👹Cᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ XVI👹

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Moví mis pies con sigilo, planeando cada paso y cuidando hasta mi respiración

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Moví mis pies con sigilo, planeando cada paso y cuidando hasta mi respiración.
Me acerqué a la pared a la señal de Karasuma-sensei y planté mis talones fijamente en el suelo. Nada podía salir mal... No, nada debía salir mal.

En la pared bien cuidada de la habitación, los respaldos de varios sillones grises reposaban, y en ellos un par de almohadas escarlata de terciopelo, suavemente abrillantadas por cálidas lámparas anaranjadas.
Una puerta de madera pulida se hacía visible desde nuestra perspectiva. Parecía llevar al baño.
La vibra general que transmitía el cuarto contrastaba mucho con la situación; con solo mirar por la ventana podía sentir la brisa de verano, mas mi sangre se encontraba demasiado congelada como para disfrutarlo.

En el medio del salón, el codo del dichoso asesino se apoyaba con calma sobre un escritorio. El hombre parecía estar con la mente inmersa en sus propios pensamientos. Una bomba atada alrededor de una maleta acompañaba su presencia. Supuse que aquél equipaje contenía la cura.

Tomé aire, calmando mis latidos acelerados y el ligero temblar de mi labio. Fruncí el ceño y, luego de echarle un vistazo rápido al resto de mis compañeros, coloqué mis brazos en una posición perfecta para cubrir cualquier espacio por el cual alguien pudiera escapar. En ese caso, ese «alguien» era el criminal que nos estuvo jodiendo la vida a todos durante las últimas horas. Solo quería acabar con esto.

Pero antes de siquiera inhalar, una voz ronca, áspera y con notables intenciones hostiles nos congeló.

Pica.

Fue lo único que dijo.

Nagisa, quien se preparaba para el siguiente paso del plan, paró en seco y soltó un jadeo que acompañó como una melodía al resto de las voces de los alumnos al igual que la pequeña descarga de adrenalina que se intensificó en mi estómago en unos pocos segundos.

— Solo recordarlo hace que me pique, pero tal vez por eso mis sentidos se han vuelto mucho más agudos; porque mis heridas están siempre al aire.

Su voz me provocaba escalofríos, no solo por lo terrorífica y agresiva que era, sino que también por lo ridículamente conocida que sonaba.
De repente, el desconocido dejó caer al suelo un montón de interruptores negros con un gran boton rojo en el centro. Parecían activar la bomba que se encontraba atada a la maleta.

— ¿Acaso no se los advertí? He venido preparado para matar a un monstruo que va a Mach 20. Obviamente traje varios detonadores por control remoto por si me roban uno a velocidad supersónica. —Sus gruesos dedos señalaron un par de esos objetos de plástico. — Me basta con pulsar uno de ellos si me pasa algo.

Sentía mi cuerpo muy rígido, como si cualquier movimiento que hiciera me iba a poner en peligro. Temía que aquella persona tan amenazante quisiera lastimar a alguno de nosotros, o que tratara de destrozar la cura.
Cualquier paso en falso podría echar abajo todo el camino que habíamos estado construyendo para llegar hasta aquí.

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⏰ Última actualización: Jan 14, 2021 ⏰

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