Prologo: La Resurrección

2.2K 140 5
                                    

Mil años habían pasado desde que termino así. Yo pasé demasiados años atrapado en esta miserable soledad.

Lo único que podía hacer aquí era ver todo el caos que ocasionaban esas odiosas personas en búsqueda del poder. Solo creaban caos y desesperación con sus acciones ambiciosas.

En búsqueda de fama, mujeres, riqueza y poder. Todo lo que buscaría una persona común, una persona que quiere destacar entre todas.

Sin embargo, el camino para cumplir esas ambiciones siempre eran difíciles, siempre habrá algo que los detendrá, y en el peor de los casos, acaban muriendo por su imprudencia.

He pasado mil años observando a las personas que intentan sobresalir en la sociedad, pero al final no son capaces de superar los obstáculos que les ponen la vida y acaban muriendo como moscas.

Sin embargo, entre ellas hubo personas que nunca se rindieron. Personas que superaron sus propias dificultades y fueron reconocidas por las personas como <Héroes>.

Personas admirables que dejaron sus nombres en la historia.

<Héroe>, aquella persona que no está en busca de fama o reconocimiento, y que da la vida para proteger a las personas inocentes y luchan con todo para superar a cualquier enemigo.

Siempre los admiré, ellos fueron los que me inspiraron a seguir luchando sin rendirme. Hasta que mi último segundo de vida se terminara, seguí luchando como podía contra mis enemigos.

Pero mis esperanzas no fueron suficientes para superar el mayor obstaculo de mi vida, y es por esa razón que termine aquí.

En la Nada.

Fueron los mil años más rápidos que yo no esperaba. Todo paso tan rápido que incluso me sorprendí.

Hace mil años, cuando los Dioses habían bajado del cielo y nos dieron una <Falna>, la misión de derrotar a los monstruos más fuertes del mundo se nos fue encomendada.

También conocidas como Las Tres Grandes Misiones. El objetivo de las misiones era cazar a tres grandes monstruos con un poder incomparable al de cualquier otro ser en el mundo que escaparon del Calabozo.

El Behemuth, la primera bestia. Una bestia con una fuerza fuera de este mundo. Sin embargo, entre todos logramos derrotarla entre todos.

El Leviatán, la segunda bestia. El rey de los mares, teniendo la ventaja al estar en su territorio, el mar. Sufrimos algunas bajas, pero logramos derrotarlo.

Dos de las tres bestias habían caído, y nosotros teníamos la confianza de que lo derrotaríamos con nuestras fuerzas.

Sin embargo―Esa confianza había sido nuestra perdición.

La última bestia no era como las anteriores, era mucho más fuerte y más sanguinaria que cualquier monstruo que haya conocido en mi corta vida.

Yo solo era un niño de solo 9 años que trabajando duro había alcanzado el Lv. 2 cuando se nos fue entregada la misión de exterminar a esas bestias. Es muy extraño, lo sé, un niño definitivamente no estaría dispuesto a ir a un lugar como ese. Sin embargo, ir con ellos había sido mi propia decisión.

El Dragón Negro. Ese era el nombre de aquella bestia del caos que arraso con todos nosotros sin esfuerzos.

Mi maestro, Albert Waldstein, un valeroso guerrero sin <Falna> que estuvo dispuesto a enfrentar las Tres Grandes Misiones, solo había logrado cortarle el ojo al dragón en esa gran batalla.

Yo no pude hacer nada al respecto, solo era un débil chico que siempre necesitaba que me protegieran, debido a que mi nivel ni siquiera era destacablemente fuerte.

Danmachi: El Aventurero DragonicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora