[2] Mapache.

163 11 2
                                    

El karma me estaba castigando en serio, cobrándome lo que había hecho en esta vida y en las pasadas si es que habían. Me encontraba en el hospital, con una puta lesión en la mano izquierda, exactamente en los nudillos, tenía dos dedos casi rotos, y apunto de que el doctor me pusiera un yeso que debía usar al menos un mes, la lesión no era grave, pero el yeso era el método más rápido para que sanara. ¿Cómo me había pasado? Momento de depresión, tequila, rabia y una pared; combinación suficiente para terminar en urgencias. El doctor volvió y me puso el bendito yeso, luego me dio unas recetas para comprar unas pastillas en caso de dolor, ya me había inyectado algo y en ese momento no sentía nada, pero cuando había llegado sí me dolía mucho.

Cuando terminó me mandó a casa, así que emprendí mi camino a la salida. Me sentía un poco mareado, el lado bueno es que había llegado en taxi y no tendría que conducir, a parte del mareo, me sentía triste una vez más, estaba solo y ya no quería estar solo. No me di cuenta que me había quedado parado en medio de un pasillo, hasta que una enfermera me habló.

-¿Se encuentra bien? -la vi y asentí.

-Estoy bien -me sonrió y siguió su camino. Yo también hice lo mismo hacia la salida.

El sol ya había salido por completo, así que me obligó a entre cerrar los ojos, cuando había llegado a penas estaba amaneciendo, el sol a duras penas y empezaba a verse, así que me había tomado por sorpresa y ni siquiera unos lentes oscuros había llevado para evitar la molestia que sentía. Aún estaba borracho, ni siquiera crudo, me sentía mareado, aunque la medicina también podía estarme causando ese efecto. Como fuera, igual empecé a caminar sin rumbo alguno, luego tomaría un taxi o pediría un Uber. Caminar me haría bien, tomar aire, pensar un poco o quizás podría tener un accidente por el mareo que sentía.

Mientras seguía caminando se me ocurrió la idea de pasar por una farmacia comprando las medicinas que me había recetado el doctor, porque no quería volver a sentir el dolor de antes, eso fue peor que el dolor interno que sentía con todo lo que estaba sucediendo con Stephania. En serio que intentaba dejar de pensar en eso, pero era difícil, era como si se hubiera metido en lo más profundo de mi ser y ya no pudiera sacarla. Quizás estaba siendo exagerado, porque en algún momento lograría sacarla de ahí, pero al menos en ese momento no lo estaba logrando. En serio que amar dolía demasiado y más cuando ni siquiera estaba en mis planes sentir todo lo que estaba sintiendo por ella. Se suponía que todo era un juego y perdí.

Antes de cruzar la calle esperé que los autos dejaran de pasar, lo que menos quería era terminar aplastado por un auto, en serio, tenía suficiente con una mano enyesada, no necesitaba nada más. Por el rabillo del ojo derecho, vi como alguien se paró a mi lado, no le presté atención, hasta que de la misma forma noté como estaba a punto de cruzar la calle mientras un auto se acercaba. En un rápido reflejo de mi cuerpo, la tomé del brazo y la jale hacia atrás, tan fuerte que ambos terminamos cayendo, ella sobre mí. Lo primero que me pasó por la mente unos segundos después, cuando la adrenalina empezó a cesar, fue que la pobre chica era invidente, porque era la única explicación lógica que le encontraba a su acto, ya que el auto estaba súper cerca, de otra forma era imposible que no lo viera.

-¿Te encuentras bien? -le pregunté al ver que no se movía, aún estaba sobre mí.

-Eres un imbécil -se apartó de mí y se sentó cerca de donde estaba tirado yo.

-¿Perdón? -que alguien me explicara qué mierda estaba pasando-. Acabo de salvar tu vida, ese auto te pudo atropellar por si no te diste cuenta -por como me veía, súper furiosa, me di cuenta que no era invidente, al parecer sólo era tonta.

-Pues déjame decirte que esa era precisamente la idea -fruncí el ceño. No estaba tonta, estaba loca y de remate-, que ese lujoso y bonito auto acabara con esta mierda a la que todos llaman vida.

-Sí, la vida pueda ser una mierda a veces, pero también tiene cosas buenas -me encogí de hombros.

Sentí una leve punzada en mi mano enyesada, me había golpeado cuando caímos.

-En este momento no le hallo las cosas buenas, así que no tiene sentido seguir -se puso de pie.

-¿Adónde vas? -también me levanté.

-Que te importa -me dio la espalda y empezó a caminar lejos de mí.

-Oye, espera -me apresure para alcanzarla. No podía dejarla sola, ya que conocía sus intenciones, me sentí en la responsabilidad de ayudarla, si ella atentaba contra su vida y lo lograba, me sentiría mal por no haber intentando nada para evitarlo.

-Déjame en paz -se giró bruscamente y me detuve en seco-, lo que menos necesito ahora es un acosador detrás de mí.

-No soy un acosador, normalmente yo soy acosado, pero el asunto acá es que quiero ayudarte.

-Yo no necesito ayuda, mejor ve y ayúdate tú... te ves muy jodido.

Ah cabrón, como si ella se viera tan linda, con esas enormes ojeras que la hacían parecer un mapache.

-Eso no es muy cortés de tu parte, sólo estoy intentando ayudarte.

-¿Ayudarme en qué? -se encogió de hombros-. Sólo déjame en paz, deja que me vaya y listo.

-Es que no entiendo, ¿por qué querías que ese auto te atropellara? -apartó la mirada y luego de un unos segundos dio la vuelta y empezó a caminar.

-Continúa con tu vida y listo -en serio quise hacerlo, en serio quise dar la vuelta y poder volver a mi casa a ahogarme en la miseria que estaba viviendo, pero una parte de mí no me lo permitía.

-¡Hey! -se detuvo, echó su cabeza hacia atrás y se giró.

-¿Qué? -casi gritó en desesperación.

-¿Me aceptas un café? -rodó los ojos-. Sólo para hablar, te prometo que te dejaré en paz, sólo quiero saber qué puede ser tan malo para que quieras acabar con tu vida.

-¿Cómo sé que no eres algún maniático o algo así? -frunció el ceño-. Podrías hacerme algo.

-Tengo una mano enyesada y estoy más borracho que crudo. ¿En serio crees que podría hacerte algo así?

-Um... realmente no, te ves muy mal -se quedó pensativa-. Está bien, acepto ir a tomar un café contigo...

-Mejor que sea desayuno, tengo hambre.

-Yo también -bajó la mirada.

-Entonces vamos.

Por primera vez me dejó acercarme y caminar a su lado rumbo a un restaurante que estaba ahí cerca. Caminando a mi lado, pude notar que era pequeña, me llega un poco más arriba del hombro, era delgada, al menos con su ropa holgada se veía así, su cabello se veía sucio y descuidado, pero sus ojos, eran de un café muy claro, incluso más que los míos. A pesar de todas las características de antes, no era fea, su cara era bonita, pero triste, sus ojeras demostraban que no había dormido bien en bastante tiempo. Se veía como un pequeño mapache cansado y necesitaba saber qué le pasaba.





♡___♡

Bueno, este es mi primer fanfic, espero que les guste, que voten y cometen, para saber que les ha parecido.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Dos Extraños [Fanfic] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora