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Uno de junio. Hoy hace exactamente seis meses que Abraham se fue de gira y no nos hemos visto desde entonces. Solo mediante el ordenador y claramente no es lo mismo. Cada vez se me hace más fácil asumir que no está aquí.

Desde hace tres meses, he empezado a ir una vez a la semana a la librería ya que por petición de mi madre, he cambiado mis hábitos de comprar los libros. Me deja leer todo lo que quiera, le da igual que me pasé las veinticuatro horas del día con los ojos fijos en un libro. Pero decidió que es mejor que compre solo un libro a la semana ya que del otro modo, me estaba gastando un dineral en libros que la mitad de ellos solo leería una vez en la vida. Gracias a ello, me he hecho muy buena amiga de Cameron. El chico de la librería. Me contó que trabaja para poder pagarse los estudios ya que su familia no puede permitírselo, me habló un poco sobre su infancia y sobre todo lo que vivió en el instituto al ser el chico raro al que le gustaban leer. A veces es él el que me elige el libro semana haciendo un pequeño juego para que no sea tan monótono. De vez en cuando quedamos para tomar algo en la cafetería de al lado de la tienda o para ir al cine. Y es una de las cosas que me ayudan a olvidarme un poco de la distancia que me separa del chico al que quiero.

Cam es una de las únicas personas con las que mantengo una conversación larga desde hace meses. Tiene una manera muy peculiar de hacerme reír cuando me ve apagada y tenemos gustos bastante parecidos a cuanto libros y música se refiere. En comida también, pero eso es un tema aparte.

Las cosas con mi madre se han ido suavizando con el paso del tiempo. Ya no me hace sus típicas e irritantes preguntas constantes. Ni me obliga a salir a la calle a todas horas. Está feliz de que haya decidido hacerlo por mí misma ya que no me hace bien estar todo el día en la cama o en el sofá.

Con las chicas estamos más distanciadas que nunca, llegando al extremo de sólo mirarnos cuando nos cruzamos por los pasillo. Y a veces ni eso.

Están a punto de terminar las clases y me temo que este verano será el primero que no pasaré con ellas en la playa o en la piscina. Nos encantaba irnos todo el día por ahí a tomar el sol, a bañarnos o a hacer rutas por el monte con nuestra cámara y un picknik preparado para pasar el día entero allí.

Echaré de menos todas esas cosas, pero creo que la complicidad que teníamos antes en el grupo se esfumó con el tiempo a medida que hemos ido creciendo.

Me acuerdo cuando solíamos quedar todos los viernes para ir a dar una vuelta por ahí haciendo nuestras tonterías. Únicamente nuestras.

Las clases están más agetreadas que nunca. Los exámenes finales están llegando de golpe y es bastante difícil mantener una vida social completa compajinada con los estudios estás últimas semanas pero Cam se encarga de liberar un poco mi mente por las tardes y de noche es Abraham quien ocupa el pequeño descanso que me doy el honor de tener después de estudiar tanto.

Las cosas con el profesor de geografía se tranquilizaron cuando volví a poner mis cinco sentidos en su clase y después de pasar los apuntes a limpio, esta vez sin dibujitos causados por el aburrimiento.

Me estoy esforzando muchísimo para conseguir unas calificaciones buenas en las materias ya que en el segundo trimestre había subido mi media y me gustaría mantenerla.

Los días pasan lentos sentada en mi cama con los esquemas encima de las piernas todo el rato. La música no ha dejado de acompañarme vaya donde vaya o haga lo que haga. Es mi mejor compañía en todo momento.

He retomado el amor hacia la escritura que siempre he tenido y que hace un año abandone por derrota. Tenía mucho que descargar estos últimos meses y no hay mejor manera que hacerlo que escribiéndolo. Porque escribir es gritar pero en silencio, sin que nadie oíga tus súplicas o tus maldiciones.

Tan solo quedan dos meses para que esté devuelta. Ya estoy pensando en él otra vez... Ojalá pasase rápido el tiempo restante para poder abrazarle cuanto antes. Para poder volver a sentirle, sentir su calor en cada abrazo. Su respiración tranquila o agitada. Su manera de despeinarse el pelo cuando algo le pone nervioso. Para poder volver a sentirle a él. Para sentir la sensación de ser uno cuando estamos juntos. Por mi piel de gallina en cada caricia. Por sus besos, su sonrisa, su risa... Su todo en general.

×Una simple fan.×Donde viven las historias. Descúbrelo ahora