13

29 4 131
                                    

~Capítulo 13: "Verdades o delirios"~

Brielle estaba hermosa. Portaba un vestido blanco y dejaba que sus rizos castaños se movieran con total libertad. Sonreía como si ya no hubiese problemas y todo estuviese bien, cuando nada lo estaba.

Bailaba al son de una melodía armoniosa.

Se encontraba en el medio del bosque, junto a un lago inmenso. Parecía no verme y aquello me desconcertó. No había nada allí más que el sonido de la naturaleza. La luna brillaba detrás de unas nubes molestas que no dejaban disfrutar de su completo resplandor. Se veían estrellas lejanas que curiosamente cada segundo parecían más cerca.

Avancé lentamente hacia ella. Seguía danzando.

A unos pocos metros me detuve. Ella me había visto.

Sus ojos me observaron detalladamente sin creer del todo que me tenía en frente. Perdió la sonrisa y comenzó a alejarse con rapidez rodeando el lago. Me asusté. ¿Por qué se alejaba?

Decidí seguirla y apresuré mis pasos.

Un cristal gigante se atravesó en mi camino impidiendo que avance. Lo golpeé reiteradas  veces, gritando su nombre pero no me oía, o me ignoraba. Veía detrás del vidrio como se alejaba antes de perderse en la oscuridad de la noche.

Dejé de golpear, dándome por vencida. Ya no estaba, se había ido.

Me apoyé en el cristal llorando, pero una voz me sobresaltó.

No te acercaste antes porque me tienes miedo.

Parecía cercana, alcé mi vista y encontré a Emerson ensangrentado observandome con odio. Tenía la misma camisa que llevaba ese día, manchada con tierra y sangre. Su cabeza estaba destrozada en el costado derecho en el que impactó cuando cayó, su labio partido y moretones por todo su cuerpo.

Sé todo, Levy.

Su voz era ronca y cargada de ira.

Me levanté para acercarme, sin creer que estaba frente a mí. Él me permitió estar a una distancia considerable y ablandó sus facciones, llegando a mirarme con ternura.

¿Tú la cuidarías?

Asentí, rápidamente.

—Yo la cuido —Susurré.

Quise abrazarlo pero me alejó de él.  Se dio media vuelta y agarró su cabello empezando a desesperarse.

—¿¡Y qué soy!? —gritó, fuera de sí —¡Todos me tienen miedo!

Temía acercarme. Estaba enojado, no sabía cómo podía reaccionar cuando se enojaba.

Una lágrima descendió por mi mejilla. Dejé de lado mi inseguridad y me acerqué a él igualmente. No iba a cometer el error de dejarlo solo y roto por segunda vez.

Él lloraba y correspondió mi abrazo. Acaricié su cabeza, contorneando sus heridas y consolandolo, como debería haber hecho cuando seguía con vida.

Libres de pecado - [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora