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~Capítulo 10: "Impulso al infierno "~

—¿Entonces? ¿No pasa nada?

La voz de la señora Ross sonaba indignada, como si la información que le estaba dando su nieta no fuera suficiente. Dior cubría sus mejillas sonrojadas con una taza con la que fingía tomar el té que ya se había terminado hace como cinco minutos.

Miré divertida la situación y me limité a comer el delicioso desayuno que mi vecina había preparado aquella mañana.

Ambas hablaban de Maverick, y yo no pensaba opinar al respecto. Era obvio que a Dior le gustaba el chico, pero se empeñaba en negarlo para que su abuela no fuera con el chisme a medio mundo. Quizás debería ayudarla ante el bombardeo de preguntas que le hacía su abuela, pero ante la falta de comunicación de mi amigo, yo también estaba interesada en conocer más sobre su relación.

No habían coincidido antes de que yo los presentara en mi casa, lo cual era bastante curioso teniendo en cuenta el tamaño de nuestra comunidad. Maverick había mostrado un interés genuino apenas la conoció, pero se alejó en cuanto supo que era menor. A mi no me parecía una locura que salieran, la diferencia de edades no era abismal, pero influiría en su reputación en el pueblo y esa era, por lo menos desde el punto de vista de Dior, razón suficiente para reprimir los sentimientos que comenzaban a florecer.

—Me lleva cuatro años —Habló la adolescente, dejando la taza sobre la mesa y tomando un gran bocado de comida para evitar seguir hablando del tema.

—¿Y? —Cuestionó la mujer mayor, esperando obtener un chisme más jugoso —Con tu abuelo nos llevamos quince años y...

—Es distinto —La interrumpió Dior con la boca llena —Eran otros tiempos.

—Sí, y ahora son tiempos más inclusivos para todos —Exclamó moviendo sus manos con gestos exagerados. Era gracioso que justo ella dijera eso, encabezando a una comunidad hipócrita que solo busca errores en los demás para aumentar su ego. Con vergüenza me admito dentro de esa comunidad. Aún así, me mordí la lengua, la señora me estaba convidando un desayuno de ensueño.

—Ni siquiera sé si a él le gusto —Se justificó la rubia, cómicamente con sus cachetes rojos y sus ojos brillantes.

—Tonterías —Dijo la señora Ross mientras se escuchaban unos toques provenientes de la puerta principal, que desvió la atención de todas. —Cualquier persona a tu alrededor es afortunada de tenerte —Sentenció terminando su idea antes de ir a atender a la persona que golpeaba cada vez con más intensidad.

Dior sonrió, y siguió disfrutando su desayuno. Yo sólo la observaba, sin poder generar un tema de conversación para evitar el momento incómodo que pronosticaba llegar.

Me limité a comer las galletas de la señora Ross con el café que me habían convidado. No solía desayunar con ellas, es más, es la primera vez en años que desayunaba aquí, pero los ánimos de mamá tan bajos me sacaban las ganas de todo. Decidí tomar el desayuno con ellas sin pensarlo demasiado a penas Dior me lo ofreció. Mamá no solía desayunar de todas formas.

Todavía no había tenido oportunidad de contarle a la rubia de mi amistosa charla con el detective Gilgh ayer. Pensaba comentárselo para que lo investigaramos un poco, aquel hombre no me inspiraba confianza. Aún así, no podía decirle eso ahora. Los oídos de la señora Ross no debían enterarse, y hablar a unos pocos metros de la mujer era arriesgarse demasiado.

Libres de pecado - [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora