[19] Millones de besos.

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Faltaban tres días para la boda, era momento de buscar la ropa que usaríamos, porque luego no tendría tiempo de buscarla, al día siguiente tenía una presentación. Bajé las escaleras y Grecia ya estaba esperándome a bajo. Me acerqué a ella y sonrió como loca.

—¿Qué? —fruncí el ceño.

—Ya tengo mi licencia, puedo conducir uno de tus autos —reí.

—Voy a pedir un Uber, iremos más seguros.

—Ay, por favor —rodeó mi cintura con sus brazos—. Déjame conducir, yo puedo.

—No quiero morir.

—No lo harás, así que déjame conducir, confía en mí —respiré hondo.

—Bien —tomé las llaves de mi Lamborghini—. Nadie aparte de mí ha conducido este auto —sus ojos brillaron—. Por favor, conduce bien.

—Lo haré —tomó las llaves de mis manos.

Subimos a mi carro, me sentía extraño subiendo al lado del pasajero, cuando estaba acostumbrado a ser siempre el conductor, por su parte Grecia, parecía niña con juguete nuevo.

—¿Voy recio? —me preguntó y negué.

—Primero quiero ver cómo conduces normal, ya después vemos si le metes velocidad o no —lo encendió y al escuchar el motor abrió la boca formando una gran O.

—Suena hermoso.

—Arranca ya.

Llegamos a la tienda, afortunadamente llegamos completos, Grecia no manejaba nada mal, siempre y cuando le pusiera restricciones con la velocidad, porque pude darme cuenta que era tan loca como yo para manejar.

—No lo sé, ninguno de estos vestidos me gustan —vio los vestidos que le habían llevado—. Quiero algo diferente —empezó a ver otros vestidos—. Quiero algo más elegante —se giró y me vio—. Quiero algo que opaque a la novia —me guiñó.

—Con sólo ser tú lo lograrás —me encogí de hombros—. Pero sí, tienes razón, mi novia debe verse hermosa.

—Exacto —chasqueo sus dedos y me guiñó.

—Que traigan los mejores vestidos para mi novia —ambos reímos, pero la verdad era que me gustaba mucho llamarla así.

🤠👑🤠

Grecia

Estaba emocionada, bueno, quizás la emoción de Gerardo se me había contagiado, él estaba muy contento con la presentación que tenía y yo estaba contenta por él. Moría de ganas por escuchar en vivo la canción que me gustaba tanto, pero como el álbum aún no había salido, no la podría cantar, así que me tocaría conformarme con que me la cantara antes de dormir, la realidad era que me la cantaba las veces que se la pedía. Terminé de ayudarlo a vestirse, porque hasta el día siguiente le quitarían el yeso, algo que lo tenía emocionado, después tendría que hacer terapias y de eso me encargaría de estar pendiente yo.

—Listo, ya estás guapo —quité algunas pelusas de su saco azul.

—Pensé que siempre estaba guapo —lo vi y tenía esa sonrisa en su rostro que me gustaba tanto.

—Siempre lo estás —se acercó a mí cara y me dio un beso en los labios.

—¿Ya estás listo? —Luvi entró acompañado de todo el equipo, los cuales rápidamente le pusieron el apuntador y todo, ya que él había pedido que nos dejaran solos para que le ayudara a vestirse. No más porque quería meterme mano mientras lo vestía.

Dos Extraños [Fanfic] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora