A la mañana siguiente Spencer despertó, mirando la habitación en la que había pasado la noche con fascinación, aún no logrando asimilar del todo los eventos de la noche anterior. Y ya había dormido en esa habitación antes, pero es que aquel sí había cambiado su forma de verla -y verlo todo- completamente.
Salió de la habitación de invitados, buscando a Valerie; pero no hallándola ni a ella, ni a los enormes canes por ningún lado.
Con algo de vergüenza, recorrió toda la casa, de pies a cabeza, desde la sala y el patio trasero, hasta su propia habitación y el garaje. Incluso buscó en la habitación de Hannah, para estar seguro. Nada.
Así que decidió esperarla. Tal vez había salido a caminar, tal vez a un parque con las bestias enormes que tenía por perros... Sí, seguramente no tardaría.
Oh, pero cuán equivocado estaba.
Se dio una ducha, vistió con ropa limpia -aquella que ella había lavado la noche anterior- abusando de la confianza dada por la pecosa, se preparó una taza de café. Pero no había ni rastros de ella.
Al ver la hora en su reloj -muy a su pesar- supo que no podía esperar más.
¿Y si había hecho algo mal? ¿Y si ella había aceptado por lástima? ¿Y si había arruinado aquella preciada amistad, por culpa de sus rebeldes sentimientos? ¿Y si era por eso que la pecosa se había ido de su propia casa temprano? ¿Para no verlo a la cara?
Maldijo el día en que recibió un cerebro tan inquieto.
Su teléfono empezó a sonar con insistencia, contestó, fijándose primero en el nombre en pantalla.
—¿Valerie?
—Hola, Spence—, saludó ella del otro lado de la línea y él casi pudo escuchar su sonrisa en su voz.
—Hola.
—Oye. Amm... Tuve que salir temprano—, la voz de la pecosa se fue apagando progresivamente, adquiriendo seriedad y severidad. Casi dejando de lado a Valerie, la pecosa que le ponía apodos solo por diversión; y entrando en primer plano la teniente y agente federal Thomas—. Los perros estaban enfermos, los llevé al veterinario. Y luego recibí una llamada de Hotch, me pidió venir a la oficina temprano.
—Oh...—, logró articular—. ¿Sucedió algo?
—No, no, tranquilo. No es ningún caso—, lo tranquilizó ella, soltando una pequeña risa al final—. Solo tenía unas cosas que hablar conmigo. Nada de qué preocuparse.
—De acuerdo.
—Además, te veías muy cómodo. No quise despertarte.
Le fue inevitable reír junto a ella.
Agradeció mentalmente que la pecosa no lo estuviera viendo en esos momentos, pues el sonrojo en sus mejillas era casi cómico.
Tal vez tenía razón, pero la verdad era que pocas veces lograba dormir tan bien como hacía unas horas.
—Iba a dejar una nota, pero no me dio tiempo...-
—¿Y están bien?
—¿Ah?
—Los perros, digo—, aclaró—. ¿Están bien?
—Oh. No sabría decirte bien—, y así como antes, su voz fue bajando, apagándose progresivamente, hasta adquirir un color ahora triste -preocupado—. El veterinario cree que los envenenaron. Dijo que es muy raro que algo así suceda de la noche a la mañana, a los tres a la vez. Así que seguramente alguien les hizo eso...
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Hide & Seek || Spencer Reid [Criminal Minds] (1)
Fanfiction[TERMINADA] Primer libro de la trilogía: "Killer games" Anteriormente teniente en el ejército; a la corta edad de veintisiete años logró conseguir un puesto en la Unidad de Análisis Conductual en el FBI. Dándole todo el crédito a su alto coeficiente...