando sinuosos caminos por su piel.
Los jadeos, y gruñidos.
Maldición, claro que recordaba todo.
Tan perfecto.
Incluso, a pesar de aquel inconveniente al finalizar la noche. Su encuentro no dejaba de resultarle simplemente perfecto, sublime.
Único.
Lavó sus manos y rostro, enjuagó su boca también. Regresando finalmente a la habitación, también de puntas de pies.
Se detuvo para buscar entre su ropa, su teléfono. Y luego, trepó de regreso a la cama, cuidando de no mover mucho el colchón con sus movimientos para no despertar al rizado.
Una vez se acomodó en el mismo lugar de antes, la almohada que fue su remplazo fue arrojada por el borde opuesto por el mismo Reid, notando la diferencia a pesar del adormilamiento.
Thomas se dejó envolver de regreso en sus brazos. Su brazo izquierdo pegado al torso del mayor, inmovilizado; y su cálida respiración chocando contra su cabeza.
Sabiendo que no podría conciliar el sueño otra vez, decidió revisar su teléfono.
Era sábado, por lo que no debían preocuparse por ir a Quántico más tarde.
"Como a las 10:15 llevaré a Hannah. Espero estés en casa. -S". Rezaba un único mensaje en su bandeja de entrada, era de hacía unos minutos. Revisó el reloj, todavía faltaban algunas horas.
"Sí, ahí estaré. ¿Se quedará todo el fin de semana? -V". Envió. A los pocos segundos llegó una respuesta.
"¿Cómo que "estarás"? ¿En dónde pasaste la noche, si no fue en tu casa?". Maldijo para sus adentros. "Sí, tengo que doblar turnos y hacer horas extra si planeo una mudanza".
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Hide & Seek || Spencer Reid [Criminal Minds] (1)
Fanfiction[TERMINADA] Primer libro de la trilogía: "Killer games" Anteriormente teniente en el ejército; a la corta edad de veintisiete años logró conseguir un puesto en la Unidad de Análisis Conductual en el FBI. Dándole todo el crédito a su alto coeficiente...