|Capítulo 29|

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Isabella

La habitación donde me quedaré es bastante amplia, es casi similar a lo ante estaba acostumbrada, lástima que no tengo intenciones de quedarme. Mis supuestos hermanos están conmigo en la habitación. Hans se mantiene en silencio en una esquina mientras acaricia a un conejo, no tengo idea de dónde lo sacó. Max está con sus primos, los tres conversan en otra esquina, mientras tanto, yo me concentro en leer un capítulo del libro de mi padre.

Tuve que esperar a que Daniel llegara para pedírselo, creo que él lo cuida mejor que yo.

—Aquí dice que las sirenas habitan en el lago — hablo para llamar la atención de todos, lo consigo —. ¿Dónde hay un lago?

—Por el muelle — responde Daniel —. El sitio donde llevamos a Maximiano había un lago.

—Pero yo no vi ninguna sirena — dice el vampiro.

—Por que las asustas, creyeron que las devorarías y prefirieron no salir a la superficie, ni siquiera las sirenas confían en los vampiros — comenta Hans.

—Hans — el pequeño levanta su rostro para mirarme —. ¿Está mal ser un mestizo?

Asiente de inmediato.

—Ser mestizo significa deshonra por el resto de tu vida, aunque ahora son más aceptados, aún hay personas que creen que es repugnante que vivan entre ellos.

Giro mi cabeza para mirar a los mellizos y a Max.

—El rey piensa que los cinco somos mestizos — informo.

Observo que los mellizos se miran entre ellos, confundidos, Hans permanece inerte en su sitio y Max se remueve, incómodo, en el lugar que está sentado.

—El capitán se dio cuenta de la particular fuerza que tiene Daniela cuando luchó contra los tiburones — prosigo—, supongo que debió contárselo al rey porque él lo mencionó cuando conversamos a solas, así que le confesé la verdad; que Daniela es un licántropo y Max un vampiro, después me dijo que éramos mestizos y lo peor, acusó a mi padre de ser un descarado por tener cinco hijos con varias mujeres de diferentes especies.

Me parece indignante que llamara de esa manera a mi padre, que dijera que es el culpable de que fuéramos mestizos, sé que esto fue consecuencia de la mentira de hacernos pasar como hermanos.

—Espera, ¿qué sucede con mestizos? — interroga Max.

Hans deja a un lado el conejo para mirarnos a todos, en especial al vampiro.

—Viven solos y despreciados — responde —. No sé mucho sobre esto, pero lo único seguro que es si estamos aquí como mestizos, nada será sencillo, todos nos señalaran y murmuraran a nuestras espaldas.

—Descuiden, no vamos a quedarnos mucho tiempo. Hay que ir a ese lago y hallar a esa sirena — murmuro.

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Isabella: La llegada a DédferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora