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Cuento hasta cinco antes de atreverme a pasar por el arco de la de puerta y mantengo la mirada en el suelo hasta sentirme totalmente capaz y fuerte a soportar verla en las condiciones que esté.

Respiro y levanto la cabeza poco a poco. Todavía sin estar seguro a querer hacerlo,

empiezo a observarla desde los pies y voy subiendo poco a poco fijándome en todo. Sus brazos, esos brazos que me dan la vida al rodear mi cuello, están llenos de vías y tubos conectados a goteros y máquinas. Tiene las venas demasiado marcadas a causa de las agujas que le transpasan la piel hasta llegar a ellas, no soporto verlo.

Sé que debería de seguir subiendo la mirada pero no me atrevo. No puedo. No quiero... Miro un poco más arriba y me encuentro con su bonito e impecable cuello. Le gusta que le de de besitos ahí, y a mí me gusta sentir cómo sus pelos se ponen de punta a causa del escalofrío que le recorre la espalda. Eso mismo que me provoca a mí con tan sólo respirar.

Doy el último paso y me encuentro con su perfecta cara. Tiene una pequeña herida en la mejilla izquierda y un moratón pequeño un poco más arriba de esta. Tiene conectada a su nariz una cánula por la que supongo le meterán aire para que respire.

A pesar de todo eso sigue pareciendo de porcelana, tan frágil y bonita que da pena tocarla por miedo a romperla. Miro detenidamente cada facción de su rostro. Su pequeña y relajada mandíbula, el lunar que tiene debajo de sus finos e irresistibles labios, las casi inexistentes pecas en su nariz. Observo con detenimiento la parte de los ojos, tiene las pestañas súper largas y rizadas y un diminuto lunar en el párpado izquiero. Tiene una venda cubriéndole una parte de la cabeza y dejandole así el pelo un poco alborotado dándole ese toque a niña pequeña que tanto le favorece.

Me siento en la silla que hay al lado de la camilla y me doy el placer de cogerle de la mano.

-Hola, pequeña. Soy yo-recuerdo lo que me dijo la enfermera de hablarle para estimularle y continuo-No sabes lo duro que se me hace verte así, tan...-no soy capaz a terminar la frase-Estás demasiado quieta para ser tú-suelto una risita ahogada-¿Te acuerdas de cómo me dejaste la camiseta llena de helado porque no querías parar? ¿O cómo me hiciste correr hasta llegar a la pista de hielo?

>>Supe que estabas hecha para mí cuando te vi entrar por la puerta de aquella sala con tu jersey rojo y las mejillas del mismo color. Mirabas para el suelo sin saber bien lo que hacer y yo simplemente abrí los brazos para tenerte entre ellos por primera vez. Recuerdo el brillo en tus ojos debido a las lágrimas retenidas, las sonrisas que intentabas esconder detrás de los labios... Me acuerdo cuando nos estábamos haciendo las fotos y me besaste en la mejilla, sentí un extraño revoloteo en el estómago que nunca antes había sentido. Nuestras peleas por tu cabezonería de querer pagar. Tus dulces venganzas.

>>Casi siete meses sin verte, sin abrazarte, sin besarte. No sabes lo duro que se me ha hecho, Manuela. Mirase donde mirase te veía a ti, empecé a besar el collar con tu nombre antes de los conciertos en vez del mío de siempre. No sabes lo mucho que te extrañaba, lo mucho que te necesitaba... Gracias a eso me di cuenta de que estoy total e incondicionalmente enamorado de ti. Que daría la vida si hiciese falta por verte sonreír de nuevo, por ver tus ojos clavados en los míos otra vez.

>>Gracias por no haberte olvidado de mí, por llamarme cuando yo no lo podía hacer, por tus mensajes con los que eres capaz de alegrarme el día. No sé cómo agradecerte el simple hecho de haber aparecido en mi vida así derepente. Me descolocaste los planes con sólo mirarme mi niña. Gracias por haber planeado mi fiesta de cumpleaños y haber querido venir a verme... Te debo tanto, pequeña. Ten claro que en cuanto salgas de aquí te lo voy a devolver todo. Te voy a llevar a donde quieras. Tú y yo. Solos. Sin Jacob ni Franky.

-Pican a la puerta y después abren-Abraham, mamá va a ir a llamar a la madre de Manuela y luego a la cafetería, ¿Quieres algo?-me doy cuenta de que Tony tiene la mirada fija en el suelo. No se atreve a mirarla y eso mismo me pasaba a mí.

-No, tranquilo-asiente y se va- Como ya has oído dentro de poco tu madre lo sabrá y querrá matarme. Y la entiendo perfectamente. No te mereces esto, Manuela. Eres demasiado buena para que te pase esto y por eso mismo me enamoré de ti. Por tu bondad, tu cariño y tu respeto a todo. Por lo que me haces sentir y lo feliz que me haces.-me quedo durante un buen rato obsevandole la cara y acariciandole la mano con mis dedos mientras le canto 'Golden heart'. El sueño se va apoderando de mi y apoyo la cabeza en un pequeño hueco en la camilla mientras sigo cantando-Te amo, Manuela. Te amo más que a nada en esta vida.-y finalmente, acompañado de los pitidos de las máquinas, me quedo dormido aún aujetándole la mano.

×Una simple fan.×Donde viven las historias. Descúbrelo ahora