Isabella
La suerte estuvo de nuestro lado, sin ningún contratiempo llegamos al muelle del reino al anochecer. El capitán estaba esperando al príncipe Azariel con un carruaje para llevarlo hasta el palacio y que descansara lo suficiente para su boda. El príncipe agradeció a Aren y Arely por su ayuda y se disculpó por los inconvenientes que sucedieron en el viaje.
Antes de irse, nos recordó a mis amigos y a mí que nos mantuviéramos en el barco con los otros monarcas hasta mañana, pues era probable que su padre estaría enfadado porque nos escapamos de las celdas. No teníamos permitió acercarnos al palacio hasta después de la boda y la coronación.
Tal y como ordenó Azariel, pasamos la noche y parte de la tarde en el navío, ni los monarcas ni nosotros compartimos palabras más de las necesarias. Nosotros estamos ahí porque Azariel pidió que se nos permitieran quedarnos, Arely y su hermano aceptaron sin ningún problema.
No fue hasta que otro carruaje vino al muelle que los monarcas abandonaron el barco para dirigirse a la boda a la que fueron invitados. Antes de que se retiraran, el príncipe Aren se acercó a nosotros para tener una breve conversación.
—Lamento que deban ir a pie hasta el palacio, pero mi hermana es una bruja que no quiere compartir el carruaje.
—¡Te escuché, Aren! — vocifera la nombrada.
—¡De eso se trata! —le responde su hermano. Vuelve a fijar su atención en nosotros —. Nos veremos en la celebración.
Se despide de nosotros, se sube al carruaje junto a su hermana y su esposo, el cochero se apresura a poner en movimiento los caballos para que estos se muevan rumbo al palacio. Mientras tanto, nosotros debatimos sobre si deberíamos asistir a la celebración o esperar a que todo termine.
Al final, optamos por ir, pues me parece que sería una falta de respeto no estar presente cuando el príncipe se ha ofrecido a presentarme una sirena. Supongo que sí debería asistir al menos a la celebración después de la coronación.
Tal vez la princesa Arely no haya permitido que compartiéramos carruaje, pero al menos sí nos obsequió vestuario para Daniela y para mí por si queríamos asistir al evento, de igual forma, el príncipe lo hizo con mis amigos. El único que no pudo vestirse para la ocasión fue Hans.
Íbamos confiados al palacio, hasta que llegamos a la entrada del castillo, nos detuvimos al contemplar que estaba rodeado de varios guardias, había muchísimos más que en los anteriores eventos como en el cumpleaños del príncipe y su fiesta de compromiso. Sé que tenemos invitación para que nos permitan el ingreso sin ningún inconveniente, pero de igual forma, me siento nerviosa debido a que tenemos una deuda con el rey que debemos pagar con nuestra cabeza.
—Bueno, ni modo, lo intentamos — masculla Daniel, da media vuelta decidido a retirarse.
Su hermana se apresura a sujetarlo del brazo y jalarlo en dirección a donde están los dos caballeros que custodian la entrada al palacio.
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Isabella: La llegada a Dédfer
FantasyDespués de la muerte de sus padres, Isabella es obligada a mudarse lejos del lugar donde creció a Dédfer, un pueblo que se mantiene oculto. Desde que llega al pueblo, sin comprender la razón, cada noche todos los habitantes se encierran en sus hoga...