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~Capítulo 14: "Locura"~

Desperté en una habitación desconocida. Olía a pan y galletas recién horneadas. Al abrir los ojos, tardé un buen rato en ubicar donde me encontraba, y no fue hasta que vi a Bennet dormido en un sillón que di por hecho que me encontraba en su casa.

Rememoré los hechos de ayer. Los recuerdos vinieron de golpe, casi ahogándome, y lo único que me apetecía era estar en casa. No para encerrarme y no salir más como la última vez, sino para recuperarme mentalmente y encontrarla. Estaba cerca. Ayer la vi. Estaba segura. Quizás deba tener una buena charla con Dior y aclarar lo que sea que haya hecho ella con mi hermana anoche. Es su mejor amiga, así que no me sorprende que esté tratando de cubrirla en algo.

Aparté las sábanas y busqué mis zapatos que estaban bien acomodados a un costado de la cama.

Miré a Bennet y me sentí horrible por hacer que durmiera en aquel pequeño sofá que no lo contenía por completo. Estaba despeinado, con su ropa de dormir y la cabeza apoyada en su mano izquierda. Roncaba fuerte y tenía el cuello todo torcido. Dudé en despertarlo, parecía cansado y me sentía mal por haberlo molestado ayer a la madrugada.

Opté por dejarlo descansar. Me calcé las zapatillas, tomé mi mochila y salí de la habitación sin hacer ruido.

Era la mañana. Revisé el celular que marcaban las ocho y decidí darme una vuelta por la Comisaría para comentar todo lo que sucedió ayer. Me daba igual que me preguntaran acerca de lo que hacía en el bosque de madrugada, si hay alguien que debe responder aquello se apellida Ross y mide menos del metro sesenta.

Crucé el pasillo hasta la cocina algo desorientada. Estaba lleno de puertas, pero todas estaban cerradas menos una, me dirigí hacia allí. Me sorprendió ver al oficial Quirn con un delantal y preparando el desayuno. Debí suponer que había alguien despierto por los fantásticos aromas que se sentían desde la habitación, pero jamás esperé ver aquella faceta de él. Siendo padre de familia y con una sonrisa tranquila.

Tarareaba una canción conocida, concentrado en su tarea. Tardó sólo cinco segundo en percatarse que me encontraba en el marco de la puerta. Detuvo lo que estaba haciendo y pasó a mirarme de arriba a abajo con genuina curiosidad. Sostenía una sartén en la mano derecha y la azucarera en la otra.

Peiné disimuladamente mi cabello.

—Buenos días —exclamé nerviosa adentrandome en la cocina.

El oficial dejó la sartén a un costado y puso la azucarera en la mesa. Limpió sus manos en el delantal antes de decir cualquier cosa. Sorprendido, quizás.

—Buenos días, Levy —su voz sonaba demandante, como exigiendo explicaciones ante mi presencia en su casa aquella mañana. —Toma asiento —ofreció llenando una taza de café y poniéndola delante de mí.

Obedecí sin decir mucho.

—Gracias —murmuré.

Él se sirvió una taza también y se sentó a dos sillas de distancia luego de ordenar el resto de las cosas que estaba cocinando. Se formó un silencio incómodo, en el que supuse que estaba formulando millones de preguntas en su cabeza.

Saboreó su café observando detalladamente cada una de mis acciones. Tomó una galleta y una vez que terminó de masticarla decidió saciar su curiosidad.

Libres de pecado - [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora