𝒀 𝒍𝒐 𝒍𝒍𝒆𝒗𝒐́ 𝒎𝒖𝒚 𝒂𝒍𝒕𝒐 𝒉𝒂𝒄𝒊𝒂 𝒍𝒂𝒔 𝒆𝒔𝒕𝒓𝒆𝒍𝒍𝒂𝒔

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“𝑯𝒂𝒄𝒆𝒓 𝒆𝒍 𝒂𝒎𝒐𝒓 𝒆𝒔 𝒓𝒐𝒎𝒑𝒆𝒓𝒔𝒆, 𝒆𝒔 𝒔𝒆𝒏𝒕𝒊𝒓𝒔𝒆 𝒅𝒆́𝒃𝒊𝒍 𝒚 𝒅𝒆𝒋𝒂𝒓 𝒒𝒖𝒆 𝒆𝒍 𝒐𝒕𝒓𝒐 𝒆𝒏𝒕𝒓𝒆, 𝒄𝒐𝒏 𝒕𝒐𝒅𝒐 𝒍𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒔𝒊𝒈𝒏𝒊𝒇𝒊𝒄𝒂

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“𝑯𝒂𝒄𝒆𝒓 𝒆𝒍 𝒂𝒎𝒐𝒓 𝒆𝒔 𝒓𝒐𝒎𝒑𝒆𝒓𝒔𝒆, 𝒆𝒔 𝒔𝒆𝒏𝒕𝒊𝒓𝒔𝒆 𝒅𝒆́𝒃𝒊𝒍 𝒚 𝒅𝒆𝒋𝒂𝒓 𝒒𝒖𝒆 𝒆𝒍 𝒐𝒕𝒓𝒐 𝒆𝒏𝒕𝒓𝒆, 𝒄𝒐𝒏 𝒕𝒐𝒅𝒐 𝒍𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒔𝒊𝒈𝒏𝒊𝒇𝒊𝒄𝒂. 𝑳𝒆 𝒅𝒆𝒋𝒂𝒔 𝒆𝒏𝒕𝒓𝒂𝒓, 𝒆́𝒍 𝒆𝒏𝒕𝒓𝒂 𝒆𝒏 𝒕𝒊 𝒚 𝒆𝒏 𝒆𝒔𝒆 𝒎𝒐𝒎𝒆𝒏𝒕𝒐 𝒆𝒏𝒕𝒆𝒏𝒅𝒆́𝒊𝒔 𝒒𝒖𝒆 𝒏𝒖𝒏𝒄𝒂 𝒎𝒂́𝒔 𝒗𝒐𝒍𝒗𝒆𝒓𝒆́𝒊𝒔 𝒂 𝒏𝒐 𝒔𝒆𝒏𝒕𝒊𝒓𝒐𝒔 𝒔𝒐𝒍𝒐𝒔 𝒅𝒆𝒏𝒕𝒓𝒐 𝒅𝒆 𝒗𝒖𝒆𝒔𝒕𝒓𝒐 𝒄𝒖𝒆𝒓𝒑𝒐... 𝒔𝒊𝒏 𝒆𝒍 𝒐𝒕𝒓𝒐” — 𝑬𝒍𝒊́𝒔𝒂𝒃𝒆𝒕 𝑩𝒆𝒏𝒂𝒗𝒆𝒏𝒕

 𝒔𝒊𝒏 𝒆𝒍 𝒐𝒕𝒓𝒐” — 𝑬𝒍𝒊́𝒔𝒂𝒃𝒆𝒕 𝑩𝒆𝒏𝒂𝒗𝒆𝒏𝒕

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Andrómeda nunca había tenido una cita como la que estaba teniendo esa noche, todo era sumamente especial y no podía dejar de ver a su alrededor, a como las estrellas estaban tan cerca de ellos, como alumbraban todo y no era un brillo excesivamente luminoso, era el brillo perfecto porque le daba la sensación de que estaba en el propio espacio. Ella había ido una vez a un planetario, fue cuando ella aún era pequeña y asistía al colegio, de hecho, fue un viaje escolar y fue la primera vez que vio de cerca la constelación de Andrómeda, se maravilló al verla y se sintió afortunada de portar el nombre de aquella majestuosidad.

Ahora volvía con veintidós años y sentía la misma emoción que sintió en ese momento, era como si su corazón quería salir de su pecho para dar una vuelta, quería saltar y correr entre las estrellas, era como volver a su niñez y le agradecía inmensamente a Valentín por llevarla a ese maravilloso lugar. No tenía palabras para agradecerle lo mucho que había hecho por ella en tan poco tiempo, porque aunque parezca poca cosa, le había devuelto las ganas de amar y dejarse amar, le había devuelto las esperanzas de empezar una vida con alguien más sin prejuicios ni malas miradas, sin arrepentimientos ni “peros” a ambos solo les importaba lo que había entre ellos y eso era lo ideal.

Andrómeda no pensó que al decidir estar con Valentín iba a ganar tanto y que iba a mejorar su vida de alguna manera y no solo a ella sino también a Orión. El mayor motor en esa relación era aquel niño porque cada vez que la Venezolana veía lo feliz que era cuando estaba con el de ojos azules simplemente le daban aún más ganas de seguir la relación, Orión nunca había entablado una relación así con ningún otro hombre que no fuese su abuelo y su tío, tal vez con algún otro amigo de su madre, pero nunca con un pretendiente de ella, era algo nuevo para él y eso era bueno.

𝓗𝓮𝓵𝓲𝔁 - 𝓦𝓸𝓼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora