14.5

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—¿Qué sucedió?

—No lo sé. Ese hombre se vuelve audaz y les garantizo que no ha terminado—, escupió Morgan con veneno en su voz.

—¿Cómo estás?—, JJ se apresuró a preguntar, arrodillándose a los pies de una temblorosa García, quien se hallaba casi aovillada en el sofá.

—No sé qué quiere de mi—, el terror y el pánico se filtraron en la voz trémula de la rubia.

—¿Sabes algo comprometedor de él?—, cuestionó ahora Spencer, a unos pasos de distancia de Penélope, pues sabía que en ese estado de pánico ella necesitaba algo de espacio—. O tienes algo que él quiere...

—Yo... No, no lo sé—, tartamudeó García—. No sé quién es. Tengo miedo.

Prentiss, Rossi y Hotch ingresaron al departamento, pues al llegar ellos se detuvieron a hablar con algunos policías más y a calmar un poco a la prensa.

—Oye, ¿Lograste verlo bien?—, la azabache le preguntó a Morgan. Él negó, largando un suspiro cansado.

—García, debes volver al hospital—, informó Hotch, con suma autoridad en cada palabra.

La rubia negó, negó y negó. No quería alejarse de sus amigos. Alegó que se sentía segura con ellos, y Rossi resolvió "Podemos llevarte a la UAC". García estaba de acuerdo con la propuesta, accedió inmediatamente; a la vez que algo parecía haberse encendido en su cabeza.

—¿Qué pasa?—, le preguntó JJ, viendo a su antes aterrada amiga, disociar.

—Cuando fuimos a cenar, iban a sentarnos en la mesa de la ventana. Pero él insistió en sentarnos en la peor mesa del lugar, y se sentó dándole la espalda a la esquina—, narró con su mirada perdida en un punto muerto.

—Háblanos del auto—, pidió amable Spencer.

—¿Por qué?

—Respóndele—, insistió Morgan.

—Dijiste que era americano, blanco, cuatro puertas. ¿Qué más?—, apoyó la pecosa, con voz suave.

Y luego de unos segundos, García habló: —Su cinturón se abrochaba en su espalda. ¿Por qué importa?

Todos compartieron miradas severas. Si estaban en lo correcto -que lastimosamente, lo estaban- era un problema grave, mucho más de lo que creían.

—No era de renta—, murmuró Morgan, con un gesto de realización olímpico—. Era de seguridad.

—Los agentes no usan cinturón, tienen que salir de prisa.

Aquello pareció ser la gota que derramó el vaso en Rossi. El hombre adoptó una actitud que ninguno allí había visto antes en él -al menos no con una amiga.

—Ahora. Olvida a todos y mírame—, demandó el hombre, sentándose justo frente a Penélope. Su voz salía más fuerte, mucho más agresiva y tosca que de costumbre. Casi gritaba—. Te disparó, a la mayoría les disparan por una razón—, la aludida desvió su mirada momentáneamente hacia Morgan, casi en un gesto de auxilio—. ¡Ojos aquí!

—¡Cálmate, Rossi!—, Derek frunció el ceño, hablando casi en el mismo tono que el nombrado. Defendiendo a su ya aterrada amiga.

—Hay una habitación llena de agentes dispuestos a creer que un agente del FBI quiere matarte. Dinos todo lo que haces en horas de trabajo que no sepamos—, y ahora sí se hallaba gritando. Penélope desvió su mirada hacia sus pies, ¿Avergonzada, quizá?—. ¡¿Qué?!

—¡No es nada malo!—, gritó García, defendiéndose pobremente—. Ayudo a las familias de las víctimas. Saben dónde trabajo y a veces me piden que revise sus casos.

Hide & Seek || Spencer Reid [Criminal Minds] (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora