🍓Cᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ I🍓

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Soledad

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Soledad.

Esa famosa sensación que todo el mundo sintió o siente. Aquella arma de doble filo que me provoca los sentimientos más contrarios.
No puedo entenderlo, ¿cómo hace la gente para estar sola, vivir sola, no tener amigos ni pareja, y aún así ser feliz?

Para mi, la soledad es algo tan necesario como doloroso. Cada segundo que paso conmigo misma, siento como el interior de mi cuerpo se desgarra, como se rompe, pero aún así no puedo parar de alejar a todos.
A veces quiero gritar, contar cómo me siento, expresar mis emociones, pero no lo hago. Más bien, no puedo hacerlo.
¿La razón? Bueno, estoy tan hundida y tan enterrada en toda la mierda de este pozo sin fondo, que no puedo hablar con alguien sin llevarlo conmigo también.
Mi madre, unas amigas, algunos chicos que me gustaron, todos ellos fueron arrastrados completamente. Simplemente no puedo relacionarme de verdad con alguien, ya que no quiero hacerle daño a nadie, no quiero provocar ninguna lágrima, no quiero que nadie más sufra, no quiero que vean la parte mala de las cosas, no quiero que me cuiden, yo...

No quiero pensar en mí.

Esta jodida sensación, la de querer desaparecer del mundo, simplemente huir de todo y vivir en un paraíso sin problemas pero no poder, hace que el sentimiento del cuchillo apretando mi cuello cada vez se haga más presente.
El frío metal aprisionado mi ser se siente tan real como la mezcla entre sangre y lágrimas que derramé todos los dias.
Insulto tras insulto, grito tras grito, bofetada tras bofetada, paliza tras paliza es lo que me tocaba aguantar a diario. Las manos de aquél hombre tomándome del cabello y gritando mi nombre con desprecio mientras que yo trataba de escaparme es una de las cosas de las que aún 2 años después, sientan como si hubieran sido ayer.
Con el paso del tiempo llorar no salía, me sentía vacía, como si absolutamente nada valiera de verdad en este mundo. Como si cualquier esfuerzo que hiciera fuera en vano.
Pero ahora estoy recordando, por milésima vez, el inicio de mis problemas, los cuales comenzaron años antes de mi nacimiento. -Otra de las muchas razones que me hacen pensar que estoy destinada a vivir con sufrimiento.-

No obstante, nadie la pasaba tan mal como mi madre. Una mujer divertida, graciosa, bella, alegre y cariñosa, la cual tiene pasatiempos y gustos, tales como bailar, cantar, pasear, y muchos más... Aunque obviamente, el rogar por su vida mientras llora y trata de protegerme a mí no es uno de ellos.

Sin embargo, comencemos por el inicio del conflicto:

Makoto, un hombre alto, fuerte, sério, respetable y carismático, al cual, muchos en el ámbito profesional describen como eficaz, amable e inteligente, trabaja como empresario.
Siempre fue una persona a la cual todos admiraban y tenían como modelo a seguir.

Con el paso del tiempo, Makoto y Kaori se conocieron y tuvieron un par de citas. Todas fueron muy agradables y divertidas. Parecía como si aquellos dos fueran un par de gotas de agua. Congeniaron al momento, e inevitablemente comenzaron a salir como pareja formal.
Ambos siempre describieron la sensación de estar juntos, hablar o tocarse como "sentir el cielo con la punta de sus dedos".

Pero la perspectiva de mamá cambió drásticamente cuando ellos se casaron.

Unos problemas de depresión arrastrados desde pequeño y agravados por el consumos excesivos de distintas drogas psicoactivas empujó a Makoto a padecer un trastorno de bipolaridad mezclado con problemas de ira, conflictos internos los cuales él negaba tener.

Y al yo y mamá ser las personas más cercanas a él, éramos con quienes se desquitaba.

Lágrimas de arrepentimiento caían como cascadas por las mejillas de mamá cuando se quedó embarazada, y no porque no quería tener hijos, si no más bien porque no quería que su futura hija fuera de Makoto, porque no quería que yo sufriera lo mismo que ella.

El aborto no era una opción, ya que Makoto se negaba rotundamente a recurrir a aquél proceso, y como mi madre insistiera, las cosas no saldrían muy pacíficas.

Durante los golpes, mamá trataba lo más posible cubrirme y que yo los evitara, muchas veces utilizándose a sí misma como escudo.

Siempre fui una cobarde, una inútil la cual fue causante de las heridas de mi progenitora, tanto las físicas como las emocionales.
Jamás pude ayudarla, simplemente porque cuando presenciaba los golpes no podía moverme; mis piernas no reaccionaban.
Cada vez que me levantaba por las mañanas, cuando estudiaba, cuando comía, cuando reía falsamente, solo podía pensar en cuanto me encantaría quedarme en la cama y dormir todo el día. Pero no podía hacerlo, ya que era fundamental mantener las apariencias, camuflar los golpes.

-Si alguien se entera de algo, haré yo mismo lo posible para callar esa boca... Y, no crean que ustedes tambien quedarán a salvo.

Eso era lo que él siempre decía.

No puedo dejar de culparme a diario por todo lo sucedido, por no haber podido sacarnos a mamá y a mí de esa situación antes, de no haberme defendido, me culpo por haber nacido, ya que siempre fui una atadura y la razón principal por la cual Kaori nunca trató de huir de casa. Siempre fui yo la culpable de los golpes y de las heridas.
Pero, por más de que muchísimas veces pensé en cortarme, matar a Makoto, o en suicidarme; jamás lo hice, porque
si yo muero mamá se quedará sola.

Y quiero vivir para hacerla feliz,

porque yo le debo mi vida,

no tengo futuro,

y no merezco existir.

Con la de veces en las cuales me salvó y trató de tranquilizarme, es justo que ahora sea yo quien cargue los problemas por ella, ¿no?


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AɪsʟᴀᴅᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora