[3] Ganar, ganar.

145 11 0
                                    

Ya en el sencillo, discreto y acogedor restaurante, ordenamos lo que íbamos a desayunar y nos quedamos en silencio un rato, no sabía cómo empezar a preguntarle lo que le estaba pasando, no tenía idea de cómo reaccionaría, así que mejor esperé impaciente. Porque sí, quería saber qué le sucedía.

-¿Qué te pasó para que quieras acabar con tu vida? -le pregunté luego un rato, porque no podía más con el silencio.

-De todo un poco, para ser sincera -suspiró-. Hace unos meses atrás, todo estaba bien, no voy a decir que perfecto, pero se le acercaba mucho a eso; yo tenía un empleo, un novio, unos padres que a su manera me querían, un hogar y era feliz. Pero en cuestión de unas horas, un día, todo se acabó. El imbécil hijo de puta que tenía de novio, me puso el cuerno con la perra que para mí desgracia es mi prima, los encontré cogiendo en casa de mis padres -eso sí estaba fuerte-. Eso me dolió mucho, hice un escándalo, golpeé un poquito a la perra traidora, a ambos en realidad, luego de eso ellos se fueron y yo me quedé en casa ahogándome en mis penas. Entré en depresión, falté varias veces al trabajo y me echaron. La cereza del pastel.

-A la verga, esperaba cualquier cosa menos eso.

-Viene lo mejor -¿y había más? Empezaba a entender porque quería hacer lo que iba a hacer-. Hace unos días la perra volvió a la casa de mis padres, porque el maldito estúpido se la llevó a vivir con él, solamente para anunciar que se van a casar. El muy infeliz le pidió matrimonio -apretó la mandíbula-. Mis padres, como si todo lo que me había hecho importara muy poco, la recibieron con los brazos abiertos y de lo más feliz por su boda, mi madre incluso la acompañó a comprar su vestido, el mismo que se ofreció a guardar para que el novio no lo viera. Y pues... en la noche yo entré a la habitación donde estaba a verlo y a hacerle algunos cambios con las tijeras -rio por lo bajo-. Lo destroce todito.

-Eso fue muy poco en comparación a lo que ellos te hicieron -quizás había estado mal de su parte, pero... nah, a la verga, sí se lo merecía.

-Exacto, pero mis padres no pensaron lo mismo y me echaron de la casa, sin un sólo centavo y literalmente sólo con la ropa que llevaba puesta. Es cierto que tengo veintitrés años y se supone ya debía haberme independizado hace tiempo, pero... -negó-. Esperaba más de todos, esperaba más de quiénes me dieron la vida, quienes se suponía debían elegirme a mí antes que a ella. Y aún más del imbécil al que le entregué todo, realmente me arrepiento de él.

»Ahora no tengo nada, a nadie le importo, para qué querría seguir viviendo así, aunque en realidad ni siquiera estoy viviendo, solamente estoy ocupando un espacio en el planeta y consumiendo oxígeno. Yo no quiero esto, no quiero seguir así, por eso planeaba acabar con mi vida... bueno, planeo hacerlo cuando me dejes en paz.

-No tienes que hacerlo.

-¿Y qué haré, genio? ¿Quedarme en las calles de mendiga, prostituirme o vender mis órganos? -suspiró-. Ya nada tiene sentido, lo perdí todo.

-No es cierto, aún vives y mientras vivas hay esperanza -rodó los ojos.

-Mejor cuéntame tú, ¿qué te pasó a ti? ¿por qué te ves tan jodido? -¿por dónde empezar?

-Bueno, am, hace unos meses atrás...

-Yo empecé así, consíguete tu propia introducción -reí-. No es chiste.

-Es que todo empezó hace unos meses -no dijo nada, parecía estar concentrada en algo detrás de mí. Un rato después volvió a verme y luego detrás de mí.

-¿Eres famoso? -fruncí el ceño.

-¿Vivías en unas cavernas o algo así? ¿Cómo es posible que no lo supieras?

Dos Extraños [Fanfic] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora