CAPÍTULO CUARENTA Y SEIS

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Pase la noche entre los brazos de la Alpha, la cual no hizo más que darme calma con sus caricias en mi cabello. Sin hablar, solo mirando en silencio la luna, sumidas en nuestros pensamientos.

No podía evitar pensar en aquellos que me salvaron del bosque, y que perdieron su vida con tal de ayudarme. Las imágenes de las torturas tampoco dejaban de bañar mis pensamientos. De un momento a otro, todas las lagunas en mi mente habían sido rellenadas y entendía con más detalle cada bando.

Mire mis manos al mismo tiempo que una pregunta que no me recorria hace años volvía a mi mente, ¿dónde están mis padres? ¿Acaso me habían abandonado en el bosque? Agité mi cabeza evitando pensar en eso y contemple cómo el sol salía por el horizonte, dándole la despedida a la luna.

Este momento me hizo recordar la noche que pasé con Lisa en su despacho, apreciando la noche de la misma manera. Solo que sabía que esta vez la Alpha no se había dormido, y era por su preocupación hacia mi persona. Notaba cuando en determinados momentos apretaba su agarre en mi cuerpo, temiendo que si me suelta, me desvanezca.

Comenzó a escucharse movimiento en la casa y suspire al saber que Lisa ya debía ir a encargarse de sus asuntos. Sin embargo, se negaba a soltarme.

— Debes ir. —susurre con voz ronca, puesto que llevábamos horas en silencio.

— No quiero. —Me abrazó más fuerte y cerré mis ojos, escondiéndome en su pecho y disfrutando su aroma.

— Eso es más importante. —Sentí a Lisa tensarse, antes de alejarme un poco de sí, y verme directo a los ojos.

— Nunca va a haber nada más importante en mi vida que no seas tú, mi Luna. —Una pequeña sonrisa se escapó de mis labios y la abracé fuertemente, no queriendo que viera como mis ojos se habían aguado. Toda la situación me había dejado bastante sensible y me veía capaz de llorar si me dijeran que ya no hay más chocolate. —Te quiero.

Mi sonrisa se ensanchó y me escondí aún más en su cuello. Quería responderle, quería decirle que yo también la quería, que deseaba estar con ella. Todo lo que me ataba a negarme ya no estaba. Mis padres no murieron por los lobos, ni mis cuidadores. Al contrario, estos últimos decidieron fiarse de ellos. Ya no tenía trabas para aceptar. O así lo creía hasta que recordé a alguien, Jisoo... ella aún no sabía la verdad.

Se escucharon suaves toques en la puerta, haciendo que acabemos el abrazo y voltearamos en esa dirección. Nana entró con la cabeza gacha e hizo una leve reverencia.

— Disculpen la interrupción. —Creo que esa frase ya se le había hecho costumbre. —Alpha, el consejo la espera.

Lisa gruñó por lo bajo antes de responder que bajaría en unos minutos. Nana asintió y luego de otra reverencia se marchó en completo silencio. Mire a la Alpha, quien me estaba observando fijamente, intentando decidir si dejarme sola seria o no correcto.

— Ve. —sonreí ladinamente y ella bufó antes de colocar sus manos en mis mejillas.

— ¿No quieres venir? No quiero dejarte sola, no después de... —No deje que terminará, causando su silencio al estrellar mis labios contra los suyos. El paraíso... Por más que lo negara, no había un lugar mejor que entre sus brazos, no había una sensación mejor que sus labios con los míos, ni un sentimiento más grande que los que causaba en mi persona. Lisa se estaba encargando de enamorarme en cada uno de los sentidos, y era una de las primeras peleas que perdería. Sin embargo, no me quejaba.

Tardó unos segundos antes de responder por la sorpresa. Colocó sus manos en mi cintura y me acerco a su cuerpo, al mismo tiempo que mis brazos rodeaban su cuello. Nuestros labios se movían a una sinfonía electrizante. Sabían cómo encajar y hacer sentir a la otra en la gloria. Enrede mis dedos en su suave cabello y la acerque más hacia mi cuerpo, si es que se podía. A pesar de la situación, era un beso tierno y cargado de amor, intentando calmar a la otra y liberarla de todas las preocupaciones que la albergaban. Intentando hacerla libre.

The Alpha's Huntress (JenLisa G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora