Sin ti...

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Calle:

Ahora entendía a la perfección cómo se sienten las mamás que tienen hijos pequeños y se la pasan llorando todo el vuelo, esa desesperación... el ver a las personas irritadas a tu alrededor genera una impotencia que solo me hacía querer aventarme del avión y regresar donde Poché, pero por otro lado también me sentía pésimo porque Kim estuviera pasando todo esto.

Esto lo pensé y planeé con el principal objetivo de no ver a la niña triste, de alguna forma pensaba que podría ser mejor solo estar lejos de mi novia, pero no, ella la quería a pesar de como la había tratado y todo... lo sucedido.

Apenas habían pasado dos horas desde el despegue y yo me estaba cayendo literalmente del sueño, me encontraba en los últimos asientos justo a un lado de la ventanilla del avión, Kim a mi lado seguía viendo videos del canal con los ojos rojos de tanto llorar y uno de sus deditos en la boca.

Los deditos a la boca no bebé.- le dije con sutileza tocando su manito.

NO CALLE.- me gritó.

Perfecto, lo que me faltaba, Manuela del otro lado vió la escena y con la mirada solo le dije que la cuidara, necesitaba descansar, este día iba a ser muy largo, me volteé mirando las nubes y sin evitarlo una lágrima se deslizó por mi mejilla, ¿qué era lo que estaba haciendo? ¿qué me había convencido de dejar a Poché sola en Colombia? ella me debe de estar odiando en estos momentos.

Cerré los ojos con ese último pensamiento cuando con cuidado sentí pequeños brazos rodear mi cabeza, al mismo tiempo sentia un aliento calientico entre mi cabello.

Lo siento, soy mada, pelo pol favol no me dejes.

Me volteé para mirarla y su carita estaba agachada ya no lloraba, pero escuchaba como le costaba trabajo respirar.

No eres una niña mala.- le dije sentándola en mis piernas.

Sí lo soy por eso nadie me quiere... solo tú.- me sonrió dulcemente.

No digas eso bebé.- le dije abrazándola.

Tu siempre estas conmigo, tu me vas a querer siempre ¿verdad?, tu no te vas a ir.- me dijo con ojitos de ilusión en su tierna mirada.

Sí mi vida, yo siempre te voy a querer.- hablé como pude por el nudo en mi garganta.

Me abrazó fuertemente para después darme un beso en la mejilla y acurrucando se en mis brazos tomó el celular y continúo viendo los vídeos.

No pude evitar sonreír al escuchar como con la risa de Poché hacia feliz a mi niña, sin embargo no podía dejar de pensar en como ella se estará sintiendo en estos momentos.

...

Calle...- escuché a lo lejos.

Calle ya vamos a aterrizar.- abrí los ojos y Manuela me miró con los ojos bien abiertos.

Te tomaste muy encerio tu papel de mamá.

No entendía a lo que se refería hasta que vi a mi chiquita estaba acurrucada o mejor dicho encajada entre mi brazo y pecho.

Ne...- me callé de inmediato, no iba a despertarla, la separé de mi y con cautela la acomodé en su asiento, a pesar de ser chiquita tenía que estar ahí.

Ay chiqui, babeaste un poquito.- sentí mi sudadera húmeda.

Poché...- dijo aferrándose a mi brazo para seguir durmiendo.

Aterrizamos y afortunadamente la niña no se despertó, la cargué en mi hombro y con ayuda de Manuela recogimos las maletas.

Bueno, y ahora?.- preguntó Manuela a mi lado acomodando sus gafas oscuras.

Vayamos primero al hotel y después tenemos que ir al servicio social creo que se llama.

Vale ahora me explicarás que vergas.

Cansada y con el brazo adolorido llegamos al edificio, el clima de la Ciudad de México era bastante frío, el cielo gris y nublado avisaba que pronto caería una tormenta.

En la recepción pedimos un cambio de habitación por una doble, me costó convencer a Manuela pero logré que se quedará con nosotras a pesar de que decía que solo llegaría a dormir por todo lo que tendría que hacer.

Al llegar a la habitación dejé a la niña en una de las camas y me tumbé a su lado y, he aquí de nuevo, el sentimiento se apoderó de mi y comencé a llorar como magdalena extrañaba mucho a Poché, no sabía que mierdas pasaría con todo esto, estaba muy sensible.

Vamos Calle, no es momento, primero resolvamos lo de tu niña y pronto verás de nuevo a tu amada.

Poco convencida me levanté busqué entre la ropa un conjunto más abrigador para mi bebé y la cambié aún estando ella dormida, solo espero que nos deje dormir por la noche.

Deberías de despertar al monstruito, no ha comido nada.

Cerré los ojos frustrada, recordando ese problema, la carencia de paciencia en mi ser para darle de comer.

Pedimos servicio al cuarto y mientras llegaba desperté con mimitos a Kim quien al parecer y por extraño que parezca parecía estar de buen humor.

Llegó, al fin.- Manuela se levantó inmediatamente al escuchar el sonido de la puerta.

Mam...- los ojitos de la bebé se iluminaron por un momento al hablar.

Es el desayuno.- le dije levantándome de la cama para ayudar a Manuela con los platos, Kim inmediatamente se levantó y me siguió abrazando mi pierna.

Cuidado, déjame poner esto aquí.- le dije acomodando.

Mmm mmm mmm.- expresó Manuela de forma exagerada.

Quieres comer?.- pregunté agachándome a la altura del miquito con toda tranquilidad.

Me miró incómoda.

Tranquila, no te voy a obligar a nada, pero recuerda que tienes que comer bien para sentirte mejor.

Solo poquito, si?.- Asentí y se sentó a mi lado.

A decir verdad yo era la que no tenía hambre, pero pues alguien tenía que ser el ejemplo, tomé el cubierto y tomé un poco de la pasta que había pedido, pero Kim se adelantó y tomó uno de los nuggets y se fue con Manuela.

Eh eh eje esto es mío, lo tuya está allá monstruito.- le dijo causándole risa.

8 febrero 2021.

HijaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora