Tú, yo y...

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Mire fijamente a la señora que hablaba segura de cada una de sus palabras.

Vamos allá - dije sin la intención de cambiar de idea.

Desde que habíamos llegado no me había cambiado, no había arreglado mi cabello, en realidad me encontraba hecha un desastre pero ahora era lo que menos importaba.

Nos dirigimos a la puerta del edificio cuando me percate que había un bolita de personas gritando mi nombre.

Ahora no...- susurré llevando mis manos a la cara frustrada, jale mi cabello.

Regresé rápidamente a la habitación y tome la primera sudadera con gorro que encontré y me la puse.

Esa no te vas a llevar, es como si gritar oigan Daniela Calle ya llegó.- dijo Manuela señalando mi sudadera.

La mire y era la sudadera de humans cru de nuestra línea, con la rabia subiendo por mi cuerpo me devolví a cambiarme ahora por una sudadera gris bastante cómoda y aproveché rápidamente también para ponerme el pantalón a juego, una gorra negra.

Corrí a la entrada y por suerte pase desapercibida, subimos al auto y nos dirigimos nuevamente al edificio gris de esta tarde.

Aunque era de madrugada la luz del sol no se veía por ningún lado, estaba oscuro y esto le daba el toque espeluznante que ni falta que le hacía para dar miedo.

Entramos corriendo justo cuando la lluvia volvía a escucharse a lo lejos, los truenos y relámpagos no tardarían en llegar.

Los oficiales ya se encontraban ahí dentro con sus linternas indagando por cada rincón del lugar.

Antonia me miraba con arrogancia, la ignoré y fui a ayudar en la búsqueda.

Paso tanto tiempo que observé por las pequeñas ventanas la luz entrando, los oficiales había revisado las cámaras de seguridad y no había nada.

Era como si se hubiera escondido en el pequeño hueco de Alicia en el país de la maravillas, me senté a un lado de mano al inicio de las escaleras.

Me dio un sorbo de la botella de agua que traía en la mano lo cual agradecí.

Poché está por llegar.- menciono sacándome una sonrisa triste.

Estamos a tiempo para llegar justo cuando aterricé.- dijo suave.

¿Quieres ir a recogerla?.- preguntó de la misma forma.

Me encantaría, pero tengo que quedarme por si aparece, le prometí que volvería por ella y pienso cumplir con eso.

Bien voy a hablar para que me pasen a recojer, tu tranquila que en nada traigo al amor de tu vida.

Gracias por todo.- me abrazó.

Para eso estamos.

La vi alejarse hacia la puerta mientras marcaba un número y contestaba, me tomé un segundo y pensé donde mi chiquita pudo haberse metido, había algunas chicas moviéndose apresuradas, aseando y meciendo a los niños más pequeños por todo el lugar, era mucho ruido para poder pensar.

Caminé hacia la habitación donde creía haber dejado a la niña, este edificio era grande y podía perderme con facilidad, pero afortunadamente encontré la puerta correcta pues ahí estaba la pequeña mochila que le había traído, me senté sobre la pequeña cama, este lugar era tan deprimente, estaba segura que no era apto para niños, sin querer una lágrima cayó y eso fue suficiente para que las demás salieran, me sentía incompleta, desesperada, baje mi cabeza dejando caer las lágrimas al tiempo que escuchaba un ligero golpe en la cama.

Me asusté y de un salto me levanté, pero que mier...

Na na.- escuchaba ese sonido que podía hacerse con la lengua.

Mire debajo de la cama con temor.

Sus aceitunados ojos se encontraron con los míos.

¿Mi amor?.

Má... Má...- intentaba decir sin éxito alguno, su desesperada vocesita fue lenta comparada con la velocidad con la que salió debajo de la cama.

¡Mi amor!.- saltó hacia mis brazos y comenzó a llorar a lo que yo instantáneamente empecé a llorar con ella.

Sin decir nada y con lágrimas en sus ojitos tomo mi rostro y comenzó a dar besitos aleatorios  a mi, como solía hacerlo.

Perdoname nena, te prometo no dejarte de nuevo en este lugar.- no sabía cómo iba a hacerlo pero mi hija no va a quedarse aquí jamás.

La niña asentía sonriendo, se quedó mirando mis ojos y ahí fue cuando note que su larga cabellera rubia ahora era unos cuantos crespitos muy bien formados cayendo por arriba de sus hombros.

Iba a decir algo pero se abalanzó sobre mi haciéndome caer en carcajadas alegres, una pequeña punzadita me hizo pensar en mi novia.

Poche, Manu, avión.- corrí cargando a la niña hacia la entrada.

Manu esperamos vamos contigo.- le grité cuando subía al auto.

¡La encontraste!.- grito detrás de mí la abogaba.

Sí, estaba debajo de la cama.- vi como la tal señora se ponía roja de la vergüenza.

Puedo llevarla por Poché.- le pregunté suplicándole.

Claro, vamos, necesitaremos seguridad, si no les importa no retiramos.- miro a los oficiales que se veían molestos.

Por cierto nos tomaremos el día, no, es más, nos vemos el lunes.- nos subimos al auto.

Wow.- comenté.

Creo que tendrá demasiadas explicaciones que dar.

Apenas me subí al auto, las horas de sueño perdidas comenzaron a hacer efecto, el camino no era muy largo, pero tampoco demasiado corto por lo que me daba tiempo de dormir con mi arepita en los brazos.

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Se escuchaban algunos gritos, cada vez haciéndose más intensos haciéndome despertar.

Ya llegamos.- dijo Manu moviendo mi brazo.

La niña se movía perezosamente en mi cuello, sin despertarla la acurruque de forma que no escuchará tanto la bulla de afuera.

Apenas abrí los ojos vi el horizonte y no podía creerlo, alrededor de 300 personas estaban en las puertas del aeropuerto.

¿Llega algún famoso?.-

Una tal Maria José.- dijo inocentemente Viri, la abogada.

Y ahí fue cuando detalle que la mayoría tenía el libro, revistas, las sudaderas junto con sharpies todo listo para ser firmado.

¿¡Cómo es que se enteraron!?.

No quiero ser... bueno si.

Hay un impostor entre nosotros.

Ridícula.

BUENOOOO, alguien está divulgando información.

La pregunta es, ¿cómo vamos bajar?.

13 septiembre 2021.

HijaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora