Esto apenas acaba de empezar y ya tenemos el cuerpo de un concursante sedado en el suelo, mientras otro se queja con la cara hinchada y ensangrentada.
– Toma, esto te irá bien –le ofrezco una bolsa pequeña de hielo que he encontrado en el frigorífico para que le alivie un poco.
A pesar de tener los labios partidos, me dedica una sonrisa de agradecimiento y, aun así, sigue estando guapo el cabrón. Me cae bien este chico, es simpático.
Romeo estira las piernas en el sofá y se acomoda sin dejarnos apenas sitio al resto para que nos sentemos junto a él, pero no le importa. Tampoco lo hace con mala intención, él solo quiere reposar y tener su momento de atención. Se restriega la bolsa de hielo por la mejilla y empieza a quejarse de manera exagerada. Amanda y Selena se ríen fuerte al verle, tan teatral, tirado en el sofá como si estuviese muriendo.
Yo todavía no he asimilado todo lo que ha ocurrido desde que he entrado en la casa. Empezando por ella. Amanda... No nos hemos dirigido ni una palabra todavía. No está siendo nada fácil esto con ella aquí dentro. Tenemos tanto de que hablar... Pero ¿qué hace aquí? No me lo puedo creer. Ella no. Aquí solo puede haber un ganador, y ya se me han jodido todos los planes de futuro que tenía en mente. Ese ganador tenía que ser yo, y luego ya haría lo posible para conquistarle de nuevo. Pero ¡joder!, no podemos ganar los dos.
Podemos permanecer unidos, si ella quiere, claro, pero llegará un momento en el que el concurso nos obligará a separarnos, y eso será más duro todavía. No lo quiero ni pensar... Aquí no hay escapatorias, y al final solo puede quedar uno de los dos con vida. O eso, o ninguno.
Tengo que hablar con ella sin que nadie se entere, aunque sea complicado. Los redactores del programa lo escuchan todo por los micrófonos que hay colocados por toda la casa, y las cámaras nos vigilan allá donde vayamos. Me gustaría preguntarle cómo está, aunque sea. Saber qué le ha hecho venir hasta aquí, y tener con ella una conversación normal, de dos amigos que fingen estar conociéndose por primera vez. Quiero escuchar su voz y que sus ojos me miren como lo hacían antes. ¡A la mierda la psicóloga y mis lentos avances en superar este desamor! Si en dos años no he podido olvidarla, no voy a hacerlo ahora, y menos con ella aquí dentro.
Por otro lado, me preocupa nuestro nuevo compañero. No sé ni como se llama, y tampoco sé si quiero saberlo. Está mal de la cabeza. Convivir con él aquí dentro, encerrados, me da verdadero terror. Es capaz de matar por matar, sin ni siquiera ser el Lobo, y hacerlo solo por diversión. Yo estoy seguro de que no es la primera vez que lo hace, hasta es posible que se dedique a ello como profesión.
Cuando cayó desplomado en el baño, lo arrastramos con dificultad entre los tres hasta el salón (Romeo no nos quiso ayudar), y ahora descansa a nuestro lado, en el suelo. En su espalda todavía tiene metida la inyección que le dispararon para que se desmayase al instante.
Aquí estamos vigilados las veinticuatro horas, y controlan todos nuestros movimientos para asegurarse de que cumplimos las normas. Si no lo hacemos, acabaremos como él.
Las pantallas del salón vuelven a activarse y aparece la cara de nuestro presentador Xavier en todas ellas.
–Buenas noches de nuevo –parece molesto–. Como habéis visto es muy importante que cumpláis las reglas que habéis aceptado antes de entrar a la casa, si no queréis acabar como Kingo.
¿Kingo? ¿Qué nombre es ese? Quizás sea un apodo, o su nombre artístico. No me extrañaría que, allá donde viva, sea conocido por ser un matón de renombre.
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La Casa del Lobo
Teen FictionLlega el nuevo reality basado en el famoso juego de El Lobo. Las normas son sencillas: • Los inocentes tendrán que huir • El Lobo matar Y solo uno de los 1o concursantes logrará ganar.