Capítulo XXV: El Asalto Nocturno

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--Hey, Aizu. Hay algo de lo que quiero hablar contigo.

Estaban en el cuarto día de su entrenamiento, justo antes de que el chico tuviera que salir de la ciudad para completar una misión que le fue encomendada.

Fue un poco antes del amanecer—su tiempo decidido para bajar sus armas—cuando Axel se acercó a Aizu, con su expresión indiferente que casi siempre tiene.

--Bueno, dado a que mi equipo y yo hemos estado haciendo mucho progreso en el Calabozo estos últimos días, pensé que sería adecuado dejar que ellos descansaran mañana todo el día. Por lo que estaba pensando que mañana tal vez podríamos entrenar por todo el día.

Después de que Axel terminara de hablar, Aizu deslizo su espada de nuevo a su funda antes de dejar que su mirada viajara hacia el cielo y en silencio lo contemplo.

Se suponía que iba a estar entrenando con Lefiya entonces... Sin embargo, para ser sincera, Aizu quería pasar más tiempo con Axel y así poder mejorar sus habilidades de combate con él.

El poco tiempo que tenían ante el salir de sol no era suficiente.

Era por eso que, dándole una disculpa silenciosa a Lefiya, Aizu acepto.

--Muy bien.

Esa fue la historia que Aizu personalmente retransmitió a Lefiya, con una disculpa incluida, y que fue también la razón por la que la elfa no pudo entrenar con ella hoy.

Quedaban tres días hasta la Expedición.

Se suponía que era el cuarto día de entrenamiento de Lefiya, ya que estaba un día detrás de Axel.

Pero esa mañana ella se encontraba caminando abatida por la concurrida Calle Principal con un humor muy malo.

Ella apretó su querido bastón con fuerza en su pecho, el resentimiento saturaba su propio ser.

--No puedo creer que me hayan dejado por fuera... No puedo creer que me hayan dejado por fuera... ¡No puedo creer que me hayan dejado por fuera...!

Cada lágrima ahogada y murmullo bajo su aliento se dirigió hacia sus dos compañeros.

La idea de que especialmente él le pidiera a Aizu un día completo para que entrenaran ellos dos solos, eso solo podía significar que ellos dos tenían la idea de volverse más fuertes con ese duro entrenamiento que tenían. Ella podía sentir la tristeza acumulándose en ella de solo pensar como ese chico seguirá mejorando y dejando a Lefiya aún más atrás.

El camino que ella seguía a lo largo de la calle estaba en la Calle Principal del Norte, no muy lejos de la sede de su Familia.

Estaba de camino al Calabozo para hacer un poco de entrenamiento por su cuenta— ¿Qué otra opción tenía? El cielo celeste se extendía odiosamente por encima de ella, brillando bajo los adoquines bulliciosos.

-- — ¿Viridis?

En ese momento, ella escuchó el sonido de su apellido.

--¿Hmm?

Ella se dio la vuelta para encontrar a una joven elfa de pie unos pasos detrás de ella. Tenía el cabello largo y negro que recordaba a una doncella de santuario, y sus ojos brillaban como un par de rubíes escarlata.

El equipo de batalla blanco como la nieve envolvió su esbelta figura hasta el cuello, rematada con una capa corta. A su lado, un Dios de pelo dorado espero pacientemente.

La vista de ese hecho hizo que Lefiya se detuviera brevemente por sorpresa.

--Filvis-san...

Murmuró bajo su aliento.

Danmachi: El Aventurero DragonicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora