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Un extraño ruido se cuela entre mis sueños despertándome, abro los ojos y lo primero que veo es la habitación del hospital totalmente a oscuras. El pitido sigue sonando y no sé de donde procede, me duele el cuello de estar tanto rato en este incómodo sillón.
Vuelvo a observar la habitación y descubro de donde viene el dichoso ruido. Me levanto de un salto y corro hasta la camilla. Una luz roja proveniente de uno de los monitores, me deslumbra un poco y el sonido se hace cada vez más fuerte. Dos enfermeras entran en la habitación lo más rápido posible y empiezan a revisar a Manuela. No sé qué está pasando, ambas enfermeras están demasiado serias y un médico entra en la habitación.
El ruido no cesa y cada vez me pongo más nervioso.
Me pide. Que me aparta pero no me muevo de mi sitio, estoy paralizado.
-Tiene el pulso muy acelerado-dice una de las enfermeras.
-Tómate la temperatura y bájale la dosis del gotero.
Derepente siento un ligero toque debajo de la mano, bajo la vista y me doy cuenta de que la tengo encima de la mano de Manuela, con los dedos entrelazados.
-¡Se ha movido!-vrito y esta vez ya me apartan de ella y me intentan convencer para que espere fuera, pero me resisto y se concentran en ella otra vez.
Me quedo de pie observando todos y cada uno de los movimientos que hacen sobre ella. En otro momento y a estas alturas ya no me quedarían uñas de tanto mordérmelas pero esta vez no, estoy paralizado de nuevo. No sé si está bien o si sólo ha sido una de esas cirsis nerviosas de las que me han hablado.
Al cabo de diez minutos, el doctor se va y quedan las dos enfermeras desconectando tubos y poniéndole otra vía más en el brazo izquierdo.
El ruido baja de intensidad pero sigue siendo mucho más intenso que los días anteriores. Me acerco donde pequeños pasos hasta la parte de los pies de la camilla y la observo.
Las espantosas ojeras moradas se han desvanecido durante esta última semana hasta convertirse en casi inexistentes sombras oscuras, y su piel vuelva a tener casi su tono natural.
La enfermera morena de aparta y después de recoger los cables de una de las máquinas a la que antes Manuela estaba enchufada, pasa por mi lado y se para junto a mí y le mira sonriendo.
-Tiene suerte de tenerte-dice pero ninguno de los dos apartamos los ojos de ella-todas estas semanas has estado aquí noche y día, cuidándole. Jamás había visto un amor tan intento entre adolescentes, no si quiera la mitad de las parejas adultas se quieren de la manera en la que tú le quieres y es una pena...-se aparta y me toca el hombro-Cuando despierte tendrá ganas de verte.
-¿Eso quiere decir que...
-Sí-me corta y sonríe antes de irse.
No sé cómo explicar cómo me siento ahora que sé que está bien, fuera de peligro. Y lo más importante, que se va a despertar pronto. Quizás hoy, o mañana... Estoy alegre, tanto que por un momento olvido que estoy en un hospital y me pongo a saltar encima del sillón. La madre de a Manuela entra en la habitación y me pilla haciendo el tonto y sonríe. Me bajo corriendo y le doy un abrazo súper fuerte y ella se ríe mientras intenta secarse un par de lágrimas que amenazan con salirsele de los ojos.

Ya ha pasado gran parte del día y no hubo ninguna otra señal de que vaya a despertarse pero no perdemos la esperanza.
He llamado a Cameron a la hora de la comida y se ha puesto a gritar de alegría por el teléfono tan fuerte que he tenido que apartar el móvil de la oreja en varias ocasiones.
A las diez de la noche bajo en una carrera hasta la cafetería del hospital ya que mi estómago ya me suplica que le de algo de comida y subo corriendo otra vez hasta la habitación. Abro la puerta con cuidado para no despertar a María y la vuelvo a cerrar del mismo modo.
Dejo la bolsa blanca encima de una silla que han traído hoy y saco uno de los túpers que he comprado.
Estoy a punto de acabarme la cena cuando escucho algo.
-Ab...-miro hacía María que se acaba de despertar y me mira con el ceño fruncido-Ab...Abraham-dice en un susurro y los dos pegamos un salto al darnos cuenta de donde proviene.-Abraham.
-Hija-María le aparta un mechón de pelo de la frente.
Sigue con los ojos cerrados pero no deja de decir mi nombre.
-Manuela, cariño. Soy yo, estoy asíí-digo acariciándole la mejilla.
-Abraham-empieza a mover los pároados débilmente pero aún no los abre. Tiene mi mano cogida con fuerza y Sigue repitiendo mi nombre. Abre un poco los ojos y espera hasta acostumbrarse a la luz para abrirlos un poco más. Tengo el corazón a mil por hora, hace semanas que soñaba con que llegase este momento y por fin ha llegado.
Mira hacia los lados con el ceño fruncido y luego se fija primero en su madre y después en mí.
Se le nota en la mirada la confusión y mi mundo se hace añicos cuando pregunta:
-¿Quiénes sois ustedes?

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¡Hola! Perdón por haber tardado tanto en subir pero he tenido exámenes y después en la semana de vacaciones me dio mucha flojera ponerme a escribir la verdad...
Espero que os guste este nuevo capítulo y dentro de muy poco haré un mini-maratón para compensar todo este mes que estuve sin subir capítulos.
Un abrazo muy grande.

×Una simple fan.×Donde viven las historias. Descúbrelo ahora