[12] Perdón.

141 10 1
                                    

—Oye, me gustó mucho esa canción que grabaste —le dije cuando salíamos del estudio.

—¿Ah sí? —asentí.

—¿Tú la escribiste?

—No, es autoría de mi compa Joss Favela. Me gustó bastante y por eso decidí grabarla.

—Sabes, me hizo pensar mucho en que nosotros también somos dos extraños —me vio y sonrió.

—Pensé lo mismo —bajó la mirada, luego de un rato la levantó y sonrió—. No sé si fue por errores del destino, pero sí sé que me ha gustado mucho conocerte —se acercó a mí.

—A mí también me ha gustado conocerte, encontrarme contigo realmente fue lo mejor que me ha pasado en la vida, en este momento, de no ser por ti, muy probablemente yo ya no existiría.

—Ni siquiera pienses en eso, no quiero que vuelvas a considerar esa absurda idea de que acabar con tu vida es la mejor opción. La vida es hermosa y muchas personas que quizás ahora están al borde de la muerte, desearían seguir viviendo, para estar con sus familias o simplemente para intentar ser felices.

—A mí me toca intentar ser feliz, porque ya no quiero acabar con todo —sonrió—. Todo gracias a ti, Gera —entrelazo su mano con la mía—. Te quiero mucho, amigo —aún con su mano entrelazada con la mía, me acerqué y lo abracé.

—No tienes nada que agradecerme, yo no he hecho nada, la vida sola lo ha hecho —se encogió de hombros.

—Hablando de vida, ¿cuándo irás a ver a tu familia? —ya habíamos hablado de eso, pero fue algo rápido y prácticamente no dijo nada.

—La plática del otro día me dejó pensando en eso y... hoy iré a verlos, iré a la casa de mis padres para disculparme con todos —sonreí.

—Me alegra que por una vez en tu vida dejes de ser tan terco —bajé la mirada y nuestras manos aún estaban entrelazadas.

—¿Quieres ir a comer? —me preguntó, lo vi y asentí, tenía hambre, ya que no nos había dado tiempo de desayunar.

—Vamos, aquí cerca hay un lugar donde la comida es muy buena —aún tomados de las manos me casi me llevó a rastras por las calles hasta llegar a un restaurante pequeño y bonito—. Yo tengo mucha hambre, ¿y tú?

—También —realmente sí tenía hambre.

Ordenamos y mientras esperábamos, estuvimos platicando acerca de su trabajo, me contó acerca de los problemas que había tenido con su antigua disquera y la manera tan descarada en la que el antiguo dueño lo había demandado después de haberle robado mucho dinero, de todo de lo que lo estaba acusando y en serio no dejaba de sorprenderme lo mierda que podía ser la gente en el mundo. Por lo que él me había contado, el tipo era un perro mal agradecido de lo peor.

—Pero bueno, un juez decidirá el final de todo esto, así que, mientras tanto, mejor hablemos de lo que has pensado hacer ahora que te has dado cuenta que vale la pena vivir —nos llevaron la comida justo en el momento que iba a empezar a hablar.

—Creo que me tocará enfrentarme a mis padres y volver a mi casa...

—No tienes que volver ahí, ellos te corrieron.

—En realidad sólo quiero recuperar el dinero que tengo guardado y mis documentos, para poder conseguir un empleo.

—Es una buena idea, al menos ya empiezas a buscarle una buena solución a todo.

—Algo así —me encogí de hombros. Era más fácil decirlo que hacerlo.

—Hey —tomó mi mano sobre la mesa—, los problemas no se acaban acabando con la vida, de ser así, los cementerios estarían llenos, incluso yo ya tendría una lápida con un epitafio que dijera: murió por estrés. Te lo he dicho, quizás no tenga estrés de dinero, porque a pesar de todo gano muy bien, pero sí tengo otro tipo de preocupaciones.

—La vida es una constante preocupación, ¿no?

—Así es. Más cuando eres famoso —suspiró—. En fin, hay que comer.

—Sí, hay que hacerlo —tomé los cubierto y lo vi—. Necesitas ayuda con tu comida.

—Am, creo que sí —me senté a su lado y corté sus panqueques en varios trozos—. Gracias.

—De nada —le guiñe.

Cuando terminamos de comer varias personas se acercaron a Gerardo para tomarse fotos, quien muy amablemente aceptó y se tomó con todo el mundo.

—¿Ahora qué hacemos? —me preguntó.

—Tú ve a buscar a tus padres, yo iré a casa y ahí te voy a esperar, ¿sí?

—Está bien —me acerqué y besé su mejilla, muy cerca de la comisura de sus labios.

Gerardo pidió un taxi para mí, que me llevara a casa y otro para él, que lo llevaría a un emotivo reencuentro con su familia. Al menos eso esperaba.

🤠👑🤠

Gerardo

El taxi se detuvo frente a la casa de mis padres y me tomó un poco más de lo normal bajarme para llamar a la puerta. Durante todo el camino no había dejado de pensar en las posibles reacciones que tendrían mis papás y mis carnales al verme, porque estaba claro que quien se había alejado, había sido yo, no ellos. Caminé hacia la puerta sin dejar de sentirme culpable por mi estúpida decisión de alejarme de quienes me amaban realmente por estar con alguien para quien sólo signifique una distracción, bueno, no me haría la víctima, ese era el trato y yo también la consideraba de la misma forma a ella, hasta que no supe en qué momento me enamoré. Aparte de todo, ella no me había obligado a alejarme de mi familia, había sido yo solo, así que debía enfrentar las consecuencias de mis actos.

Toqué el timbre un par de veces y esperé impaciente, cada segundo se me hacía una eternidad, ni siquiera sabía si ahí estaban, quizás habían salido, quizás... no había más tiempo para otros quizás. La puerta se abrió y mi mamá me vio sorprendida.

—Gera —dijo evidentemente emocionada.

—Ama —me acerqué y la abracé, ella sólo me recibió con los brazos abiertos—. Perdón por haberme alejado de todos —ella pasó sus manos por mi espalda.

—Ya estás aquí, mijo —me separó de ella y me vio—. Ahora dime, ¿qué fue lo que realmente te pasó en la mano? Ese cuento de un accidente que le contaste a todos en la televisión, a mí no me convenció —suspiré.

—¿Vamos a dentro? —se apartó y me dejó pasar.

En la sala estaban todos, mi apa, William, Óscar y Kevin; era como si ya me estuvieran esperando para recibir mis disculpas.

—¿Miren quien está aquí? —todos volvieron a ver en dirección a donde estábamos mi ama y yo.

—Ah, cabrón, te dignaste a volver —dijo William y asentí.

—Quiero pedirles una disculpa a todos, estaba bien pendejo...

—¿Estabas? —preguntó el Óscar.

—Bueno, sí, lo estoy —bajé la mirada.

—Mijo, lo bueno es que ya estás en casa y no solo —mi apa se acercó y me abrazó, por supuesto yo respondí a su abrazo. Extrañaba tanto el calor de la familia.

—¿Qué te pasó en la mano? —me preguntó Kevin.

Todos nos sentamos y les conté lo que había sucedido con Stephania, hasta llegar a lo de mi mano y pues todos me echaron en cara que me lo habían dicho y sí, era cierto, me tocaba aceptar que todo había sido mi culpa por no hacer caso a lo que mi familia decía de ella.

Dos Extraños [Fanfic] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora