[8] Fans.

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Gerardo me había llevado de compras, dijo que necesitaba cubrir mis manchitas de mapache —algo que no me causó gracia, lo que sí lo hizo, fue el tono infantil con el que lo dijo—, así que compré maquillaje, realmente necesitaba maquillarme un poco para sentirme mejor. Luego de una hora desde que me despedí de Gerardo para arreglarme, salí de la habitación ya lista. Gerardo ya estaba a bajo, sólo esperándome.

—Lista —dije cuando llegué hasta el final de las escaleras. Él estaba sentado en un taburete cerca de la entrada, al verme sonrió.

—Que gran cambio —se acercó a mí—. Ya no te ves como un mapache.

—Y tú ya no te ves tan jodido como antes —llevaba unos jeans, una playera azul y unos zapatos con unas puntas muy bonitas, cuya marca siempre había querido tener, también llevaba su inseparable gorra.

Tan bonito cabello que tenía y nada de presumirlo.

—Yo hasta jodido me veo bien, porque recuerda: jodido, pero contento —sonreí.

—Como digas. Oye, te hace falta el sombrero —según lo que había entendido no se presentaba con gorra, así que no entendía porque no lo llevaba puesto ya.

—Tejana...

—Lo que sea, ¿dónde está tu gorrito? —obvio que lo hacía por molestarlo, porque durante los dos días que me enseñó sus canciones, también me enseñó que su sombrero, se llamaba tejana.

—Me voy a cambiar en el camerino, ya no tardan en llegar por nosotros.

—¿Voy a conocer a tus amigos?

—Sí.

Esperamos un rato y cuando escuchamos una bocina, Gerardo abrió la puerta y salimos, había una Suburban esperando a fuera, nos acercamos y un muchacho abrió la puerta.

—¿Qué honda, Luvi? —Gerardo y él se saludaron.

—¿Qué honda, Gera? —la mirada de quien Gerardo llamó Luvi, se posó en mí y sonreí con los labios apretados.

—Ella es Grecia, una amiga y él es Luvi, un amigo —ambos nos dimos la mano.

—No sabía que tenías amiga...

—Nada más para aclarar, sólo somos amigos, nada más —dije antes de que siguiera hablando.

—Claro, no he dicho nada —Luvi se encogió de hombros.

—Ya vámonos —Gerardo me dejó subir de primera y luego lo hizo él, Luvi iba a adelante.

En el camino se la pasaron hablando de su nuevo accesorio, el yeso y de todo lo que había preparado para el evento de esa noche y de cómo tenía que ir a ensayar al día siguiente muy temprano. Llegamos a un lugar, para ser especifica un bar y cuando pasamos por la entrada me quedé sorprendida con la cantidad de personas que habían esperando a fuera, había de todo: hombres, niño, adolescentes, pero principalmente mujeres. El cachetón tenía pegue. Y sí, él me decía mapache y yo cachetón.

Metieron el auto por otro lugar donde no podían ver las personas que estaban esperando y todos nos bajamos, entramos por una puerta trasera y nos guiaron hacia un camerino. Siempre había querido saber todo lo que hacían los famosos y lo estaba presenciando en primera fila. Hablando de primera fila, me dieron un pase VIP, de locos.

—Tengo que cambiarme, ¿me ayudas? —me preguntó y asentí.

—¿Esperamos a que se vayan todos o ya te conocen el trasero? —lanzó una carcajada.

—No se van a ir, tienen que ponerme el apuntador y todo lo demás, tú ayúdame, que yo ya perdí la pena.

—Sin vergüenza —como aún con zapatos altos era más bajita que él, se sentó y le ayudé a quitarse la playera, luego le desabroche el pantalón y él se encargó de quitárselo.

Cuando quedó en un bóxer negro, aparté la mirada, una chica me pasó un pantalón negro y lo ayudé a ponérselo, luego la chica me pasó una camisa blanca, se la puse, con bastante dificultad por el yeso, se la abroche y luego de meterla dentro de su pantalón, sí, tuve que meter la mano en su pantalón, hice lo mismo con la cremallera y botón del pantalon, también abroche su cinturón. Le pasaron las botas y él solo se las puso, luego sólo lo ayudé a ponerse un saco azul marino. Se acomodó el pelo y de un cosa, tipo maletín, sacó su tejana, se la puso y entonces entendí porque habían tantas mujeres afuera.

Era como ese vaquero así todo rudo, pero elegante y guapo que veías en las películas. Aunque claro, él no tenía ese cuerpo marcado que los protagonistas tenían, pero ni falta le hacía, pues con sus ojos cafés claros, el hoyuelo en su mejilla y su sonrisa; bajaba las bragas de cualquiera.

¡QUIETA AHÍ!

¿Qué me pasa? ¿Por qué estoy pensando eso?

Me aparté de Gerardo luego de levantar ambos pulgares, como visto bueno de su atuendo y observé de largo como dejaron entrar a algunos periodistas, los cuales la primera pregunta que le hacían, era qué le había pasado en la mano, a lo que él respondió que había sido un accidente sin dar más detalles.

Unos minutos antes, le pusieron el apuntador y le pasaron un micrófono, antes de salir, se acercó a mí.

—Te quiero ver en primera fila, eh, mapachito —lo vi mal y sonrió.

—Me parece bien, para poder ver mejor tus cachetes —lanzó una carcajada y se lo llevaron para subir al escenario.

Una intro empezó a sonar y la gente empezó a gritar.

—Vámonos ya, para que no te pierdas la entrada —me dijo Luvi, quien me llevó por un lugar, hasta que llegamos a primera fila.

Las luces se apagaron, en la pantalla aparecieron imágenes de Gerardo y una música empezó a sonar, lo único que se lograba ver en el escenario, era silueta y momentos después, las luces se encendieron y lo enfocaron a él. En la pantalla se reflejó. Saludó a todos con su mano y empezó a cantar un corrido. Los corridos sí me habían costado bastante para apredermelos, pero lo había logrado, al menos eso creí, porque empecé a confundirme y la chica de al lado me vio como queriéndome matar.

—Lo siento, soy nueva en esto —sonrió un poco y siguió cantando.

Todas las chicas que estaban adelante, llevaban lonas con nombres de clubes de fans. En serio esas chicas eran buenas con el diseño gráfico, todos sus logos eran geniales.

¿Acaso para ser fan de Gerardo había que tener talento en todas cosas? ¿Era una regla saberse todas sus canciones y no confundirse nunca? Porque en ningún momento se confundieron y todas las corearon y todas lloraron y se derritieron. Ya entendía porque Gerardo había presumido a sus fans, realmente eran geniales.

Todas tan ilusionadas y enamoradas, realmente se les notaba en la mirada y en cada lágrima de emoción que derramaban, el gran amor que tenían por él y entonces caí en cuenta de que lo que una de las pancartas decía, era real, su amor por él era incondicional, incluso uno de los clubs de fans se llamaba Incondicionales, y no era chiste que sí lo eran. Incluso llevaban muchísimos regalos para él. Hasta me daba envidia, a mí en toda mi vida nunca me habían dado tantos regalos. Quizás nunca había sido tan especial para alguien como él para todas sus fans.

Dos Extraños [Fanfic] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora