Capitulo 27.

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Jungkook golpeaba con fuerza su saco de boxeo.

Su entrenador le pedía amablemente que parara, Jungkook lo ignoró. Le pidió que bajara el ritmo, pero en su lugar Jungkook conto otros diez golpes.

Su cuerpo se sentía cansado, su cabello mojado cayendo a los costados sin tapar su cara, su sudor salpicaba, sus brazos empezaban a doler y podía sentir como si se quemaran sus piernas. También la misma sensación lo invadía cada que quería respirar.

Pero su mente estaba vacía: no había pensamientos tontos, no habia dolor y no había más preguntas. Todo estaba en calma en su cabeza, aunque claramente en su cuerpo no.

Un par de golpes después, el cuerpo de Jungkook se dio por vencido y el menor cayó al suelo. Su respiración errática luchando por estabilizarse. El martilleo de su corazón que le recordaba que estaba vivo y los regaños cada vez más fuertes de su entrenador que se oían por alguna parte de la habitación.

El mundo volvía a girar para Jungkook poco a poco y su mente vacía comenzó a llenarse de recuerdos otra vez. El se negaba pensando en una y mil situaciones, pero no importa lo que hiciera, todo lo llevaría a los recuerdos que quería enterrar, una y otra vez.

En su lugar, Jungkook se concentro en las voces a su alrededor. Últimamente ese lado masoquista de Jungkook prefería escuchar un montón de palabras de todos los que lo rodeaban: escuchar a sus pacientes hablar; a Somi y todos sus amigos dándole un sermón de que tenia que detenerse con esa autodestrucción que traía. Su nuevo entrenador lo decía también, que jamás habia conocido a una persona tan necia y sin autocontrol. Una vez, al verlo vencido a parte de regañarlo le pregunto quien lo habia lastimado asi, Jungkook no contesto.

Jungkook prefería escucharlos a todos, porque estaba incomodo con él silencio.

El silencio le recordaba esa tarde, cuando despertó y a su lado había solo un par de sabanas frías y él estaba solo.

Pensar en ese momento era doloroso, no solo fue el hecho que habia confiado tanto en Seokjin como para dejarlo tocarlo como lo hizo, ni siquiera fue los recuerdos del viaje y su cita, que a punto de vista de Jungkook fue maravillosa. No lo fue tampoco su corto tiempo viviendo en el mismo techo, jugando con su perro en brazos, ambos cocinando o enredados en el sofá.

Fue su confesión rechazada, porque jamás habia sido tan sincero en toda su vida, ni siquiera con él mismo. Que le dijera a Seokjin que lo amaba y que quería establecerse con él lo descoloco tanto como al mayor.

Después de decirlo, su corazón se sentía tan en paz.

Jungkook no creía en el amor, pero en ese momento escucho las campanas de las que tanto hablan todos los enamorados. Eran reales, maravillosas y lo hacían sentirse completo de una manera especial. Mientras miraba a Seokjin sabía que quería ver su rostro asi por mucho tiempo más. Quería ver a ambos amándose y siendo felices.

Pero las sensaciones no duran para siempre.

Debió leer mejor a Seokjin desde que se puso rígido bajó él, que sus besos no fueran del todo correspondidos y que no lo abrazara con la misma fuerza al dormir. Pero en su lugar esperaba que al despertar y con sus sentimientos más claros, el mayor le dijera que sentía lo mismo por él.

Debió sentirlo irse, pero no lo hizo.

Incluso cuando despertó, lo busco un buen rato, creyendo que el mayor habia ido a hacer cualquier otra cosa o quizá se habia ido a dar una ducha. Pero no estaba. Se habia ido.

Cuando Jungkook se dio cuenta que habia sido abandonado, sin explicaciones y sin una contestación despertó de ese sueño que habia creado en su mente y no pudo detenerse, se puso a llorar. Asi es, él, Jungkook... se puso a llorar como un niño.

Bad guys (JINKOOK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora