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~Capítulo 9: "Sospechosa"~

El timbre de la casa me despertó. La oscuridad de la habitación me incitaba a quedarme en la cama unas cuantas horas más, pero aquella persona insistía en usar el timbre con tanto entusiasmo que no me quedó mucha más opción que ir a abrirle.

Busqué unas pantuflas y una campera, mientras me dirigía a la sala con la peor cara que se pudiese tener un domingo por la mañana. Ví a Maverick en el sillón, que no parecía percatarse de los molestos sonidos que había a su alrededor.

Él se había quedado anoche aquí por los problemas que había en su casa, pero aún no habíamos tenido la posibilidad de hablar sobre ello. Yo no iba a pedirle que me cuente, si él lo necesitaba, me contaría, sino no insistiría en saber. Así siempre había funcionado nuestra amistad.

Estaba desparramado con un brazo sobre sus ojos y sus piernas sobresaliendo del asiento que claramente era chico para que pudiese dormir cómodo. Pasé a su lado y le arrojé un almohadón que lo despertó. Fui hasta la puerta y la abrí, encontrándome, para mi sorpresa, al joven policía.

—Buenos días —exclamó con una sonrisa tímida, inspeccionando mi aspecto que dejaba mucho que desear. No había hecho tiempo siquiera de lavarme la cara, no tenía ni idea de qué tan presentable me encontraba. Me ruboricé algo avergonzada.

—Hola Bennet —sonreí y lo invité a pasar. Mi curiosidad sobre el motivo de su visita despertó. No tenía idea qué podría hacer él en mi casa si no iba a apoyar la investigación.

—¿Te desperté? —cuestionó con una sonrisa divertida ingresando a la sala donde Maverick lo veía sin encontrar lo divertido de su aparición. El castaño tomó sus zapatillas y su abrigo, y saludando con un simple asentimiento de cabeza se despidió del pelinegro. Bennet estaba más serio. Mantuve la puerta abierta para mi amigo quien se acercó y besó mi mejilla.

—Gracias, Levy —susurró con sinceridad. Sabía que tenía problemas con sus padres, ayudarlo no requería de agradecimientos. Le sonreí y lo miré mientras se iba, probablemente a seguir durmiendo. No sabía qué hora era, pero no parecía ser muy temprano.

Para mí sorpresa, el castaño no se fue por el camino que acostumbraba, sino que se cruzó hasta la casa de las Ross. Miré divertida, y cerré la puerta para atender al muchacho que esperaba en el medio de la sala.

Bennet estaba algo serio e incómodo. Le ofrecí tomar asiento, pero él prefirió seguir de pie, así que yo también me quedé parada al frente de él.

—¿Interrupí algo?

—No, solo se quedó en casa por algunos problemas —respondí. Lo observé algo extrañada. ¿Estaba celoso? Dudaba de aquello, pero aún así, ¿por qué yo le daba explicaciones? —¿Quieres café? —creí que cambiar de tema era lo mejor.

—Está bien.

Nos dirigimos a la cocina en un ambiente extraño. No lograba distinguir si era tensión, vergüenza o incomodidad lo que nos rodeaba, pero hice de cuenta como que nada pasaba y me limité a preparar dos tazas con café.

Bennet se sentó en las sillas del comedor, y movía sus dedos nervioso. Si no lo conociera, su actitud incluso parecería sospechosa, pero él siempre solía ser algo ansioso.

—¿A qué debo tu visita? —decidí preguntar para evitar tantos divagues innecesarios.

—Yo... Quería saber cómo estabas. Después de lo del otro día creí que...

Libres de pecado - [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora