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- Yoongi ¿Por qué te fuiste sin decirme nada?- recuerdo muy bien el día que lo conocí, acababa de salir de segundo grado de preescolar, era el día de mi clausura para pasar a tercer año, caminaba de la mano de mi padre y encontré a un niño de si acaso unos dos años mayor que yo buscando entre unos botes de basura algo de comer, me dio tristeza verle así, sucio, con su ropa rota, con su cuerpo demasiado delgado, tome la pequeño sándwich de mi mochilita y se lo di al niño, este al principio desconfió de mí, después la tomo y salió corriendo de ese lugar.

Nunca me paso por la cabeza que me volvería a cruzar con él en mi camino.

Al regresar a clases me lo encontré de la mano de un señor muy bien vestido, él estaba irreconocible, su piel era clara como la mía, incluso más, su pelo se veía liso y no grasoso como antes, y ya no estaba tan delgado, ahora tenía un cuerpo potencialmente sano.

Solo lo reconocí porque se acercó a mí y me dijo con una voz suave - gracias por lo del otro día, niño de los ojos pequeños.

- De nada, espera ¿tú eres el niño de ese día? – estaba muy curioso, pero a la vez feliz.

- Si, gracias por el sándwich- respondió con una sonrisa de oreja a oreja, el señor que lo acompañaba se puso de cuclillas y dijo.

- Mi pequeño tiene razón si no hubiere sido por ti, ese día tal vez hubiera muerto de hambre, yo también te doy las gracias.

- ¿Es usted es su papá? – en ocasiones solía hacer muchas preguntas, niños siendo niños.

- ¿Por qué la pregunta? - contesto algo el señor algo confundido.

- Como ha dicho "mi niño" – respondí rápidamente.

- Oh ya veo, mejor porque no se lo preguntas a él. – abrí la boca, pero el interrumpió.

- Él me está cuidando eso es todo, y se lo agradezco mucho.

- Vale – me impresiono la manera en la que hablo, sonó como un adulto.

- ¡Jimin apúrate o vas a entrar tarde! - grito la maestra desde la puerta del preescolar.

- Adiós, fue un gusto hablar contigo Jimin - dijo él - por cierto, me puedes llamar Yoongi.

- Vale adiós – me despedí de ellos moviendo una de mis manos, para entrar a clases.

Días después el comenzó a ir al preescolar a verme en la hora del recreo, al año siguiente pase a primaria y como él iba en la misma escuela, aunque unos años más avanzado, había ocasiones que se colaba en mi salón, pero eso sí, en el recreo él y yo estábamos juntos, éramos inseparables.

Un día después de mi cumpleaños número 7, como "regalo" de cumpleaños, me dio un pequeño collar con las iniciales "Y y J" (o sea las nuestras). Recuerdo muy bien lo que me dijo: siempre pase lo que pase estaré para ti, después de todo te lo debo, cuando te sientas triste, solo, feliz, enojado, cansado, como sea, mira el collar y recuérdame, recuérdanos ¿vale?

Y me beso la frente, después de ese día, nunca, nada, volvió a ser igual, después de ese día mi sonrisa se borraría, dejaría de creer en los demás y desconfiar hasta de mi sombra.

-Después de ese día no creo ser capaz de borrar todas esas palabras- lo peor es que las heridas físicas se "pueden quitar", pero las palabras son las que permanecen en tu mente, no, esas se quedan grabadas ahí para siempre.

- Ya se fue tu amiguito

- Te has vuelto a quedar solo

- Jajaja tonto

- Estúpido

- No sé porque naciste

-Eso quedo dentro de mí por siempre y cada vez que pasaba eso me preguntaba, ¿Dónde has ido?, ¿Por qué?, ¿fue mi culpa?, tantas preguntas tanto - mi mirada estaba clavada en mis manos, las cuales estaban quietas sobre mis piernas.

-perdón Jimin yo no quería... -antes de que siguiera interrumpí.

-ya lo sé. – dije con la mirada fija en mis manos.

- ¿te llevo a casa? - yo asentí suavemente con la cabeza, él se separó un poco de mí, y de repente me tomo de las piernas y me cargo, me quede atónito por unos momentos.

- ¿Qué haces idiota? -dije con un tono algo fuerte.

-por lo menos tengo que pagar mi ausencia con algo, aunque no me va a alcanzar, pero vale la pena- así me llevo hasta mi casa, ya era de noche y a pesar de que no entablamos conversación alguna en todo el camino, ese silencio era muy cómodo, reconfortante, parecía que nos comunicábamos sin decir palabra alguna, y eso me encanto. Al llegar a la puerta de mi casa, este me bajo ligeramente.

-llegamos- dijo el seguido de un suspiro.

-sí, gracias- dije con un poco de vergüenza.

-no hay de que, yo hago lo que sea por mi niño de ojos pequeños- supongo que me sonroje porque justo antes y mientras decía esto se acercó cada vez más hasta que nuestras frentes se rozaron y él con las yemas de sus dedos rozo mi labio inferior, un escalofrió me recorrió todo el cuerpo.

-dices que me has observado desde hace 7 años. – volví a recordar la reciente información.

-así es – corroboro él.

-entonces ¿Por qué no me hablaste desde ese momento? - se hizo un silencio y tención palpable, después de unos segundos él se separó de mí, casi parado completamente derecho, y no dijo nada solo sonrió y me beso la frente, comenzó a caminar y solo dijo.

- ¡nos vemos luego Jimin!

- ¡vale! - estúpido, estúpido, estúpido, porque no lo pare y le dije que me respondiera, que tonto fui, no importa, algún día volvería a hacer esa pregunta, entre a mi casa, llegue a mi cuarto y simplemente me dormí.


Muchas gracias por leer, les quiero.

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El chico sombra  ✧ YoonMin ✧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora