5.

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Un poco aterrado por transformarme en un tipo de ser sin cerebro que obedece a Hanlon como el resto de la escuela, intenté despegar mis ojos de él, pero eso llevaba consigo un nivel de dificultad inesperado, como el último jefe de un videojuego particularmente complicado. ¿Que? Fiel a mi mismo, soy un friki hasta en mis pensamientos.

Traté de recordar una y otra vez lo que pensé siempre de este sujeto: Arrogante, egocéntrico, guapo... ¡No! De nuevo: Egocéntrico, adictivo a la vista y con un culo de infarto. ¡AHG! Mierda, así tampoco.

Finalmente, había llegado el día en el que perdí la capacidad de raciocinio por culpa de un sujeto con buen culo. Tae hubiera dicho que ya era hora de que me pasara, que estaba atrasado porque usualmente estas cosas ocurren a los quince, no a los dieciocho.

Justo mientras reunía la fuerza de voluntad para apartar la mirada pasó lo inesperado: la mirada me fue devuelta por Hanlon.

Contuve la respiración, esperando deshacerme de su atención inesperada en un instante, pero, en vez de concentrarse en el juego que se desarrollaba frente a él, seguía ocupado mirándome a los ojos. No me atreví a despegar la mirada, pero de cualquier forma dudo que hubiese podido hacerlo. Patético.

Pasó lo que describiría como una eternidad antes de que el "equipo rival" aprovechara la distracción del Capitán para lanzarse contra él, provocando una dolorosa caída.

El hechizo se rompió y mis labios hicieron una mueca de dolor. Seguramente no tiene algún hueso roto únicamente porque es una práctica y no un juego real. Este deporte es para bárbaros.

Gracias a los dioses allá arriba o lo que sea que exista, el entrenamiento no duró mucho tiempo porque empezó a lloviznar, para decepción de los jugadores y la ventaja de los idiotas atrapados con ellos (es decir, mi nuevo amigo Fred y yo)

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Gracias a los dioses allá arriba o lo que sea que exista, el entrenamiento no duró mucho tiempo porque empezó a lloviznar, para decepción de los jugadores y la ventaja de los idiotas atrapados con ellos (es decir, mi nuevo amigo Fred y yo)

—Muchacho. —me llamó el director y fui obedientemente de inmediato a su lado.—Toma,—me entregó una bolsa grande de tela y unas llaves. —la bolsa es para que recojas los uniformes. La llave es para que accedas a la sala de profesores y saques el dinero necesario para ir a la lavandería y regresar los uniformes en perfecto estado.

—De acuerdo, gracias entrenador. —guardé las llaves y me dirigí rápidamente a los vestuarios.

Recordé algo de lo que me habían sugerido mis amigos de no agachar la cabeza, pero tampoco mirarlos a los ojos, ya que, tal como pasaba con los animales salvajes, podría ser visto como una provocación y desafío a su autoridad como machos pecho peludo... bueno, era demasiado tarde para lamentarse cuando había visto más que los ojos de Thomas Hanlon.

Ojalá no me asesine.

Todos estaban despojándose de sus uniformes o ya en paños menores una vez que entré al vestuario.

Si bien estoy fuera del clóset, agradecí no ser increíblemente obvio como, por ejemplo, Claude, porque aquí sería hombre muerto si se dan cuenta de las ganas que tengo de lamer esos abdominales... mis ojos se detuvieron por unos pequeños segundos en uno de ellos, Steven Quincy, sin remera y con un cuerpo de infarto. Uno de los mejores atacantes, según Fred y todos en la escuela. Asimismo, tiene una gran fama de fiestero y mujeriego. Pero es mejor ignorar ese tipo de rumores.

Jugar, ganar y enamorarse |✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora