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Esta está siendo la clase de plástica más larga de la historia. Miro constantemente el reloj pero las agujas se niegan a avanzar. Hoy el tiempo está en mi contra.

Comienzo a dar golpecitos con los dedos en la mesa al son del segundero. Tic-tac, otro golpecito. A este ritmo voy a acabar haciendo otro de los tantos agujeros que decoran la mesa.

Vuelvo a mirar el reloj por enésima vez seguida. Las 10:55.

-¡Phssss! ¡Eh, Manuela!-Alba se sienta en frente mío dándome un golpe en el brazo.

-¿Qué quieres ahora, Alba?-pregunto de mala gana y sin ni si quiera mirarla.

Suena el timbre del recreo y sin darle opción a responder, me levanto y echo a correr escaleras abajo.

-¡Eh, Manuela!-grita alguien detrás de mí.

-Me doy la vuelta a mala gana-¿Qué?

-Te está buscando la profesora de literatura.          

-Vale. Gracias-doy un giro de ciento ochenta grados sobre mis talones y sigo con mi camino.

Ni si quiera voy a ir hoy a hablar con ella, tengo demasiados nervios en el cuerpo como para estar metida en una sala de profesores hablando sobre una redacción. 

Saco los cascos del bosillo de la chaqueta y los enchufo al móvil a la vez que busco una canción de David Bisbal en la lista de reproducción.  Siento fuertes pisadas tras de mí, pero tampoco me voy a parar a mirar quién es. 

Ha llegado la hora de irse a casa y salgo corriendo hacia el centro comercial habiendo ya dejado la mochila metida en la taquilla. Ahora sí que me dejo el alma corriendo con la música a todo volumen saliendo de los auriculares. Hay una fila inmensa que llega desde fuera del centro comercial hasta el pequeño escenario colocado en el centro del hall. Voy esquivando a gente que espera ansiosa en la cola hasta llegar al puesto catorce mientras siento las miradas odiosas y envidiosas de los demás.

Alguien me tapa los ojos desde atrás y me impide saber quién es. 

-Seas quien seas no estoy para juegos-replico.

-¿Pensabas que te iba a  dejar venir sola para que te diese un paro cardíaco y te dejen aquí tirada muriéndote?-ahora ya sé quién es.

-Que dramátical eres a veces Selina. Pensé que no te gustaba esta clase de música.

-Y no me gusta, pero lo hago por ti. Me supuse que con los nervios  no pasarías por casa ni a comer, y como siempre, vengo de niñera para que te lo comas todo-rie.

-Deja de hacerme favores que no tengo tiempo para devolverte todas las que te debo.-hago una pausa mirando todo-Y ahora cállate y dame algo de comer que me muero de hambre.

Ahora sólo queda esperar e intentar no comerme también las uñas.

×Una simple fan.×Donde viven las historias. Descúbrelo ahora