Amanda

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Nos ponemos alerta. Algo extraño está sucediendo en la casa, y no pinta nada bien. Unas luces rojas parpadean por todo el salón, y una fuerte sirena suena intermitente. Mi corazón palpita rápido y me pongo aun más nerviosa.

       –¿Y ahora qué se supone que debemos hacer? –dice Selena.

       Me encojo de hombros con cierto temor. No sé si esto se trata de una prueba o si estamos en peligro, pero algo ocurre. Los tres tenemos miedo, no soy la única.

       –¡Romeo! –grita Carles.

       Se dirige corriendo hacia el pasillo que lleva al baño y nosotras dos le seguimos con tal de no quedarnos a solas. Las luces rojas también están presentes en el resto de la casa, y el sonido se reparte a partes iguales allá donde estés.

       –¿Dónde está el baño? –me pregunta agitado.

       Soy la única que ya ha ido antes. Adelanto, decidida, a Carles para que me sigan y nos adentramos en el interminable pasillo de los espejos. Entiendo que andamos en busca de Romeo, aunque tengo mis dudas.

       –Por aquí –digo.

       Los tacones, y la falta de costumbre de andar con ellos, hacen que no pueda ir tan rápido como quiero. Tengo a Carles muy pegado a mí, metiéndome prisa a mis espaldas, y Selena, con una mano en el pecho, se queda bastante más atrás.

       Llegamos al baño y nos encontramos con la puerta abierta. Nos detenemos al mismo tiempo que las luces y la sirena también lo hacen. Menos mal... la cabeza ya me iba a estallar. Ahora mis oídos pitan.

       Soy la primera en asomarse y en llevarse el susto. No puede ser. Me llevo las manos a la boca cuando veo a Romeo tirado en el suelo, con la boca llena de sangre y su camiseta blanca manchada.

       –Pero, ¿qué cojones es esto? –dice Carles.

       Corro hacia mi compañero que está inconsciente en el suelo y tomo su pulso. No entiendo de estas cosas, pero juraría que sí respira. Esto me alegra como si ya nos conociéramos de hace tiempo.

       Selena y Carles se acercan a mí.

       –¿Qué le habrá pasado? Todavía no ha empezado el concurso– dice Selena.

       Nadie entiende lo que está pasando. ¿Habrá tocado Romeo algún objeto prohibido y por eso se activó la alarma? Echo un vistazo rápido al baño en busca de algo peligroso, un botón rojo como el del salón o, no sé... pero no encuentro nada. Aunque sus labios ensangrentados me dicen, sin ser yo una experta, que alguien le ha dado una buena paliza. Pero, ¿quién? Aquí no hay nadie más.

       Miro a Carles que anda de un lado a otro nervioso. Siempre igual... Cuando se altera por algo le da por no estarse quieto. Se ha puesto muy guapo desde la última vez que nos vimos, mucho más maduro. Hace años no llevaba esa barba de tres días que ahora sí tiene. Me gusta. Y ese pelo desgreñado, algo más largo que entonces, le hace parecer un chico bastante interesante. Ay Carles... ¿qué te ha hecho presentarte a este programa?

       Romeo tose fuerte y se despierta de golpe. Hace un intento de incorporarse, pero se queja. Debe dolerle todo el cuerpo.

       –Tranquilo –digo.

       Paso mi mano por su frente y espero a que pueda hablar y explicarnos qué es lo que le ha pasado. Estamos intrigados a la vez que preocupados. Deseo que se ponga bien lo antes posible.

       –Toma –Selena me ofrece un poco de papel higiénico.

       Lo cojo y, con cuidado, le limpio la sangre que cae por su mejilla para que deje de mancharle la ropa. Los labios prefiero no tocárselos de momento, están demasiado hinchados.

       Romeo intenta decirnos algo, pero sigue aturdido. Le cuesta pronunciar las palabras. Nos acercamos un poco más a él para entender mejor lo que nos está queriendo decir.

       –Cui... cuida... do –dice.

       Confusos, nos miramos entre los tres. ¿Qué nos quiere decir? Sus ojos se abren como dos platos y miran asustados justo a nuestras espaldas. Empieza a temblar.

       Me doy la vuelta poco a poco, y me encuentro con alguien pegado a mí. Un gigante de expresión psicópata está de pie muy cerca nuestra. Suelto un grito ahogado y me quedo quieta sin saber qué hacer. Si ese hombre me coge con esos brazos, estoy perdida. Pero yo no me presenté a este reality para luchar con nadie, esto no es justo.

       La bestia que tenemos enfrente coge fuerza y grita con los puños cerrados. Parece un depredador listo para atacarnos. Me mira fijamente a mi y me preparo para lo peor que pueda pasar. Su puño se acerca fuerte hacia mi, a gran velocidad, y yo, con ambos brazos en alto, me tapo la cara para protegerme de su ataque. No veo nada, pero de repente, se oye el sonido de una bala que atraviesa la sala como una flecha a toda velocidad. Todo ocurre muy rápido.

       Nadie me toca. Nadie me hace daño. Aparto mis brazos lentamente e intento ver qué es lo que ha pasado. El cuerpo de ese desconocido se desploma delante de nuestras narices. Cae tan fuerte que el suelo tiembla. Su cuerpo ahora yace muerto y Selena llora desconsoladamente.

La Casa del LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora